AVELINO ROSAS. Homosexual y liberal, pero mambí como pocos en Cuba.

Fermín Valdés Domínguez a la izquierda con gafas

No sabemos si el patriota Fermín Valdés Domínguez llegó a arrepentirse alguna vez de lo que dijo, o por el contrario pasó a la historia Cubana por haber sido un "homófobo histórico". 

Este condiscípulo de José Martí, fundador del "Diablo Cojuelo", revista que llevaba el nombre de un travieso personaje de la literatura española del siglo XVII, fue uno de los detenidos en aquel injusto proceso donde fueron fusilados los 8 estudiantes de medicina, acusados de la falsa profanación de la tumba del periodista, y coronel de voluntarios asturiano, Gonzalo de Castañón.

Y aunque se le acusó del entonces grave delito de infidencias y fuera condenado a 6 años a trabajos forzados, fue de los afortunados que luego de pasar apenas 50 días en las canteras de San Rafael, lo enviaron a la finca de los Molinos a cortar yerba hasta que, en 1871 indultado por el rey Amadeo I, en junio de 1872 consigue salir deportado para España.

Luego de vivir una larga temporada en los Estados Unidos, regresó a Cuba y se incorporó - como médico - a la ultima guerra de 1895, donde alcanzó el grado de coronel. Total que parece que la opinión que tenía don Fermín de los homosexuales no era muy buena que digamos. 

En concreto del oficial colombiano Avelino Rosas Córdoba, un general de división del ejercito libertador cubano conocido como "El León de Cauca", que al parecer tenía un comportamiento algo "amanerado". No lo decimos nosotros, son opiniones reflejadas por el mismo Fermín en su "Diario del Soldado": 

"... Con sus “cobardías” y sus modales afeminados, nos dio tela para reír un rato a su costa”. 

Domínguez se refería así a una supuesta "debilidad" de un rebelde que, por su valor y arrojo, llegó a alcanzar un grado militar que él jamás pudo. No solo eso, que ya hubiera querido para él un expediente combativo como el que acumuló este "cobarde pajarito", en aquella última etapa de la guerra Cubana.

Como sería el tal Avelino, que cuando el secretario del general Antonio Maceo, don Gustavo Ortega, le propone a un grupo de colombianos que desean unirse a la causa Cubana en el refugio político de Curazao, Maceo acepta y le invita a sumarse a la causa y, además, le ordena viajar a Estados Unidos en busca de apoyo y pertrechos. 

Avelino logra reunir a cien cubanos y zarpa hacia Cuba el 26 de enero de 1896 en el vapor Hawkins, bajo el mando del general Calixto García. Sin embargo la nave zozobra ahogándose cinco hombres y perdiéndose gran parte del avituallamiento. No obstante el 15 de marzo lo intenta de nuevo, esta vez desde Atlantic City en el vapor Bermudas, ya con el grado de brigadier del ejército libertador. 

A Cuba llega con 73 hombres a bordo, mil fusiles, un cañón, municiones, medicinas, desembarcando el 25 de ese mismo mes por la ensenada de Marabí, en Guantánamo, incorporándose de inmediato a las tropas de Máximo Gómez y del propio Antonio Maceo. Días después sale para Camagüey, siendo nombrado por Gómez como jefe de Infantería de esa provincia.

General Avelino
Después de una exitosa campaña junto al general Serafín Sánchez, que incluso estuvo a su lado auxiliándolo cuando muere en combate el 18 de noviembre, participa en el ataque a Cascorro, en Camagüey, y comanda el cuerpo de infantería cuando el núcleo del ejército cubano atraviesa la trocha de Júcaro-Morón. 

Ahí es cuando el generalísimo Máximo Gómez le confía el mando de toda la infantería del Camagüey; y le asciende a general de brigada. Luego, el 8 de enero de 1897, le designa al frente de la jefatura de la división Matanzas, en sustitución del general cubano José Lacret y Morlot, donde le aguardan los combates de "Las Minas" y "Punta Brava", en el Occidente de la isla, donde adquiere el sobrenombre antes mencionado y es ascendido entonces a general de división. 

Tenga en cuanta que en Occidente era donde estaban más concentradas las fuerzas españolas y, obviamente, la guerra se hacía más dura y difícil. Sin embargo su carácter irascible choca con el iracundo de Máximo Gómez, y este le destituye, sin embargo recupera todo lo perdido combatiendo tenazmente en Santiago de Cuba, cuando se produce la intervención del ejercito norteamericano. 

Es más, es que si se viene a ver, mostró más patriotismo que la mayoría de los cubanos, al ver como el Army tomaba el protagonismo del conflicto y el ejercito libertador pasaba a un segundo plano. Es aquí cuando decide mandarlo todo al carajo y marcharse de vuelta a Colombia, pero no de vacaciones, a seguir peleando en el conflicto civil de 1901 donde encontró la muerte.

Por su parte de Fermín Valdés Domínguez... 

Por favor. Solo calcule una cosa, que entre su estancia en los EEUU primero, y luego como integrante del cuerpo de sanidad en Cuba, la de privaciones, tiros y machetazos que este "hombretón a toda costa" se ahorró en su vida, por tanto no es de extrañar que además de ese sentimiento homofóbico, sintiera una enfermiza envidia hacia este bravo general.

No pretendemos someter a Fermín Valdés Domínguez a un juicio de valores, menos cuando han pasado ya 130 años de aquello, pero se trata de un feo pasaje de aquella etapa que no suele publicarse, y donde el fue protagonista. En un final en esta Cuba castrista y fuera de ella también, se sigue pensando exactamente igual que como lo hacía este señor. 

Solo agregar que de Cauca, en Colombia, también vino a pelear a Cuba en 1870 el general Rogelio Castillo Zúñiga, quien llegó a ser inspector general del ejército libertador. Según su biografía, en aquel ejercito estuvieron, entre otros colombianos, el teniente coronel Martin Sierra, natural de Cali, que se batió heroicamente en el ataque a Jiguaní; el comandante Heriberto Duque, uno de los héroes de Jimaguayú, así como Rafael Díaz Morkum, que peleó bajo el mando de Maceo y que fue otro de los que a su regreso a Colombia participó en la guerra de los "mil días", la misma donde murió Avelino Rosas precisamente.

Maldita Hemeroteca 
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