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| Mayor General Bartolomé Massó Márquez. Presidente de la República en armas. // |
Usted imagine por un momento que un ejercito viene en dirección a Cuba con el propósito de invadirla por sorpresa. La noticia es oficial, ya están muy cerca. Quiero pensar que la primera reacción suya sería la más lógica, refugiarse en su casa, hacer acopio de lo más elemental, poner a buen recaudo a su familia y esperar a ver que pasa.
Pero resulta que de pronto un grupo de militares defensores le toca su puerta y le ordena que salgan, que la orientación que hay es meterle candela a toda la ciudad para que, en caso de una derrota, los invasores solo encuentren ruina y desolación.
¿Qué haría usted en este caso?
Quiero pensar de nuevo, que la mayoría defendería con uñas y dientes su hogar y demás propiedades, no digo ya la familia, mientras que otros, atónitos y bloqueados por el miedo, accederían a salir abandonándolo todo. En cualquiera de los dos casos la situación sería tremendamente estresante por lo injusta, pero sobre todo por lo peligrosa.
El solo pensar que lo perderías todo y que te encontrarías a merced de la situación, te causaría el pánico. Pues bien, eso mismo sentían los campesinos cubanos cuando veían acercarse a las tropas mambisas, ni mas ni menos. Y sí, sé perfectamente que el contexto de la historia que narramos no era el mismo, pero por lo que haya sido aquellos igual lo perdían todo.
¿Sabe usted cuanto destrozo ocasionaron los mambises con tal que las tropas españolas no pudieran - según ellos- pertrecharse una vez que hubieran recuperado la plaza?. Pues quiero decirle que no peque de patriota, porque ni aquellos cubanos, ni varios de los mismos jefes que dirigían las tropas rebeldes, comulgaban con esa manera tan violenta de hacer la guerra.
¿Sabe usted cuanto destrozo ocasionaron los mambises con tal que las tropas españolas no pudieran - según ellos- pertrecharse una vez que hubieran recuperado la plaza?. Pues quiero decirle que no peque de patriota, porque ni aquellos cubanos, ni varios de los mismos jefes que dirigían las tropas rebeldes, comulgaban con esa manera tan violenta de hacer la guerra.
De hecho, cuesta imaginar que pensaron aquellos Bayameses, y que fue de sus vidas y la de sus familiares cuando Carlos Manuel de Céspedes ordenó la quema de la ciudad. La narrativa nos cuenta un relato muy difícil de creer, como que todos los habitantes aplaudieron y celebraron la decisión.
Mire usted, uno de los mas prestigiosos patriotas de aquella época y que tomó parte no en una, si no en las tres guerras, me refiero al mayor general Bartolomé Masó Márquez, de quien dijo Martí era el hombre que había conseguido unir en la misma causa a veteranos y jóvenes insurrectos y que encima fue electo presidente de la cámara de representantes del primer gobierno revolucionario, era uno de los que no le gustaba para nada la idea.
Masó, que sufrió varias prisiones en 1880 por sus actividades en la guerra chiquita, de donde fue trasladado desde Manzanillo al Castillo del Morro, en La Habana, y de ahí hacia la de San Cristóbal en Puerto Rico y embarcando poco después para Cádiz, en España, fue uno de los que criticó como nadie la cruel "tea incendiaria".
Por tanto que usted nos critique considerarla injusta no es ningún problema, pero no podrá negarnos el derecho de encontrar otras verdades muy distintas. Es más Masó, como Jefe del Segundo Cuerpo del Ejército, permitió moler azúcar al contrario de Máximo Gomez o de Antonio Maceo.
Por ejemplo a la «Sociedad de Viti y Cía.», les permitió moler azúcar a cambio de que le entregara una ayuda de 500 pesos, además del compromiso de aportar treinta centavos por cada saco que produjeran en aquella zafra de 1895. Así mismo contrajo compromisos también con la «Sociedad de Reina y Cía.» y la «Ramírez y Cía.», que se comprometieron a pagar lo mismo que la anterior.
Ambos generales, porque también el mayor general Carlos Roloff hacía exactamente lo mismo, estuvieron movidos por la necesidad de obtener fondos para el aseguramiento de la Revolución, un dinero que debía ser empleado para comprar armas, municiones, ropas y medicamentos, y no ponerse a destruir a lo loco como hacían otros.
Por otro lado en el libro "Revolución de Yara 1868-1878, del historiador y general de brigada mambí Fernando Figueredo Socarrás, por cierto uno de los que se opuso fervientemente al pacto de Zanjón y que apoyó al general Antonio Maceo en este sentido, deja entrever que mucha de la "tea incendiaria" que se aplicó en occidente fue más bien por despecho y castigo al poco apoyo que recibió la causa en aquella zona. Y lo hizo citando al propio generalísimo Máximo Gómez:
Por otro lado en el libro "Revolución de Yara 1868-1878, del historiador y general de brigada mambí Fernando Figueredo Socarrás, por cierto uno de los que se opuso fervientemente al pacto de Zanjón y que apoyó al general Antonio Maceo en este sentido, deja entrever que mucha de la "tea incendiaria" que se aplicó en occidente fue más bien por despecho y castigo al poco apoyo que recibió la causa en aquella zona. Y lo hizo citando al propio generalísimo Máximo Gómez:
(....) "Los villareños, con su sistemático provincialismo, hicieron que me encontrara ante un destino erizado de inconvenientes que neutralizarían por completo mis esfuerzos". ¿No le sospecha usted que donde mas candela se dio fue en el centro de la isla?. Cienfuegos quedó reducido a la miseria".
¿Cómo podría alguien explicarle a Gómez las consecuencias de aquella práctica aprendida en su tierra, República Dominicana, cuando su visión de aquella guerra -que encima dirigía- era capaz de sobre dimensionarla de esta manera:
(....) ¡"La guerra de Cuba por su independencia, es a mi juicio la más hermosa y edificante que registra la historia de las guerras de América y quizás del mundo"!.¡Ni Napoléon en persona lo hubiera igualado!.
Estas historias las encuentra uno gracias a personas que tuvieron un basto conocimiento de aquella guerra, bien porque la estudiaron o porque incluso la protagonizaron. O a veces lo contrario, como prueba está la afirmación que hizo el historiador y doctor honoris causa Pedro Ramiro Guerra...
El historiador desmiente rotundamente la famosa afirmación del general Donato Mármol, de que en su ejército de 1869 habían cuatro mil soldados de la raza negra alistados. Creo que hasta el más inocente lector sabrá "a esta altura de la película", que la incorporación de los esclavos a las fuerzas mambisas fue mas bien escasa, y que incluso fueron sus propios amos quienes le arrastraron por la fuerza en muchos casos.
No es de extrañar que en ninguna escuela primaria en Cuba le hable a los niños quien fue el general rebelde Tomas Jordan, por la sencilla razón que era americano. Mucho menos que este, como tantos otros, fueron elevados a ese grado militar por designación personal de Céspedes y no por méritos alcanzados. O que la sustitución de Máximo Gómez al frente del ejercito, fue otro de los caprichosos errores que cometió el voluntarioso "Padre de la Patria".
Otro de los "hombres de Céspedes" fue el coronel cubano americano Federico Fernández Cavada, procedente también de la guerra de secesión americana y uno de los adictos a pegar candela y destruirlo todo. Estaba convencido que de esa forma "se resolvería el problema". No es de extrañar que en la menor oportunidad resultó delatado en Cayo Cruz, capturado y condenado a una muerte de la que no le salvó ni el presidente de Estados Unidos Ulysses Grant.
¿Cómo podría alguien explicarle a Gómez las consecuencias de aquella práctica aprendida en su tierra, República Dominicana, cuando su visión de aquella guerra -que encima dirigía- era capaz de sobre dimensionarla de esta manera:
(....) ¡"La guerra de Cuba por su independencia, es a mi juicio la más hermosa y edificante que registra la historia de las guerras de América y quizás del mundo"!.¡Ni Napoléon en persona lo hubiera igualado!.
Estas historias las encuentra uno gracias a personas que tuvieron un basto conocimiento de aquella guerra, bien porque la estudiaron o porque incluso la protagonizaron. O a veces lo contrario, como prueba está la afirmación que hizo el historiador y doctor honoris causa Pedro Ramiro Guerra...
El historiador desmiente rotundamente la famosa afirmación del general Donato Mármol, de que en su ejército de 1869 habían cuatro mil soldados de la raza negra alistados. Creo que hasta el más inocente lector sabrá "a esta altura de la película", que la incorporación de los esclavos a las fuerzas mambisas fue mas bien escasa, y que incluso fueron sus propios amos quienes le arrastraron por la fuerza en muchos casos.
No es de extrañar que en ninguna escuela primaria en Cuba le hable a los niños quien fue el general rebelde Tomas Jordan, por la sencilla razón que era americano. Mucho menos que este, como tantos otros, fueron elevados a ese grado militar por designación personal de Céspedes y no por méritos alcanzados. O que la sustitución de Máximo Gómez al frente del ejercito, fue otro de los caprichosos errores que cometió el voluntarioso "Padre de la Patria".
Otro de los "hombres de Céspedes" fue el coronel cubano americano Federico Fernández Cavada, procedente también de la guerra de secesión americana y uno de los adictos a pegar candela y destruirlo todo. Estaba convencido que de esa forma "se resolvería el problema". No es de extrañar que en la menor oportunidad resultó delatado en Cayo Cruz, capturado y condenado a una muerte de la que no le salvó ni el presidente de Estados Unidos Ulysses Grant.
Puede que de ahí venga esa obsesión del cubano por la candela. "Esto está en candela", "la candela es aquí", "candela por los cuatro costados", "candela como al macao", "candela hasta que suelte el fondo", "El cuarto de Tula le cogió candela", "Candela mi son, "Que le den Candela" o la que dio "El Lele" en los años 70, que no fue poca tampoco.
Nuestra historia está plagada de hechos que no encontraron espacio en los libritos color rosa del castrismo, todos repletos de patrioterismo barato, fabricadores de héroes que en realidad no lo fueron tanto.
Por suerte tras la guerra de los EE.UU. contra España del 21 de abril hasta el 16 de julio de 1898, y que se concretó con la capitulación de los segundos el 12 de agosto, se abrió para Cuba un período de paz y reajuste de la sociedad que fueron establecidas en el Tratado de París.
¿Y en que condiciones estaba Cuba cuando se produjo esa firma?. Creemos que la respuesta a esa pregunta está en la proclama redactada en noviembre de 1895 por Máximo Gomez, donde sabedor del destrozo que se había causado, intentó salvar su responsabilidad anteponiendo los deberes para con la patria.
PROCLAMA DEL GENERAL GOMEZ
A LOS HOMBRES HONRADOS VICTIMAS DE LA TEA
A LOS HOMBRES HONRADOS VICTIMAS DE LA TEA
11 de Noviembre de 1895.
Las dolorosas medidas dictadas por la revolución redentora de esta tierra, empapada en sangre inocente (desde Hatuey hasta nuestros días) por España despiadada y cruel, os va á sumir en la miseria. Como General en Jefe del ejército libertador, es mi deber conducirlo al triunfo, sin que me detengan ni arredren medios, poniendo á Cuba en el más breve plazo en posesión de su acariciado ideal.
Declino, pues, la responsabilidad de tanta ruina en los que la ven impasibles y nos obligan á esos extremos que después, (¡hipócritas y necios!) condenan. Tras tantos años de súplicas, humillaciones, desprecios, expatriaciones y cadalsos; cuando este pueblo por su libérrima voluntad se ha alzado en armas, no cabe otra solución sino triunfar. No importan los medios que se empleen para conseguirlo.
Este pueblo no puede vacilar entre la riqueza española y la
libertad cubana. Y su mayor crimen sería ensangrentar el país sin realizar su propósito con el carácter de los hombres que nos encontramos en el campo desafiando el furor de uno de los ejércitos más bravos y aguerridos del mundo, pero en esta guerra sin entusiasmo ni fe, sin pan ni plus. La guerra no comenzó el 24 de Febrero; va á comenzar ahora. Se tenía que organizar: poner en reposo y encauzar el espíritu de la revolución, exaltado siempre en sus comienzos por entusiasmos alocados.
libertad cubana. Y su mayor crimen sería ensangrentar el país sin realizar su propósito con el carácter de los hombres que nos encontramos en el campo desafiando el furor de uno de los ejércitos más bravos y aguerridos del mundo, pero en esta guerra sin entusiasmo ni fe, sin pan ni plus. La guerra no comenzó el 24 de Febrero; va á comenzar ahora. Se tenía que organizar: poner en reposo y encauzar el espíritu de la revolución, exaltado siempre en sus comienzos por entusiasmos alocados.
La contienda debía comenzar obedeciendo á un plan ó método más ó menos estudiado, pero que respondiese á la peculiaridad de nuestra guerra. Eso está hecho ya. Ahora que envíe España sus soldados á remachar las cadenas de la esclava; que el hijo de la tierra está en el campo, armado con el arma libertadora; la lucha será terrible. El éxito coronará la resolución y esfuerzo de los oprimidos.
El General en Jefe.
M. GÓMEZ.
Y aunque algunos sostengan su práctica fue beneficiosa de algún modo, nunca fue del agrado de la mayoría de los pobladores, mucho menos para los más humildes que eran en definitiva los que tenían mucho más que perder. Además, muchas de aquellas propiedades eran de cubanos honrados que, por alguna razón personal, decidieron mantenerse al margen del conflicto.
El destrozo cometido en Las Villas, especialmente en Cienfuegos, donde más se aplicó esta medida, dejó a la provincia villareña destruida prácticamente e incluso, aquellos destrozos impidieron que en Matanzas se efectuara la zafra de ese año.
QUIEN FUE CAVADA (Segunda parte aquí)
Maldita Hemeroteca
Fuentes: Volker Mollin: "Singularidad historiográfica de la guerra de los 10 años en Cuba" / José Pardo Llada / "Bartolomé Masó: el presidente que vetaron los yanquis, Patronato del Libro Popular, La Habana 1960". / "Web Cuba y su historia". / "La revolución de Yara 1868-1878" de Figueredo Socarrás Fernándo / Ramiro Guerra: "Antecedentes y significación de la guerra de 1868, La Habana. 1942"

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