Iglesia de San Hilarión en Guanajay, Artemisa |
En Cuba hubo un capitán del ejercito libertador que nunca disparó un tiro ni blandió jamás su machete, ni siquiera para cortar una penca de guano. Ese fue Guillermo González Arocha, cura que hacía labores de inteligencia para el ejercito mambí en la localidad de Artemisa, y delegado de la junta revolucionaria en vuelta abajo.
Cubanos concentrados |
No olvidemos que 15 años antes del levantamiento armado de Bayamo, el anexionista venezolano Narciso López desembarcó por la playa del Morillo, entonces provincia de Artemisa. Además dos años después fracasa el levantamiento de "vuelta abajo", donde el español Francisco de Frías y Matos, Conde de Pozos Dulces, tenía al "Bristol Café" como centro conspirativo.
Pero en ese tiempo el problema clave en Artemisa era que allí radicaba la comandancia de la trocha Mariel - Majana, al mando del general Juan Arolas Esplugues, trocha que intentó cruzar el general Antonio Maceo, cayendo el 7 de diciembre de 1897 en el intento. Además fue una plaza de reconcentración de campesinos dentro de aquella genocida política implantada por el general Valeriano Weyler, en su propósito de aislar de recursos a los mambises. Allí murieron casi 3000 personas reconcentradas.
De manera que este cura jugaba un papel muy importante en esa zona tan cercana a la Habana y tan fuertemente custodiada por el ejercito Español a la vez. Su trabajo consistía en esconder en la iglesia lo poco que se podía recabar, como medicinas, armamentos e importante y sensible documentación intercambiada entre la delegada del partido revolucionario en vuelta abajo, doña Magdalena Peñarredonda así como su presidente, el Perfecto Lacoste, enlace de Antonio Maceo que con el tiempo llegó a ser el primer alcalde que tuvo la Habana durante la república ocupada.
De allí se trasladaba de noche una zona del cementerio, donde era recogida posteriormente por un correo mambí. A la larga su actividad conspirativa fue descubierta por el general Esplugues, siendo enjuiciado y condenado al fusilamiento. Sin embargo el arzobispo de la habana, monseñor Manuel de Santander, intercedió y le salvó la vida, conmutándosele la pena al destierro y, más tarde, a prisión domiciliaria dentro de la misma sacristía.
Tropas Españolas en la trocha Mariel-Majana. Al fondo uno de sus 82 blocaos |
Sin embargo el párroco prosiguió en su labor conspirativa. La posibilidad de atrapar al general Antonio Maceo tenían a Weyler, como a la mayoría del ejercito, enfocado en ese objetivo, como para preocuparse a esa hora por un cura majadero. Con la derrota de España, sus tropas fueron evacuadas de Artemisa el 12 de agosto de 1898, y el padre Guillermo asume las funciones dentro de la junta de Educación.
La paz y la republica le sorprende como párroco de la iglesia "Ángel custodio de la Habana", en la calle "Compostela" un escenario que sirvió de inspiración a Cirilo Villaverde para escribir su obra "Cecilia Valdés o La loma del Ángel", a la vez que fungía como representante a la asamblea constituyente. Un dato histórico: La primera vez que los Artemiseños vieron un cine fue en 1902, y fue gracias a la labor social que desplegó este cura en ese pueblo.
De hecho logró importantes avances en la educación, entre ellos implantar el kindergarten dentro de la primera ley escolar, la escuela normal de maestros, la de sordo mudos y la construcción del asilo de Aldecoa. En lo social construyó el parque de Artemisa y la importante carretera en dirección Cayajabos, localidad pedánea con Guanajay que había sido destruida por completo el 4 de enero de 1896 por tropas mambisas del general Antonio Maceo, motivo por el cual fue adicionado a la municipalidad de Artemisa por la ocupación norteamericana.
Por su labor patriótica y de inteligencia, donde fue conocido como el agente "Virgilius y luego por "Flavio Rey", seudónimos que conocía hasta el mismo obispo Santander, el padre Guillermo González Arocha, capitán del ejercito rebelde, fue nombrado hijo adoptivo de Artemisa. ¿Usted había escuchado algo sobre este párroco convertido en agente de inteligencia?, pues la verdad es que no. Siempre se aprende algo.
Maldita Hemeroteca