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EL FRANCÉS, EL MEJOR VINO DE MADRID

Taberna de Antonio Sánchez. //

Según sucedieron los hechos, durante la invasión napoleónica a España en 1808, varios vecinos del barrio de Lavapiés en Madrid se toparon con un gabacho francés que deambulaba por el convento de la Merced medio despistado. 

Lo emboscaron y le dieron muerte sin mas. Matar un soldado Napoleónico no era nada recomendable, por lo tanto se vieron obligados a esconder el cadáver cuanto antes. Más que nada porque si una patrulla francesa encontraba el cuerpo de su compañero muerto, con seguridad que en la represalia pagarían justos por pecadores.

¿Y donde lo escondieron?, pues una tina o barrica de vino de la conocida Taberna de Antonio Sánchez, ubicada en la calle Mesón de Paredes nº 13. Esta taberna había pasado por las manos de varios toreros, hasta que Antonio se la quedó. Por cierto también fue torero, y hasta recibió la alternativa del famoso matador Ignacio Sánchez Mejías.

Tinaja original donde estuvo el gabacho "enterrado". 

En los almacenes del piso de abajo, una cueva prácticamente, se encontraba el vino almacenado en barricas tipo tinajas, y en la No 6, repleta del buen caldo, metieron al gabacho en la improvisada y alcohólica tumba. Cuando Antonio Sánchez agotó el vino de las demás tinajas, no se lo pensó dos veces para vender la que contenía los restos, ya disueltos y sazonados con el soldado.

Fue tan cínico el Antonio, que lo bautizó como "La Cuba del Francés" y los pobres parroquianos, ajenos al suceso, lo encontraban tan bueno que lo pedían sin cesar. Entre los clientes más asiduos de esa taberna, que no decimos con esto que lo hayan bebido aunque pudo ser muy probable, estuvieron Camilo José Cela, Joaquín Sorolla e Ignacio Zuloaga, entre otros.

La gente solía decir que como aquel vino no había otro en toda la comarca. Seis años duró la ocupación napoleónica de España. Aun se conserva intacta la taberna, que según dicen es la más antigua de todo Madrid. Incluso se conserva también la dichosa barrica. Se lo decimos más que nada para que ni se le ocurra, no vaya ser que aun quede "algún fondito concentrado". 

Maldita Hemeroteca