![]() |
Parroquia de San María en Camaguey. Imagen del archivo histórico Cubano. // |
En Europa, durante el período clásico, la homosexualidad fue una práctica común entre los griegos y aceptada entre los ciudadanos siempre que no fuese exclusiva. Por otro lado, en Roma también había tolerancia aunque más estigmatizada que en Grecia, sobre todo si de esclavos se trataba.
En cambio en las culturas pre hispánicas los aztecas no las permitían e incluso los castigaban con la muerte como era castigada en Cuba con la hoguera. En esa época de la conquista tuvimos en Cuba al cruel encomendero extremeño Vasco Porcallo de Figueroa y de la Cerda, un conquistador que llegó de la mano de Diego Velázquez en el siglo XVI.
Porcallo fue de los que fundó la villa de Trinidad donde tenía en propiedad la hacienda "Sabana", también poseía propiedades en Camagüey, que entonces le llamaron "Santa María de Puerto Príncipe", así como en San Salvador del Bayamo, Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa y en Sancti Spiritus.
Se decía era un adicto a las mujeres indígenas, contrajo matrimonio con una de ellas de nombre Tínima, hija del cacique Camagüebax que era un importante dirigente local en la región de Camagüey. De hecho se hizo famoso por las numerosas concubinas de esa raza que tuvo y la cantidad de violaciones que cometió también, reprimía con mano dura las practicas homosexuales entre los aborígenes.
Porcallo se enriqueció con el descubrimiento de varias minas de oro y plata, llegando a ser el terrateniente más poderoso de la isla en ese momento. Como de cruel habrá sido este fornicador de nativas, que un informe que aparece en el libro del escritor cubano Abel Sierra, "La Nación Sexuada", del año 2000, se describe la dureza de sus métodos de castigo hacia "la sodomía" en aquellas tribus.
El finado historiador de la Habana, Eusebio Leal, le endiñó más de trescientos "inditos" como resultado de esas relaciones, e incluso llegó a afirmar que viajaba con una litera lista para la ocasión. Cuentan que estaba perdidamente enamorado de la bella Caucubú, hija de otro cacique de nombre Guamuahaya, en la entonces Santísima Trinidad.
Su fama llegó hasta España, y al ser interrogado por la alarmada corte en Madrid, les confesó que para combatir "inclinaciones suicidas" había tenido que someter a la hoguera a quince indígenas, mientras que a otros les había cortado el pene y los testículos haciéndoselos comer para ejemplarizar a los demás.
El escritor Eduardo Zayas - Bazán le describió como “el español más odiado y temido por los siboneyes", en cambio el inca Garcilaso de la Vega decía que era "un buen hombre y generoso". Debió ser que como no eran peruanas las que Porcallo se "pasaba por la piedra", por eso lo decía. La historia le recoge con cuatro esposas y trece hijos.
Y aunque el cruel encomendero la pretendía, Caucubú, estaba enamorada de Naridó, un joven que llamaban Cara Roja, muy buen pescador y cazador que además le correspondía, de modo que al saber las intenciones de Porcallo, la india se encerró en una cueva y nunca más salió de ella. En cambio a Tínima, que era nacida en Sabaneque en 1490, si la desposó y le dio nombre y apellidos cristianos, Elvira Tínima de Mendoza.
En cambio con el tiempo prefirió el suicidio en un río, al ver como su cruel marido trataba a sus congéneres. Algo de cierto había, pues un documento que reza en los archivos de España asegura que en un viaje efectuado a Cuba por el obispo fray Diego de Sarmiento Sotomayor, en julio del 1544, da cuenta de un encuentro que tuvo con Porcallo en Puerto Príncipe. Así lo describió:
"En 30 de marzo vine a esta villa del Puerto del Príncipe, que visité. Hay 14 vecinos. En la comarca vive Vasco Porcallo de Figueroa, la más calificada persona de esta isla, de linaje y hacienda. Tiene en esta villa casadas dos hijas mestizas con dos de los principales de ella, y desde su cabaña, que por mar y por tierra dista de aquí cien leguas, viene siempre a residir aquí parte del año. Es generoso y animoso, y es mucha parte para sustentar esta villa y la de Sancti Spíritus. Todos le respetan como a padre, por sus buenas obras".
Además, el religioso detalla como mestizas a otras dos hijas de Porcallo, doña Teresa de la Cerda y Sotomayor, casada con el capitán Esteban de Lagos Mexías, y doña Leonor de la Cerda y Sotomayor, también esposa de un hombre importante en Puerto Príncipe.
"En 30 de marzo vine a esta villa del Puerto del Príncipe, que visité. Hay 14 vecinos. En la comarca vive Vasco Porcallo de Figueroa, la más calificada persona de esta isla, de linaje y hacienda. Tiene en esta villa casadas dos hijas mestizas con dos de los principales de ella, y desde su cabaña, que por mar y por tierra dista de aquí cien leguas, viene siempre a residir aquí parte del año. Es generoso y animoso, y es mucha parte para sustentar esta villa y la de Sancti Spíritus. Todos le respetan como a padre, por sus buenas obras".
Además, el religioso detalla como mestizas a otras dos hijas de Porcallo, doña Teresa de la Cerda y Sotomayor, casada con el capitán Esteban de Lagos Mexías, y doña Leonor de la Cerda y Sotomayor, también esposa de un hombre importante en Puerto Príncipe.
Agregar que en 1527 Porcallo se unió a don Pánfilo de Narváez, y años después, en unión de su hijo, don Lorenzo Gómez Juárez de Figueroa, acompañó con el grado de teniente general al adelantado don Hernando de Soto, gobernador de la isla de Cuba, a la conquista de la Florida, desembarcando en la bahía del Espíritu Santo (hoy Tampa Bay), el 31 de mayo de 1539.
Fue una expedición costeada en gran parte por Porcallo, No obstante su estancia en la Florida fue corta, ya que debido a la avanzada edad y al fracaso de la expedición que le costó incluso la vida al valiente Adelantado, Porcallo se regresó a Cuba dejando en su lugar a su hijo Lorenzo Gómez Juárez de Figueroa.
Natural de Cáceres en España, Porcallo murió en la provincia de Camagüey en el año 1550, y sus restos fueron enterrados bajo el altar mayor de la parroquia de Santa María de la entonces Puerto Príncipe, esa misma que ve usted en la imagen de arriba.
Se cree que como encomendero llegó a tener esclavizados a más de mil indígenas, muchos de ellos los vendió en el extranjero. Y sobre el primer punto de este post. hay que decir que a partir del siglo XIX la condena de la homosexualidad en Cuba, como en muchos países del mundo, pasó a ser un
argumento más médico que legal.
Maldita Hemeroteca