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PLEYADE DE FRANCESES EN LA MANIGUA CUBANA

Victoria de las Tunas en tiempos pasados. // 

Desde el mismo comienzo de la insurrección en Cuba, una cantidad nada despreciable de voluntarios franceses se identificaron de inmediato con la causa. Desde el mismo estallido rebelde del 10 de Oc­tubre de 1868, varios galos se sumaron al Ejército Libertador y asumieron como propia aquella causa y hasta encontraron en suelo cubano la muerte. 

Cuando el 23 de noviembre de 1868 el Padre de la Patria cu­bana Carlos Manuel de Céspedes tomaba el poblado de El Co­bre, cerca de Santiago de Cuba, le acompañaba un grupo de combatientes franceses, entre los que sobresalían François Pavot, Jean Pierre, y Simón d’ Espagne. 

Formaban parte todos, de las colonias francesas asentadas en el oriente cubano, consolidadas tras el éxodo que provocara la Revolución Haitiana en 1791. Quiso la historia, a manera de simbolismo, que al caer combatiendo en San Lorenzo el 27 de febrero de 1874, tuviera Cés­pedes por cocinero a Alberto Hatfge, hijo de franceses al igual que el prefecto del lugar, José Lacret Morlot, años después ge­neral de División del Ejército Libertador.

Fueron también francés Simón d’ Espagne, quien personado en el lugar del si­niestro conoció la triste nueva y la comunicara al coronel mam­bí José Medina Pru­dente. De aquella pléyade de franceses y sus descendientes establecidos en el oriente cubano formaron parte también León Ber­joto, y los combatientes de apellidos Cureau y Colombé, quienes en 1869 combatían como oficiales a las órdenes del brigadier José de Jesús Pérez. Cureau murió en combate. 

LA OBRA MAESTRA DE PEISSOT

Uno de los más famosos fue quizás Charles Philibert Peissot, (Charles Peiso a la forma cubana de prenunciar) quien había prestado servicios como oficial del ejército francés que se enfrentó en 1870 a los prusianos cuando estos sitiaron la capital de su país, y luego, en 1871, fue sargento mayor de la Comuna de París, de ahí que haya sido considerado como el primer mambí con ideas socialistas de la historia de Cuba.

Conocido fue el aporte que hizo Charles Peiso en materia de inteligencia militar al Mayor General Vicente García, y que facilitó en mayor medida la toma de Victoria de Las Tunas el 23 de septiembre de 1876. En su detallado informe señalaba fortines, trincheras, cantidad de soldados, artillería, ubicaciones y puntos vulnerables por donde se podía atacar.

Tres días antes, el 20 de septiembre, a su esposa Iria se le confió la misión de burlar las líneas enemigas y llevarle al oficial insurrecto esos planos, diseñados por el propio Aristipo. Ella aprovechó su avanzado estado de gestación para coserlos bajo su blusa de embarazada. Con esa artimaña eludió el registro y llegó sana y salva al campamento mambí. Gracias a esos croquis, el Mayor General Vicente García tomó la villa y la incendió, comenzando por su propia casa. Así lo anotó el mayor general Vicente en su libro:

«Fue atacado por sorpresa y tuvo cinco muertos y cuatro heridos (…). Entre los primeros cuéntese al francés Carlos Peiso. Este francés fue el que facilitó en gran parte la entrada y toma de Las Tunas. Era sargento procedente de “La Comuna” y servía en Las Tunas de secretario del Comandante Toledo Vidal. Púsose en inteligencia con el General Vicente García y prestó buenos servicios hasta su muerte este día».

En fe­brero de 1869, acompañando al general estadounidense Tho­mas Jor­dan, se enrolaba en la expedición del Henry Burbem el francés Eloy Beauvilliers, oficial del ejército regular de Francia y que fuera nombrado Comandante General de la Artillería por el mayor general Ignacio Agramonte, con grado de brigadier. 

Había llegado a Cuba en el vapor El Salvador, desembarcada en Estero Piloto, Nuevas Grandes, en la costa norte de la provincia de Camagüey, el 14 de mayo de 1869. Le acompañaba su paisano, el corso Aquiles Savalle. Eloy murió en combate el 12 de mayo de 1871 en la localidad de Jagua, en Camagüey. 

Cuando el 10 de febrero de 1870 el general cubano Domingo Goicuría desembarcaba al norte de Camagüey la expedición de la goleta Herald of Nassau, lo acompañaba como expedicionario un arqueólogo de apellido Allier, quien pertenecía al cuerpo de húsares del Ejército francés.

El 23 de mayo de 1870, como expedicionario del vapor Geor­ge W. Upton, desembarcaba en Punta Brava, cerca de Manatí, al este de Nuevitas en Camagüey, el francés Gustavo Ravelle, quien desde diciembre de 1869 gestionaba en Nueva York junto al mexicano Felipe Herreros, la vía de trasladarse a Cuba.

El 12 de octubre caía combatiendo en Guadalupe, Camajuaní, región central del país, el vasco-francés Pedro Dartayet, y un mes más tarde otro combatiente galo de apellido Wahi. 

En 1871 fue detenido en Santiago de Cuba, acusado de estar en contacto con los insurrectos, el farmacéutico francés Fran­cisco Dufourg. El 7 de septiembre de ese año sería puesto en li­bertad tras gestiones del cónsul francés en dicha ciudad, y ex­pul­sado de la Isla mientras durara en ella la guerra. 

Felipe Vacque emigró hacia la ciudad de Cienfuegos, donde estrechó amistad con Federico Fer­nán­dez Cavada, tiempo después mayor ge­neral del Ejército Li­ber­tador, y a quien acompañó en la guerra. Murió el 30 de junio de 1871, en Cayo Cruz, Camagüey.

El 11 de febrero de 1873, desde París, el mayor general del Ejército Libertador y cuñadísimo de Céspedes, Manuel de Quesada y Loynaz, escribía a Nueva York al vicepresidente cubano Fran­cisco Vicente Aguilera: 

 “…hay un coronel francés que ha hecho toda la campaña de África, de Francia y otros puntos, que en hoja de servicio se le ha presentado al Sr. José de Betancourt para que presente a Ud. Este coronel desea ir a Cuba a seguir la campaña a favor de los cubanos. Es joven, de treinta y cuatro años, y de arrogante figura, y su hoja de servicio le recomienda en alto grado, por su inteligencia en el arte militar”. 

León Dediot, masón francés, desde su periódico El Silencio mantuvo encendida la llama de la independencia en la Habana, hasta que fue encarcelado 19 de septiembre de 1874.

Otros comuneros franceses fueron Francois Bon­ne­homme, Vicent Jean, y Clo­do­mir Parpillon, incorporados todos al Ejército Liber­tador en el año 1873 en Las Villas, bajo las órdenes del bri­gadier Marcos García. En marzo de 1878, en los días de la Protesta de Baraguá, el armero del general Antonio Maceo en Bija­rú, Holguín, era un francés conocido como Monsieur José.

Durante el periodo de la tregua fecunda, el joven francés Armand Poirier Dandillecourt, formó parte de la expedición del Roncador junto al general mambí Ramón Leocadio Bo­nachea, desembarcando próximo a Calicito, jurisdicción de Man­zanillo, el 2 de diciembre de 1884. Hecho prisionero, el 11 de febrero de 1885 fue condenado a cadena perpetua, por el delito de rebelión y filibusterismo. Tenía entonces 28 años de edad. 

Por otro lado, Victor Dumas Chandeu se incorporó a la guerra el 27 de octubre de 1895. En enero de 1896 pasó a las órdenes del ge­neral Pedro Betancourt, quien le confirió el grado de teniente de sanidad. El 15 de junio de ese mismo año fue ascendido a capitán de ese cuerpo. El 5 de enero de 1897 resultó herido, y hecho prisionero, fue conducido a la ciudad de Matanzas siendo condenado a muerte en juicio sumarísimo, sentencia que no se cumplió por ser súbdito francés, pero sí se mantuvo encarcelado hasta el fin de la guerra.

El 30 de agosto de 1896 caía abatido de un balazo en la frente, el comandante artillero Joseph Napoleón Chapleaux, militar de profesión, quien con el grado de teniente desembarcó en Cuba como expedicionario del Horsa, el 16 de noviembre de 1895. An­tes de viajar a Cuba residía en Boston, Estados Unidos.

Edgard Carbonne, ingeniero agrónomo francés que estudió en la Escuela Nacional de Agricultura de Grand-Jouan, Francia, en 1880 residía en la calle Concepción, número 31, del poblado de Guanabacoa, en la Habana. Allí es­cribió su libro Abonos producidos en los ingenios de Cuba y su valor correspondiente.

Simpatizante de la causa de Cuba, viajó a Estados Unidos y se enroló en la expedición del vapor Three Friends, que desembarcó en Boca del Río San Juan, Las Villas, el 19 de diciembre de 1896. Fue el inventor del explosivo conocido como carbonita. Ascendido a coronel por el Con­sejo de Gobierno de la República de Cuba en Armas, dirigió una escuela de ingeniería y explosivos en plena manigua cu­bana. 

En marzo de 1897, un francés de apellido La­sage fungía como secretario del mayor general Juan Rius Ri­vera, jefe del Sexto Cuerpo del Ejército Libertador. En junio de ese año se incorporaba al Primer Cuerpo Enrique Clave Tuduri, quien alcanzaría el grado de sargento de primera.

En enero de 1897 enviaba Ramón Emeterio Betances a Nue­va York al instructor militar del ejercito francés A. Migany, conocedor de las tres armas: infantería, caballería, artillería, incorporándose al ejercito mambí como especialista en esta ultima.

En 1897 llegaba a New York, también recomendado por Be­tances para tomar parte en una expedición a la Isla, el francés René de Arc, mientras que el capitán del ejercito galo, Alfonso Migaux, se subordinó al mayor general Carlos Roloff, en Banes, provincia de Oriente, el 14 de marzo de 1897, luego de que arribaran en la expedición del Laurada.

Cabo del Ejército Libertador cubano fue Félix Andux David, marino francés natural de Normandía, quien ingresó a las fuerzas cubanas el 28 de septiembre de 1895, concluyendo la contienda en la Plana Mayor del Regimiento de Infantería Hatuey Número 3, del Primer Cuerpo. 

Finalmente soldados de la Guerra del 95 fueron Félix Beque, Eliberto Clave, Clemente Lahitte Arican, Miguel Mirason, Octavio Sorondo Legais, Emilio Mortier, y León Mekin Sanderson. Finalmente señalar que el el poblado de Güines residía el francés Juan Chardier, quien prestó valiosos auxilios al general insurrecto Tinerfeño (de Tenerife) Jacinto Hernández Vargas. 

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