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HUBER MATOS Y LA TRAICIÓN CONSUMADA

Matos con su familia tras la huida de Fulgencio Batista. // 

El finado ex comandante Huber Matos fue juzgado por sedición cuando el testigo de cargo, Fidel Castro, puso el dedo en la llaga durante el juicio: 

“Debemos agarrar por los cuernos aquí el truquito del comunismo”.

Según Castro, tachar a su revolución de comunista era un "truquito inventando por Batista". En esto coincidía hasta la embajada americana. Su consejero Lincoln V. Chapin reportó que el Servicio de Inteligencia Militar (SIM) no daba mucho crédito a una versión de "Castro Rojo” (Memo de diciembre 20, 1955). En el juicio a Matos, Castro explicó también por qué gente de su propia bandería recurría al mismo truquito: 

“Cuando la revolución [triunfó] no había nadie que no dijera: ‘Gracias Fidel’. [Yo] me sonreía [porque] no me cabía en la cabeza [y] lo había dicho hacía varios años, que una revolución no puede estar bien con todos”.

Por ironía histórica, Castro usaría el truquito del comunismo para quedar bien consigo mismo al imponer su voluntad de poder. Enseguida vendrían la tesis de la revolución traicionada, pero ya lo decía Martí: “Una rivalidad entre dos caudillos crea dos sistemas políticos diversos". 

¡Y cómo llueven las razones. En el juicio contra Matos se revela que Castro fundó una república tal y como se manda un campamento.

Para llegar a los orígenes Castro refirió en el juicio a Matos que, del Ejército Rebelde [ER], “el primero que nos acusó de comunistas” fue el capitán Francisco Rodríguez Tamayo, alias "El Mexicano o Panchita Jabón Candado", quien el 25 de junio de 1959 declaró también a "El Diario" de Nueva York que Castro se había quedado con cuatro millones y medio de pesos recaudados por el Movimiento Revolucionario 26 de Julio (MR-26-7).

Esta acusación pasó de largo por la humildad de su origen, como ya había pasado con el barbero Eduardo Montano, asaltante del Moncada, quien no se integró al MR-26-7 tras la amnistía (1955) porque advirtió en el presidio de Isla de Pinos que Castro seguía “la táctica de los comunistas viejos”.

Antes que Matos fue otro comandante quien disparó las alarmas: el aviador Pedro Luis Díaz Lanz, jefe de las Fuerzas Aéreas Revolucionarias y biznieto de José Martí. Sin haber sido interrogado por ninguna agencia de la inteligencia estadounidense, Díaz Lanz compareció el 14 de julio de 1959 ante un comité senatorial y dijo haber desertado del Ejercito Rebelde porque Castro "brought Communists to my country". (Trajo el comunismo a mi país)

Resultó que Matos y otros como Lanz tenían razón de antemano frente a la tarea de propaganda ya cincuentona que planteó el asesor de la Casa Blanca Arthur Schelesinger: “We must refute the notion that American policy drove Castro intro the arms of the URSS.” 

Schelesinger exigió mostrar que el compromiso de Castro con el comunismo precedía a las represalias de Washington y sugirió como hito de partida el acuerdo comercial Cuba-URSS firmado el 13 de febrero de 1960 (Memo al Subcomité de Political Warfare de la Cuban Task Force, mayo 8, 1961).

Además, Washington había dicho que vender azúcar a la URSS y los países europeos del bloque soviético era una decisión for Cuba alone to make (Position Paper, 15 de julio de 1952) y que el régimen de Fulgencio Batista había incrementado las ventas de azúcar a Moscú hasta las 350 mil toneladas en 1957 (New York Times, enero 8 de 1958, p. 49).

El Inspector General de la CIA, Lyman Kirpatrick, aclaró en su informe sobre el fiasco de Bahía de Cochinos que “la historia del proyecto cubano empezó en 1959, [aunque] la adopción formal por el gobierno de EEUU acontece el 17 de marzo de 1960.” Desde luego que por este camino de íntima complejidad discurrieron diversos puntos de vista. 

Por ejemplo, el jefe de la División CIA para el Hemisferio Occidental, Joseph C. King, recomendó en memo de diciembre 11 de 1959 al Director de la CIA, Allen Dulles, the elimination of Fidel Castro, ya que gente bien informada creía que the disappearance of Fidel (la desaparición de Fidel) aceleraría la caída del gobierno.

Dulles corrigió de puño y letra elimination por removal from Cuba [sin precisar adónde] y disappearance por removal sin puntualizar cómo, aunque la estación CIA en La Habana sí que descifró temprano la clave. 

A su regreso —el 8 de mayo de 1959— de la gira por Norteamérica y Sudamérica, la prensa cubana encajó una caravana de sentimientos anticomunistas y el jefe de estación, “Jim Noel”, dio la bienvenida, sin embargo alertó que más significativo aún que eso era la demostración del enorme poder de Castro que, con pocas palabras, hizo popular la posición anticomunista y, del mismo modo, he could reverse the trend at any time. (Podría revertir la situación en cualquier momento)

De pasada soltó que Castro habría popularizado tal posición con intención de dificultar la protesta de los grupos de intereses de EEUU contra la Ley de Reforma Agraria (Despacho HAVA 2197, 26 de mayo de 1959). En el juicio a Matos, Castro recalcó que su revolución había triunfado porque el ejercito rebelde “nunca había tenido problemas políticos y existía absoluta confianza en la dirección política y militar de la revolución.”

El fiscal, comandante Jorge "Papito" Serguera, remachó con que los problemas políticos tienen que dejárselos al Comandante Fidel Castro que supo ganar la guerra”. Matos demoró en darse cuenta y no por falta de datos. El 27 de agosto de 1958 se había quejado a Castro por un tema con una ametralladora Beretta: 

“Créame que hoy deploro el haber venido aquí a la Sierra", llegó a decirle Matos y agregó: Acepto su insulto como un sacrificio más y le exhorto a que se supere en la forma de tratar a algunos de sus colaboradores.” 

Castro respondió el 30 de agosto: 

“Estoy haciendo esta revolución y tú no eres un colaborador mío, sino de la revolución (…) Si tu honor, tu orgullo, como quieras entenderlo, te impiden rectificar (…) entrega el mando al capitán Félix Duque para presentarte en la Comandancia General.”

Matos mantuvo el mando, y para la madrugada del 2 de enero de 1959, en el balcón del ayuntamiento de Santiago de Cuba, Carlos Franqui hablar a la multitud. Franqui se lo dijo a Castro y Luis M. Bush, secretario del presidente Manuel Urrutia, escuchó a Castro responder: 

“Déjenlo que hable; que no digan que alguien se le prohíbe, que hable”. 

Matos entraría junto a Castro en La Habana el 8 de enero de 1959 y el día trece había asumido la jefatura militar de Camagüey. Para marzo 21, el fiscal René Burguet Flores informaba que hasta la fecha habían sido fusilados en Camagüey nada más que cuarenta y ocho miembros de las fuerzas armadas batistianas. Tras desertar Díaz Lanz, quien había piloteado el avión en que Matos llegó el 30 de marzo de 1958 a la pista de Cienaguilla con un cargamento de armas, Matos contaría que...

“Tomando en consideración la amistad que me unía a este compañero,[Castro] por su traición hube de manifestarle que en cualquier momento que estimara que mi presencia en las fuerzas armadas no fuera conveniente, no tuviera pena en dar por terminados mis servicios”. 

Castro respondió: 

“No te preocupes, eso es una insignificancia, sigue trabajando.” 

No es lo mismo sugerir algo así al jefe del campamento que bajarse en una carta de renuncia irrevocable como la del 19 de octubre de 1959 donde le dice:

“Todo el que haya tenido la franqueza de hablar contigo del problema comunista debe irse antes de que lo quiten”. 

El 28 de octubre, “en una miserable celda” del Castillo del Morro, Matos veía por fin “a Fidel camino de la tiranía, si no es que había llegado ya. Así afloró un problema mayor para Schelesinger y compañía: en vez del "¿cuándo giró Castro hacia el comunismo, cuándo enrumbó Castro hacia la tiranía?.

El vergonzoso reportaje del periodista Herbert L. Matthews en Sierra Maestra 1957

Hasta su apologista Herbert L. Matthews percibió que Castro había usado el truquito del comunismo. En su ensayo de entendimiento de la Revolution in Cuba (Scribner, 1975), Matthews alegó que la revolución había tomado forma marxista leninista del mismo modo que a man would don a suit of clothes (…) It is the man who counts, not the clothes (página 6). (Lo que cuenta es el hombre, no su ropa). 

Al parecer la guataquería de Matthews malogró la mejor comprensión de su estudio biográfico Fidel Castro (1969). En la primera línea de su informe recalcó que ese fenómeno histórico conocido como revolución cubana, era tan sólo the Castro´s Revolution. Castro confirmó que, como era suya, hizo con ella lo que le dio la gana. Matos cerró su carta fechada en el Morro asegurando: 

“Entre los sometidos y los cobardes en Cuba, nadie se atreve a decirle a Castro que no cuando él dice que sí".

Que esa gente era la mayoría del “pueblo cubano” explicaría por qué Castro pudo hacer con su revolución lo que le dio la gana: desde declararla socialista en abril de 1961, pasando por “¡Ahora sí vamos a construir el socialismo!” en abril de 1986, hasta apearse con lo de "preservar las conquistas del socialismo” en abril de 1992, aunque de esto último “nadie supo muy bien a que se refería.

Y eso fue posible tambien porque la primera proclama de Urrutia dio un tajo mortal a la Constitución de 1940, al separar la presidencia de la jefatura militar suprema con casi el mismo argumento que esgrimiría el fiscal Serguera en el juicio a Matos: 

“Considerando los altos merecimientos del doctor Fidel Castro Ruz al servicio de la patria, como jefe de la revolución que ha derrotado al régimen tiránico instaurado el 10 de marzo de 1952, vengo a nombrarlo Comandante en Jefe de las Fuerzas de Aire, Mar y Tierra de la República de Cuba”. 

Lo hizo basado en la Ley Fundamental [febrero 7, 1959] que concentró las potestades, tanto legislativa como constituyente, en el poder ejecutivo, al estilo de los Estatutos Constitucionales batistianos en 1952. Y porque el premier José Miró Cardona presentó su renuncia —febrero 13— tras cambiar el verbo rector del artículo 146: 

“El Primer Ministro dirigirá [en vez de representará] la política general del gobierno.” Miró Cardona subrayó que “las facultades de un verdadero jefe de gobierno [debía asumirlas] quien por su jerarquía histórica es el jefe de la revolución, doctor Fidel Castro”. 

Al tomar posesión del premierato, Castro dijo esto: 

“Estaré aquí mientras cuente con la confianza del presidente de la República.” 

Para ser coherente Castro consolidó un "suave" golpe de estado al presidente Urrutia nada más con anunciar el 17 de julio de 1959, "que renunciaba". La mayoría del “pueblo cubano” salió a la calle clamando por el regreso de Castro al poder. De los comandantes que se reviraron queda tan sólo Rolando Cubela, quien pactó con Castro en 1978. 

 © cubaencuentro.com 

NOTA: Antes de morir, Hubert Matos dijo: "Quiero hacer mi viaje de regreso a Cuba desde la misma tierra cuyo pueblo siempre me demostró solidaridad y cariño, quiero descansar en suelo costarricense hasta que Cuba sea libre y de allí a Yara, a acompañar a mi madre y a reunirme con mi padre y con los cubanos". 

Costa Rica fue el país donde se exilió en 1957,y de allí abasteció de armas a la guerrilla Fidelista. Matos, que se había doctorado en Pedagogía en la Universidad de la Habana en 1944 y luego cumplió veinte años de prisión en las cárceles Castristas, falleció en Miami en el mes de febrero del 2014 a los 95 años.