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CEMENTERIO DE COLÓN EN LA HABANA, PAZ ES LO QUE MENOS HAY

Imagen del cementerio habanero de Colón en el siglo XIX. // 

Un día como hoy, dos de julio de 1886, terminaban formalmente en la Habana las primeras obras de lo que sería con los años, uno de los camposantos más valiosos y conocidos del mundo, Cristóbal Colón.

La historia recoge que la primera piedra se colocó el 30 de octubre de 1871, quedando inauguradas de esa manera las obras para la construcción de esta necrópolis Habanera. Al frente del proyecto estuvo el arquitecto Calixto de Loira, presente en la inauguración junto a Romualdo Crespo, por entonces capitán general interino. 

Aquella mezcla de cemento que sostendría la primera piedra para siempre, se aplicó con una cuchara de albañil completamente de plata. Atrás quedaba el cementerio de Espada, que hasta que no estuvo terminado este, había fungido como el mayor lugar de sepultura pública de Cuba, y de toda Hispano América además.

Agregar que para la ubicación de este nuevo campo santo se barajaron varias localidades, desde las falda oeste del castillo del Príncipe, opción que fue rechazada, hasta las fincas La Baeza, La Currita, La Novia, La Campana, Las Torres y La Portuguesa, todas en el Vedado, en la zona conocida como San Antonio Chiquito y al este de la loma de los jesuitas, elevación donde más tarde se erigió la plaza cívica y el monumento a José Martí. 

En el área de esas fincas antes señaladas, comenzó la construcción de este nuevo cementerio que con los años se convirtió en ultima morada para miles y miles de seres queridos, y de ciento de personas que de alguna forma marcaron destacados pasajes de la historia Cubana.

Sin embargo, lo irónico es que mientras el Castrismo lo declaraba en 1987 "Monumento Nacional", por el otro le ha importado un comino el daño que ha estado sufriendo desde entonces, dígase por la desidia de ellos mismos o por el causado por ataques de profanadores. Como bien dijo una de las fuentes de este trabajo, el periódico español ABC, si hay un lugar en la Habana que refleje la llegada de la revolución y sus consecuencias en la sociedad cubana, ese es sin duda el cementerio de Colón. 

Panteón del generalísimo Máximo Gómez.

Cuenta la historia que para la construcción de este nuevo cementerio se creó un concurso que fue ganado por el arquitecto español Calixto Aureliano de Loira y Cardoso. La primera piedra del nuevo campo santo se colocó el 30 de octubre de 1871, y las obras fueron concluidas totalmente casi quince años después, un día como hoy dos de julio del año 1886. 

Panteón de Amelia Goyri, la famosa Milagrosa

Luego de 15 años de arduo trabajo, las obras constructivas quedaron terminadas el dos de julio de 1886, al menos en su primera fase, publicándose en la Gaceta del día ocho de ese mes, la notificación de "abierto al público". Añadir que en 1934 fue sometido a una ampliación, de ahí que la fecha del post se refiere a la terminación de "esta fase".

Por ironías del destino, el primer cadáver enterrado en el cementerio el 29 de septiembre de 1872, fue el del propio joven arquitecto y constructor gallego Calixto de Loira y Cardoso. Sepa además que Loira había edificado el Pabellón de los Mendigos, anexo a la antigua casa de huérfanos, y fue segundo jefe en la construcción del acueducto Albear, obra destinada a suministrar el agua en la Habana.

Cementerio de Colón en el siglo XIX. // 

Apenas tenía treinta y un años de edad cuando falleció mientras supervisaba la construcción de la Galería Tobías en el propio Cementerio, y como ya dijimos fue él el primer sepultado en ese pasillo subterráneo de cien metros de longitud, y donde habían sido perforados 526 nichos. 

El techo de la galería es abovedado, presenta seis claraboyas de cristal para ventilación e iluminación; tiene dos entradas, una por el este y otra por el oeste, e igual número de pórticos y escaleras que conducen a su interior, una con 32 peldaños y la otra con 35. Debido al deterioro de la obra, en 1953 las autoridades sanitarias ordenaron el cierre definitivo de la Galería Tobías y los restos de Loira fueron trasladados a un osario del panteón del Colegio de Arquitectos de La Habana. 

Una de las obras que salta a la vista es la impresionante escultura del panteón de Juan Conill i Pig, un emigrante catalán que llega a Cuba a principios de la década de 1800 procedente de su ciudad natal, Lloret de Mar. Con los años Conill funda el primer almacén de tabaco en rama que hubo en La Habana Vieja.

Galería Tobías. 
Bajo el encargo del Obispado de La Habana, Loira inició la construcción del cementerio en 1871, momento en que comenzaba el nacimiento del Cementerio de Colón, obra que hoy es patrimonio histórico y cultural de Cuba y del mundo.

Dedicándose a la exportación de este producto. Se casó en la parroquia San Rosendo, Pinar del Río, el 6 de Febrero de 1836, con doña Ramona Fonte y Miranda, natural de Consolación, en la referida provincia, hija de Antonio y de María Caridad. Tuvieron por hijos: a Amalia; a María; a Alberto; a Oscar y a Enrique Conill y Fonte.

Conill, además de almacenista de tabaco en rama, fue propietario de fincas para cultivo de hoja, y fabricante de habanos bajo la marca "Alianza", aunque no desdeñaba cualquier otra actividad de la que pudiera sacar provecho como el azúcar, el café, el petróleo y los abonos de guano. 

Fue también banquero, miembro de la Junta de Fomento, concejal del Ayuntamiento de [La Habana], fundador de la refinería de petróleo de La Chorrera, y otros negocios. Estaba muy bien relacionado con otros poderosos e influyentes personajes como los cántabros Manzanedo y Antonio López.


El gran mérito de Juan Conill fue ayudar a buen número de catalanes, iniciándolos en los negocios y tutelando sus primeros pasos. Nunca dudó en poner al servicio de estos prometedores jóvenes todos sus conocimientos y experiencias, y concederles además un trato paternal y generoso.

Les proporcionaba las mejores opciones para una buena relación, un prestigio y a veces una ayuda económica para que pudieran salir adelante con sus iniciativas. De la casa de Conill salieron personajes tan prestigiosos como: José Gener y Batet, Jaime Partagás, Prudencio Rabell, Roig, Rivas, etc. Precisamente el límite este de este cementerio comienza la calle que lleva su nombre, "Calle Conill", la que va desde 26 hasta 39.

Como es muy usual cada vez que se habla de este cementerio, pasamos a señalar algunas de sus tumbas más famosas, en este caso comenzamos con la del cubano Ibrahim Ferrer, una de las grandes leyendas de la canción tradicional Cubana. Recibió el último adiós en este cementerio el seis de agosto del 2005, y fue despedido con uno de los boleros que popularizó con su voz de oro y su sello personal: 'Mil Congojas'.



La Milagrosa
 
La tumba más visitada por los turistas y los locales es la de Amelia Goyri de Adot, más conocida como la Milagrosa. Cuenta la historia que Amelia murió en el parto con su bebe y ambos fueron enterrados. Amelia nació en la Habana en 1877 y pertenecía a una familia de la clase media. Mantuvo un noviazgo desde los siete años de edad con su primo José Vicente con quien se llega a casar, sin embargo la felicidad se acabó al poco tiempo. 
Se asegura que solo el cementerio monumental de Staglieno, en Génova, Italia, supera al de la Habana en  valores e importancia mundial arquitectónica
Amelia murió al año siguiente víctima de unas convulsiones en el mismo parto, cuando tenía apenas 24 años de edad. Aseguran que años más tarde, cuando abrieron la tumba para sacar sus restos al osario, Amelia apareció abrazada a su niño. 

Sin embargo, esta leyenda no parece cierta ya que en sus papeles no aparece ninguna exhumación por deseo expreso de su marido. Incluso, tampoco reseña que haya sido enterrada con el feto. Como quiera, desde entonces los locales la han hecho suya, y acuden a la lápida a pedirle milagros que, una vez concedidos, esas personas dejan una nota en agradecimiento.

Panteón de los Padres de José Martí
Doña Leonor Prez y Don Mariano Martí.

La tradición consiste en saludarla haciendo sonar una de las cuatro argollas de metal encima de la bóveda, y acariciando la parte inferior de la imagen esculpida. Los visitantes le dan la vuelta al panteón, mientras que van solicitando su petición sin darle la espalda en retirada. A "La Milagrosa" se le acreditan grandes y milagrosos poderes, al punto de que muchos han pedido su canonización por parte de la Iglesia Católica.

La tumba de la canaria Juana, la reina del dominó

Otro curioso panteón es el de la canaria Juana, conocida como la reina del dominó. Cuenta la historia que Juana Martín, española de las islas Canarias, fue una gran jugadora de dominó que estaba en medio de una partida y solo le quedaba una ficha, el doble 3, con el que esperaba "pegarse". Sin embargo, la contrincante que le tocaba jugar antes tenía un 3-1 y colocó su ficha antes que ella.

Aquí yace Juana Martín y su doble 3

Pero Juana, al ver que ya le era imposible ganar "la data", (partida) se enojó tanto que sufrió un ataque al corazón y quedó muerta "redondo" con la ficha en la mano. Esto ocurrió el 12 de Marzo de 1925. Los amigos de partida, así como sus hijos, reunieron el dinero necesario para hacerle en su memoria una gran pieza de mármol con la fatal imagen del doble tres que la llevó a la tumba.

Monumento a los bomberos. El más impresionante de todos.

En la avenida principal que da acceso a las oficinas centrales del cementerio, encontramos el mausoleo más alto de toda la necrópolis. Este lugar, de gran belleza, esconde una bonita, pero triste a la vez, historia sobre la vida de esos bomberos. Había un dueño de una ferretería llamado Isasi, que entre sus productos almacenaba dinamita de contrabando. 

También se cuenta que fue él mismo quien incendió su establecimiento porque quería cobrar un seguro, cosa que no se sostiene teniendo en cuenta lo que escondía. Como quiera se declaró un terrible incendio al que le siguieron varias explosiones que decretaron su demolición. Los bomberos y vecinos de la zona intentaron apagar el incendio, pero las llamas eran tan intensas, que quedaron abrasados sin poder salir, a la vez que otros morían por la caída de los cascotes.

Monumento a los bomberos fallecidos en el 
incendio de la ferretería Isasi. 

Es por ello que el pueblo cubano recolectó dinero para construir este fastuoso mausoleo. En la torre se pueden apreciar las caras de los bomberos que fallecieron en ese incendio, aunque algunos de los bomberos se pueden ver sus rostros esculpidos de forma duplicada, ya que dicen que el escultor no tenía muy claro como era el del resto de los que murieron en acto de servicio.

Tumba de José Raúl Capablanca:

Es la tumba del único campeón mundial cubano de ajedrez, y uno de los más grandes de todos los tiempos. Su bóveda resalta por una gran ficha del rey de más de un metro de alto esculpido en mármol blanco de Carrara, que la hace sobresalir entre todas las vecinas y hace que se divise desde notable distancia, obra del artista Florencio Gelabert.


La muerte sorprende a Capablanca en 1942, mientras contemplaba una partida en el Manhattan Chess Club de Nueva York. Se levantó a coger su abrigo del perchero, y cayó fulminado al suelo para no despertar jamás. El propio Alexander Alekhine, el ruso borracho y miserable que nunca le permitió la revancha, dijo de él lo siguiente: "¡Ha muerto el más grande ajedrecista de todos los tiempos. Jamás volverá a nacer uno igual!".

En el árbol genealógico de Capablanca hay varios familiares muy curiosos. Por ejemplo hay varios que proceden de una larga saga perteneciente al ejército español, mientras que por otro aparece Gloria Simoni Betancourt, su primera esposa, que era sobrina de la viuda de un general independentista Ignacio Agramonte.

Panteón de doña Catalina Laza

Catalina Lasa fue una de las mujeres más bellas de aquella Habana de primeros del siglo XX. Este monumento fue mandado a construir por su viudo, Don Pedro Baró, quien vivió y murió perdidamente enamorado de ella. El panteón, frente del mausoleo de los bomberos, destaca por su estilo Art Decó, pero en especial por su majestuosa puerta considerada una de la más bellas del cementerio; así como por su cúpula de vitrales que permite que el sol ilumine los sepulcros de su interior. 

Una imagen de doña Catalina, y el estado en que se encontraba, en el momento de la foto, el interior de su panteón luego de ser saqueado. No sabemos ahora.

Sin embargo hace ya un tiempo se supo que unos ladrones acabaron con ella, además del deterioro que ya tenía producto del tiempo sin reparación. La historia la recoge como la primera cubana que se divorció, ya que estando casada, viajó a París y allí se enamoró prendidamente de un cubano adinerado de nombre Pedro Baró.

La mujer quería divorciarse y como no era permitido en aquella época, viajó hasta el Vaticano para pedir la nulidad matrimonial. Finalmente consiguió el divorcio y se casó con su nuevo amado, pero cuando volvió a Cuba, fue mal vista por la sociedad. Hasta entonces había estado casada con Luis Estévez Abreu, hijo del vice-presidente de la república Luis Estévez Romero y la patriota Marta Abreu, quien se negó a darle el divorcio.

"La Pirámide" de José Mata 

En cambio Doña Laza y Don Abreu insistieron en la relación, aunque tuvieron que enfrentar durante largos años el rechazo de la sociedad de aquel entonces.
A la llegada de los alzados Castristas en enero de 1959, se procedió a la intervención y expropiación de la necrópolis bajo una resolución No 259 que dictaron como tantas otras.
Finalmente Catalina logró el divorcio otorgado por el Papa, y legalizado en 1917 además por el entonces presidente de la república, mayor general Mario García Menocal. En 1926 se inauguró un soberbio palacete en el 406 de la calle Paseo, donde se fue a vivir la pareja. Sin embargo la felicidad duró poco, pues Catalina enfermó y murió en 1930. 

El vandalismo se debió a que se supo que Catalina fue enterrada - supuestamente - con todas sus joyas y sepultada bajo una gruesa tapa de mármol de Bérgamo con el objetivo de protegerla del robo, obra que fuera diseñada por la Casa René Lalique de París, un proyecto que se había presentado en el Salón de Artes Decorativas de la capital francesa en 1925.

Se dice que Baró quiso que el panteón de su esposa fuera el más alto del camposanto, pero una directiva ordenaba que ningún monumento podía sobre pasar el de los bomberos antes citado. Lo que no contaba Baró es que con el pasar de los años el "hombre nuevo que formó la invencible revolución Cubana" no creería ni en el sepulcro divino si se lo ponían delante. Don Pedro murió diez años después, y su deseo fue que lo enterraran a los pies de su adorada esposa.


 
Toque dedicado al Taita José y a doña Leocadia en su tumba.

La Tumba de Leocadia y el Hermano José. 

Una de los panteones más populares y visitados de este cementerio es la de Leocadia y el Hermano José, exponentes de la religión yorubá. Leocadia Pérez Herrera fue durante muchos años una médium, o santera, muy famosa de la Habana, que con sus aciertos y premoniciones se ganó el respeto de creyentes y de no tantos.

Alcanzó popularidad y respeto porque a ella acudían personas importantes, así como gente de pueblo de bajo nivel económico pero con mucha fe, que la señora consultaba y muchas veces ayudaba a solucionar sus problemas, penas o dolencias, sin cobrarles nunca un centavo. El Hermano José, conocido como el Taita José, era el guía espiritual, el "muerto" a la que ella le consultaba.

Un espíritu que, por boca de Leocadia, realizó grandes obras de caridad. Nadie supo nunca su verdadero nombre ni su procedencia. Según se dice el mismo exigió - desde el más allá - que un artista pintara un retrato suyo y de esa forma sus devotos, además de escucharlo a través de la médium, también podrían observar su "misteriosa cara". 

Panteón de Jeannette Ryder y su mascota Rinti

Dicen que en varias ocasiones se intentó fotografiar, pero en todas las fotos salían manchadas de blanco. Según esta historia, Taita José predijo el día exacto de la muerte de Leocadia, y le juró que él también descansaría eternamente junto a ella. Leocadia falleció el día tres de junio de 1963 y fue enterrada en una modesta tumba junto al cuadro de Taita José. El cortejo fúnebre fue acompañado por cientos de personas.

Así mismo las otras que son ciertamente curiosas, como la tumba del arquitecto cubano José Mata, que falleció en 1919 y que imita una pirámide egipcia diseñada por su gran amigo y arquitecto, Armando Gil Castellanos. Es la única con estas características. También encontramos una muy conocida como tumba de la lealtad, o de la fidelidad, donde la norteamericana afincada en Cuba, Jeannette Ryder, fue enterrada junto con su perro Rinti. 

La leyenda cuenta que al fallecer su dueña, el can permaneció sin comer a pesar de que muchos le llevaban alimentos, y así estuvo hasta que el también falleció. Los miembros de la Sociedad Bando de Piedad, que Jeanette había fundado, encargaron esta excepcional obra donde el perro yace a los pies de su dueña, honrando la fidelidad extrema.

Ultraje a los monumentos y tumbas 

Hace unos años la web católica "Palabra Nueva", la revista de la archidiócesis de La Habana, ponía el dedo en la llaga en un documentado reportaje donde relataba cómo durante la década de los sesenta, la Iglesia católica dejó de administrar el camposanto pasando a manos del Estado Cubano. 

Entrada principal - o Puerta de Paz - por la calle Zapata y 12. Al fondo, en amarillo y cúpula roja, se ve la impresionante capilla, Y punto central de este extenso campo santo.

Esa fue una época que coincidió que muchas familias burguesas y de la sociedad media abandonaron la isla, quedando sus panteones y capillas abandonados. Encima el ateísmo impuesto a la fuerza por el régimen comunista, se extendió por toda la sociedad dando rienda al bandolerismo. Desde entonces, casi ningún panteón ha escapado a la barbarie; se asegura que ya no falta nada, o muy poco por robar. 

El ultraje a la memoria de miles de personas sepultadas en las 56 hectáreas plagadas de leyendas que componen el área de esta necrópolis, ha sido constante, aunque en los últimos años han estado ocurriendo con mayor regularidad. Desde próceres de la patria, intelectuales, empresarios, aristócratas, políticos, religiosos, hasta el cubano más humilde, han sufrido las consecuencias.
La Necrópolis de Colón posee más de 56,000 mausoleos, capillas, panteones, galerías u osarios, donde según cálculos están sepultados más de 2 millones de personas en general
Desde el general Máximo Gómez, el escritor Alejo Carpentier o los padres de José Martí, quedaron sepultados gallegos, catalanes, asturianos canarios o vascos y sus descendientes. El monumento de los oriundos de Ortigueira (La Coruña) es el más impresionante de estas comunidades. Por lo general son los que mejor se mantienen, gracias a una pequeña mensualidad que recogen sus administradores y que permite su cuidado.

Tampoco los panteones de los españoles han escapado al vandalismo. Los delincuentes buscaban alhajas entre los restos, incluso de las monjas, dentro de este lucrativo fenómeno. Otros expertos señalan también a la práctica de religiones paganas. La conocida como «paleros», descendiente de las religiones africanas procedentes del Congo y Camerún, que utiliza partes de las calaveras para sus ritos, También se dice que pagan altas sumas de dinero a quien se las consiga. 

Esto lo aseguró un trabajador del cementerio que, desde que fue expropiado por el Castrismo, pertenece a los Servicios Necrológicos de la Dirección Provincial de Servicios Comunales del comunista Poder Popular. Les dejamos un vídeo, donde se pone de manifiesto el sistemático vandalismo que está ocurriendo allí.... 

Maldita Hemeroteca

Fuente: ABC / Datos obtenidos en Internet / Vídeo de Martí Noticias.