Aunque actualmente las peleas entre animales están terminantemente prohibidas en España, excepto la lidia de toros y según la comunidad autónoma donde se efectúen las corridas, la realidad es que fueron los españoles quienes llevaron los gallos a Cuba y comenzaron a pelearlos como un divertimento que, con el tiempo, se convirtió en un asunto de estado.
En el nuevo Gabinete de Wood, el mayor general Juan Ríus Rivera, el puertorriqueño que más alto grado militar alcanzó en el ejercito libertador cubano y además miembro de la asamblea constituyente que redactó la primera constitución de Cuba en 1901, fue designado para dirigir la cartera de Agricultura.
Sin embargo, las medidas que tomaría este nuevo gobierno interventor no fueron de su agrado, y como consecuencia presentó su renuncia. Entre aquellas medidas estuvo la prohibición de las lidias de gallos que eran muy populares en Cuba, lo que Ríus Rivera entendió iba en contra del objetivo de los cubanos de conformar un gobierno propio, libre y soberano de cara a la esperada república.
En su lugar, el general Wood nombra al doctor Bayamés Diego Tamayo Figueredo, otro redactor de la constitución e integrante de la comisión encargada de valorar y aconsejar acerca de la relación futura entre Cuba y los Estados Unidos, quien propone el diecinueve de abril una ordenación, la No 165, aprobada por Wood, que contenía estas nuevas regulaciones:
1- Queda por la presente prohibida desde el día 1º de junio de 1900 la celebración de lidias de gallos en el territorio de esta Isla.
2- Cada uno de los contraventores de esta disposición incurrirá en la multa de 500 pesos.
3- Se derogan todas las leyes y disposiciones, o partes de las mismas, que se opongan a la presente.
En su lugar, el general Wood nombra al doctor Bayamés Diego Tamayo Figueredo, otro redactor de la constitución e integrante de la comisión encargada de valorar y aconsejar acerca de la relación futura entre Cuba y los Estados Unidos, quien propone el diecinueve de abril una ordenación, la No 165, aprobada por Wood, que contenía estas nuevas regulaciones:
1- Queda por la presente prohibida desde el día 1º de junio de 1900 la celebración de lidias de gallos en el territorio de esta Isla.
2- Cada uno de los contraventores de esta disposición incurrirá en la multa de 500 pesos.
3- Se derogan todas las leyes y disposiciones, o partes de las mismas, que se opongan a la presente.
Esta orden llevaba la firma del brigadier general de Voluntarios y jefe e Estado Mayor, Adna R. Chaffee. Hasta este día las peleas de gallos, que eran como el ADN del cubano en su identidad y su modo de vida, quedaban prohibidas. De hecho, el marqués de la Habana, José Gutiérrez de la Concha, nombrado en tres ocasiones capitán general en el siglo XIX, había dicho una vez que tanto una lidia de gallos, un paquete de barajas y doce manolas con sus guitarras, iban junto al Cubano donde quiera que fuera.
Luego, con la república, el ex presidente interino, Dr Carlos Mendieta Montefur, conocido en Cuba como "El solitario de Cunagua" y que asumió al cargo en 1934 a la renuncia del doctor Ramón Grau San Martín, fue uno de los más destacados criadores de gallos finos del país. Es más, existe una raza en Cuba que lleva su apellido.
Fue el castrismo quien las prohibió de nuevo a su llegada al poder en 1959. No por ser animalistas, si no porque todo lo que significara una reunión de varios cubanos lo consideraban peligrosamente subversivo. Sin embargo, integrantes de su "mermelada dictatorial" campeaban por su respeto en vallas (ruedos) de uso exclusivo para su disfrute.
Mientras la ley perseguía a los galleros Cubanos, el comandante Guillermo García Frías, un íntimo y de los más confiables del dictador, se pasaba la prohibición "por sus santas vergüenzas". En 2021 decretaron una ley llamada "de bienestar animal", que legislaba multas para los maltratadores de mascotas y demás animales, pero dejando autorizadas las peleas de gallos siempre que estas se efectuaran en clubes afines controlados por el organismo que dirige este vividor, el de "Flora y Fauna".
Así mismo, seguía quedando autorizado su sacrificio religioso de origen africano, como la santería tan extendida en el país. La clave de este engendro de ley es que un gallo de lidia puede alcanzar un valor de hasta trescientos dólares americanos e incluso más, con lo cual pasa a ser un animal de "interés partidista". Y como pasa con los caballos de pura sangre que se crían en la finca estatal de Artemisa, igual dirigida por este magnate revolucionario, los gallos son altamente exportables a países como Colombia, México o Venezuela.
Maldita Hemeroteca

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