CEJAS DE BONILLA: Doble debut militar del Camagüey


Un 28 de noviembre de 1868, 24 días después de que Puerto Príncipe se levantara en armas, la provincia protagonizaba su bautismo de fuego dentro del alzamiento iniciado por Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre de ese año en Bayamo. 

Mal armados e inexpertos, unos 150 rebeldes de la zona se aventuraron a hacerle frente a una fuerza muy superior liderada y artillada por el gobernador militar Blas Villate y La Hera, conde de Balmaseda, en una zona conocida como "Potreros de Ceja de Bonilla". Pudo haber sido de mayor contundencia si las fuerzas del general Augusto Arango no cometen la imprudencia de poner sobre aviso al enemigo, lo que echó por tierra los planes de una inesperada emboscada. 

La acción estaba encaminada a sorprender un tren que hacía recorrido desde Puerto Príncipe hacia Nuevitas, en el cual viajaban unos ochocientos soldados españoles. Así lo describió su paisano y que luego fuera en dos ocasiones presidente de la república de Cuba en armas, don Salvador Cisneros Betancourt, marqués de Santa Lucía:

“En Bonilla se portó Ignacio muy valiente y, en un principio, rechazó a más de media docena de soldados que intentaron llegar hasta él, pero habiendo sido herido levemente, su primo y concuño Eduardo Agramonte Piña, muy al principio de la acción, dejó el campo para acompañarle y llevarle”.

Y aunque al final los rebeldes Cubanos tuvieron que abandonar el campo de batalla ante la superioridad bélica Española, el hecho marcó dos estrenos patrióticos dentro de este alzamiento, por un lado fue el primeo que se producía en esta provincia, y por el otro el de alguien que, a partir de aquí y con apenas 27 años, se convertiría con el tiempo en el más prestigioso, valiente e inteligente de los mambises cubanos, el abogado y masón don Ignacio Agramonte y Loynaz.

Para mediados del siglo XIX, buena parte del servicio de correos y entregas en la isla se hacía por vía férrea. Este tren que solían salir desde Batabanó, en la Habana, pasaban por Cienfuegos y continuaban por los pueblos de Trinidad, Santa Cruz del Sur, Manzanillo y finalizaba su recorrido en Santiago de Cuba. Ese era el plan, precisamente, evitar que esas fuerzas españolas llegaran al principal escenario de rebeldía, Oriente. 

Un dato curioso: 

En Nuevitas se había establecido un sistema de pitazos como forma de advertirles a los residentes que tipo de entrega era la que llegaba y desde donde procedía el tren, por ejemplo, en caso de que la máquina diera 4 pitazos, eso significaba que procedía de la capital.

Maldita Hemeroteca.
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