José Martí y Carmen Zayas Bazán: Una vida de incongruencias políticas, celos e infidelidades

New York 1890

En 1881 José Martí se fue a Caracas. Ya sabemos que se pasó más tiempo fuera de Cuba que dentro literalmente.

Había fracasado la guerra de los diez años en Cuba y le dio por Venezuela. Su esposa Carmen Zayas Bazán, entonces en Brooklyn, New York, se lo reprocha y le dice que está interponiendo causas ajenas a su obligación como esposo y padre. Martí había asistido al bautizo de María Mantilla, la hija de la casera de la pensión en esa ciudad en calidad de padrino, y luego había partido hacia Venezuela.

Carmen, incluso, le dice que se volverá a Cuba con su hijo José Francisco si persiste en su empeño Venezolano. Ante un pedido de reunirse allí en Caracas, la doña se resiste a ir a un lugar donde nada le ataba. Entonces le escribe una carta donde lo más chiquito que le dice es cobarde:

"Mucho más que tú tienen méritos esos hombres que lucharon y que hoy se rinden, no a un gobierno que combatieron sino a las necesidades de sus hijos no satisfechas… Sacrificar a todos y cantar purezas lejos del contagio, olvidando cuanto hay de más sagrado en la tierra, y más serio en la vida, ni es valor ni así se cumple con el deber".

Al final el dictador Antonio Guzmán Blanco lo expulsa de Venezuela, en momentos en que Martí había comenzado a escribir su famoso libro "La Edad de Oro". ¿Quién no recuerda esto?...“Cuentan que un viajero llegó un día a Caracas al anochecer, y sin sacudirse el polvo del camino, no preguntó dónde se comía ni se dormía, sino cómo se iba adonde estaba la estatua de Bolívar”.(;Fragmento del capítulo "Tres Héroes"de la edad de oro.)

Fueron seis meses los que estuvo en Venezuela. Fue allí donde en una carta a su amigo Teodoro Aldrey le escribe esta frase que conocimos muy bien en Cuba: "De américa soy hijo y a ella me debo". Martí había fundado una revista en Caracas que, en apenas su segunda publicación se buscó un problema.

Se la dedicó al intelectual Cecilio Acosta, lo que provocó la ira del presidente Guzmán Blanco que le echó del país. Tuvo que salir de inmediato, al punto que le pilló sin dinero y para comprar el pasaje del barco le tuvo que pedir un préstamo al medico y escrito venezolano Belisario Rojas Espaillat.

A su regreso Martí y Carmen consiguieron vivir un tiempo juntos en New York, pero al final ella decide regresarse a Cuba. Lo pudo hacer gracias a gestiones que hizo con el cónsul español en New York. Recuerde que en esos años una mujer no podía tener pasaporte si no lo aprobaba el marido, pero este cónsul se pasó ese impedimento "por la vaina de su espada".

En en agosto de 1891, Carmen pone rumbo al Camagüey con un pasaporte español. Además de la incongruencia de ideas y cansada ya del independentismo de su marido, algo debió notar la doña que no esperó un día más allí. De hecho en una carta le escribe esto: "Es cierto que desde que te vi te amé, pero también es cierto que desde que te conozco no he tenido un día de calma, pues los celos me matan…".

Cuando el señor Mantilla fallece, Martí y Carmen Miyares ven al fin la posibilidad de vivir su romance en paz, y eso hace el apóstol hasta que en dos Ríos encuentra la muerte en 1895. Pero antes de eso, vivieron felices en New York con la pequeña María Mantilla; y el hecho de apadrinarla fue la manera que encontró la Miyares para disimular su verdadero padre.
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