Joseph Pulitzer y el poder de la prensa en la guerra de Cuba

Joseph Pulitzer. // 

Se suele decir que con su pluma, Mr Joseph Pulitzer le hizo mas daño a España que los machetes mambises. Y es cierto, este famoso editorialista, nacido un 10 de abril del año 1847, fue clave para que Cuba consiguiera su libertad. 

Gracias a su habilidad para mentir y fabricar "increíbles películas" en contra de España, los independentistas cubanos consiguieron convencer al gobierno de Estados Unidos que intercediera por ellos para sacudirse el dominio español mediante una invasión de un ejercito que era mucho mas potente en todos los sentidos. 

Tanto él, como William Randolph Hearst, entonces dueño del New York Journal, se dedicaron a publicar artículos de naturaleza sensacionalista sobre el conflicto, a través de varios de los corresponsales que lograron "colar" en la isla, a veces con la anuencia misma de España. Estos "testigos" se dedicaron a informar, pero también a inventar historias de dudosa procedencia, que a la postre consiguieron cambiar el estado de opinión en Washington.

Junto a Hearst, que llevó la voz cantante en este sentido, Pulitzer jugó un papel preponderante en el peso de la propaganda bélica, enfocada en que los españoles no actuaban conforme a los principios cristianos y posicionándose a favor de la declaración de guerra.


Mediante una hábil campaña manipuladora a base de mentiras, medias verdades y exaltaciones patrióticas, ambos magnates lograron no solo convencer la opinión pública de su país de que Estados Unidos actuaba como potencia agresora, si no que lo hacían como protectora y solidaria con las "pobres víctimas cubanas". 

Célebre como ninguna fue aquella "fake news" que orquestaron a nombre de Clemencia Arango, la hermana del coronel mambí Raul Arango, una joven de 17 años que se dedicaba a llevar y traer información valiosa para el ejercito libertador. Clemencia - como era de esperar tarde o temprano - fue detenida por las autoridades Españolas en 1897.

En ese instante se encontraba a bordo del buque estadounidense Olivette con destino a Nueva York, quedando bajo la sospecha de ser un correo que entregaría cartas a los líderes cubanos rebeldes residentes en aquella ciudad. Este suceso dio pie a una de las campañas mas demoledoras que, después de la explosión del acorazado Maine en la bahía de la Habana, desató esta prensa norteamericana.

Fueron a la yugular, acusaron a las autoridades policiales españolas de un trato vejatorio para con la joven, argumentando que había sido víctima de indecentes manoseos durante el registro policial. El titular, «¿Protege nuestra bandera a las mujeres?», se acompañó de un dibujo donde se veía la señorita Clemencia desnuda y rodeada de viciosos policías. 

Al final resultó que la propia Clemencia lo negó todo, e incluso aseguró que una matrona - señoras que asistían partos - había sido designada para que efectuaran el registro de su cuerpo en un cuarto solitario. Fue a raíz de una carta escrita por el embajador español en Washington, Enrique Dupuy de Lome, que fue interceptada haciéndose público su contenido. 

En el texto describía al presidente McKinley como “hombre débil y populachero” “ un politicastro”. Fue tal el insulto, que el subsecretario de Marina Theodore Roosevelt terminó exigiendo una declaración de guerra. Aquellos periódicos crearon - con muchísimo éxito demás - una visión negativa sobre España que tenía su génesis en la propaganda holandesa, francesa e inglesa, vertida durante el periodo imperial.


Por ejemplo.... «Nada queda más que los españoles; es decir, indolencia, orgullo, crueldad y superstición infinita. Así fue como España destruyó toda la libertad de pensamiento a través de la inquisición, y durante muchos años el cielo estuvo lívido con las llamas del auto de fe, ocupada llevando leña a los pies de la filosofía, quemando a gente por pensar, por investigar y por expresar sus honestas opiniones».

La guerra hispano-estadounidense no fue, sino, la culminación de una dinámica que venía desde mucho tiempo atrás. Desde mediados de siglo ya Estados Unidos ansiaba hacerse con Cuba por varios motivos. Uno era la dura competencia que le suponía la producción azucarera de la isla; y el otro la necesidad de subrayar la Doctrina Monroe que desde el año 1823 se oponía a la presencia europea en América. 

De hecho le llegaron a ofrecer a España 125 millones por la isla, una oferta que la "sacarocracia oligárquica española" se opuso terminantemente. Solo un dato mas que demuestra el real poder de esta prensa norteamericana. 

Cuando Valeriano Weyler consiguió controlar las provincias occidentales, el dibujante Frederic Remington fue enviado por Hearst a la isla para que ilustrara los desmanes durante la reconcentración civil. A los pocos días este envió un telegrama a su jefe solicitando el regreso, aduciendo que todo estaba tranquilo y que no habría guerra, sin embargo el magnate le contestó con otro célebre telegrama que decía así...  “Quédese. Yo le proporcionaré la guerra”.

Quien fue Pulitzer 

Hábil en los negocios, Pulitzer llegó de Hungría sin un centavo en el bolsillo y sin saber "ni papa" de inglés, entonces se alista en el ejercito del norte durante la guerra de secesión, hasta que accede a una oferta como articulista en idioma Alemán del periódico Westiche Post. Fue tan bueno en su trabajo, que lo contrataron como "periodista" y unos años después, consiguió comprar ese mismo diario por la suma de 3.000 dólares.

Por una serie de cuatro fotografías del camarógrafo Andrew López, que muestran a un cabo del ejército de Fulgencio Batista cuando iba a ser ejecutado, mereció el premio Pulitzer en el año 1959.

Mas tarde, en 1878, se convierte también en dueño de su competidor, el St. Louis Dispatch, un diario en ruinas que adquirió en una subasta pública. En 1883, con 36 años, gracias a su talento y a su desmesurada ambición, se hizo con el New York World, que por entonces también se encontraba al borde de la quiebra. Entonces realizó un milagro, conseguir en pocos años que pasara de vender 12.000 ejemplares a más de 300.000.

Llegó a tener tanto dinero, que se compró el French's Hotel situado en el número 99 de Park Row, en Nueva York, el mismo que años antes le había negado la entrada por no disponer de los 50 centavos que costaba por noche la habitación. Lo hizo demoler, y en su lugar levantó el Pulitzer Building, un rascacielos de 20 plantas y 94 metros de altura que abrió sus puertas en 1890 y se convirtió en sede del rotativo World. Ese edificio ya no existe, pues en 1955 fue demolido para crear un acceso vial hacia el puente de Brooklyn.

EL RUDIMENTARIO PERIODISMO A MAQUINA DE ESCRIBIR LE PASÓ FACTURA

Trabajaba como una máquina día y noche, sin embargo convertir al World en uno de los periódicos más importantes de EEUU le pasó una costosa factura. Después de cinco años de vida frenética y a pleno rendimiento, se encontraba al borde del colapso nervioso. Empezó a fallarle la vista y los médicos le ordenaron llevar una vida tranquila.

El fake news de la detención de Clemencia Arango

Pulitzer murió a bordo del yate "Liberty" en la bahía de Charleston, Carolina del Sur, donde se había refugiado a descansar por su frágil salud, luego de tantos años de periodismo frenético que lo habían dejado prácticamente ciego. El 29 de octubre de 1911 respiró por ultima vez a los 64 años de edad.

Como parte de su gran fortuna, dejó testamentado dos millones de dólares a la Universidad de Columbia para que abriera la escuela de estudios avanzados de periodismo, mientras dispuso también la creación de un premio de periodismo que hoy llevara su nombre, y que debía gestionar la Universidad de Columbia. Cinco años después de su fallecimiento, en 1917, se entregó por primera vez el premio. 

Esa foto que ganó el premio, fue una ejecución efectuada el 17 de enero de 1959 en la provincia de Matanzas, y se trata de José Rodriguez, un cabo de la policía del régimen depuesto de Fulgencio Batista ese mismo año. Este fotógrafo, nacido en España en el 1910, era corresponsal de guerra de la United Press. Falleció el 30 de octubre de 1986 en la Florida.

Maldita Hemeroteca.
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