Nadie es responsable de la familia que le toca

Pintor Pedro Pablo Oliva

Nadie puede hacerse responsable por lo que hicieron sus antepasados. ¿Cómo serlo?, si en realidad no podemos responsabilizarnos ni con lo que hacen nuestros propios hijos. Aún así, a nadie le gustaría tener en su árbol genealógico un familiar como el que le tocó al pintor Cubano Pedro Pablo Oliva.

Oliva es pintor graduado de la Academia de Artes Plásticas de Pinar del Río en el año 1965, y cinco años después perfeccionó sus conocimientos en la Escuela Nacional de Arte de cubanacán, en la Habana. Ha sido un artista multi premiado con más de veinte muestras personales y cientos de exposiciones colectivas, galerías, e incluso varias bienales internacionales.

El tema está en que este señor tuvo un abuelo que jugó un papel tremendo en una parte importantísima de nuestra historia, la muerte del prócer José Martí nada mas y nada menos. Su abuelo fue aquel excelente tirador y fusilero del segundo batallón español que, comandado por el coronel Ximenez de Sandoval, terminó con la vida del apóstol en aquella maldita sabana de Dos Ríos, el 19 de Mayo de 1895.

En una ocasión Oliva dijo que los cuadros que pinta con la temática de Martí, son como una especie de exorcismo personal por lo que hizo su abuelo en el pasado. Así es la guerra, unos van a matar y otro a que los maten, y si algo exoneró a su abuelo fue que no sabía ni quien era Martí, mucho menos si cabalgaba directo a la mira de su fusil. 

Y decimos fusil, por que según declaró el cabo sanitario español Juan Trujillo el 23 de mayo de 1899 al periódico "La Discusión", el fusilero Oliva había rematado a Martí de un tiro de su tercerola "Remington" calibre 11, que era el arma oficial de la caballería de la guardia civil española. Es que hay quien sostiene que fue con un revólver.

Por otro lado Cayetano Martí Arias, práctico Cubano que contó su versión de los hechos, afirmó que cuando Martí apareció revólver en mano ya se había decretado el alto al fuego, y que si no le llega a ser porque cayó abatido, se hubiera metido dentro de las propias línea enemigas.

Esto coincide con lo declarado el 30 de enero de 1899 al periódico "La Discusión" por el capitán Fernando Iglesias, el jefe de la compañía española que sostuvo el peso del combate, donde reafirmó que el fusilero Oliva disparó contra Martí al verle cabalgando en su misma dirección. Su propio nieto sostiene la versión de que su abuelo se encontraba parapetado justo por donde venía el cabalgando el maestro, lo que prueba que Martí no sabía ni siquiera a donde iba. 

Arias aseguró que si los Españoles hubieran sabido quien era, hubieran preferido cogerlo preso como es lógico, más tratándose de que el coronel Ximénez de Sandoval lo conocía perfectamente. Cuando el tal Oliva fue a celebrar "su hazaña" con una botella de anís en la taberna de Jaime Sánchez, el hombre que posteriormente ayudó a confeccionar el sarcófago de cedro barato donde metieron el cadáver, dijo que celebraba el haber dado muerte a un tal "Martínez" que, según sus jefes, era un enemigo importante.

Lo verdaderamente inadmisible aquí fue el error cometido ese día por Máximo Gómez, al permitir que el hombre que había organizado aquel alzamiento se viera involucrado en un tiroteo inútil y de poca monta, una escaramuza que nada significaba desde el punto de vista estratégico para ellos. Incluso contando con 200 hombres al mando del general Bartolomé Masó.

A nuestro juicio, ese error de Gómez resultó mucho más grave que lo que pudo, o no, haber cometido el tal Oliva. De hecho existe una carta escrita por el propio coronel Ximénez de Sandoval al albacea de Martí, don Gonzalo de Quesada y Aróstegui, fechada el 4 de septiembre de 1908 en Valencia, en la cual señala a Máximo Gómez como el único responsable de esa muerte: 

"Si un consejo de guerra le hubiera juzgado, así lo habría estimado, por no saberse imponer a Martí, atacar a ciegas y dejar hacer a sus subordinados cuanto les vino en ganas”.

Puede, no lo sabemos, que Martí haya querido quitarse de encima ese "sambenito" de no haber combatido en la manigua Cubana, el mismo que en 1891 le llevó a retar a duelo al jefe del ejercito en las Tunas, coronel Enrique Collazo Tejada, quien le acusó de rehuir el peligro, adular a los emigrados e incluso, de servir a España y a los Estados Unidos.

“Si de nuevo llegase la hora del sacrificio, tal vez no podríamos estrechar la mano de Ud en la manigua de Cuba".

Le dijo Collazo, a lo que Martí le respondió:

"Si mi vida me defiende, nada puedo alegar que me ampare más que ella… Pero no habrá que esperar a la manigua, Sr. Collazo, para darnos las manos, sino que tendré vivo placer en recibir de Ud una visita inmediata, en el plazo y país que le parezcan convenientes".

En fin que mediante esa constante manipulación que hacen con la historia, la prensa castrista sigue sosteniendo que Gómez "hizo cuanto pudo" por proteger al maestro, cuando se sabe que eso no fue cierto. Lo lastimoso de todo es que Martí no llegó a saber nunca que ambas fuerzas ya habían decretado el "alto al fuego".

En cuanto a los objetos del maestro, todos fueron requisados por el coronel Sandoval, aunque el revolver Smith and Wesson con la culata de nácar, se lo obsequiaron al fusilero Oliva. Señalar también que decir que Martí fue el único fallecido en ese combate es totalmente falso, toda vez que el teniente coronel bayamés Juan Francisco Blanco, alias "Bellito", que resultó herido en esa refriega, murió a los dos días en circunstancias no muy clara que digamos 

Hay versiones que apuntan a que Bellito se había enfrentado a en a Gómez por el asunto de las reses de Jiguaní, lo cual Martí lo dejó reflejado en su Diario el día diez, y por supuesto eso ha dado origen a una improbable pero posible hipótesis de que lo "dejaron morir". Era uno de los hombres más valiosos del general Bartolomé Masó en ese alzamiento de 1895.

Además, otro tema del que apenas se habla es que previo a las acciones, se cree que como a las nueve de la mañana, el mambí Carlos Chacón había sido capturado por el cabo español José Rubio y, una vez llevado ante el comandante Ximénez de Sandoval, este confesó que iba a por víveres "por orden del presidente", e incluso les dijo que la fuerza mambisa contaba con 600 hombres aproximadamente. 

En fin, y ya para terminar, solo agregar que este fusilero Oliva, a juzgar por lo que dijo su propia hermana Olivia y su primo mambí Juan Eugenio Oliva al periódico "Patria", se embarcó hacia España a finales de la guerra. Quizás sintió que nada bueno le deparaba por lo que había hecho. Aun así los mentirosos compulsivos en Cuba repiten, una y otra vez, una vieja mentira publicada en la revista Bohemia en 1969, que lo habían ajusticiado a machetazos en Palmarito de Cauto, en Santiago de Cuba. 

Habría que preguntarle al señor de la foto, y con el riesgo incluso de que "te diga que sí".

Maldita Hemeroteca
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