El general al centro guayabera y lazo negro junto a su hija, la afamada escritora Dulce María Loynaz |
En 1989 Dulce María Loynaz publicó en La Habana las memorias de su padre, el general de la guerra de independencia cubana, Enrique Loynaz del Castillo, con el título de "Memorias de la guerra", tras un arduo esfuerzo de organización de los folios del manuscrito original que había dejado su señor padre.
Aunque inconcluso, se trató de un texto largo que cubría los años anteriores a la Guerra de Independencia y un período considerable de la propia contienda. Su hija Dulce María, en relación a esta interrupción, se lo achacó al cansancio que le llevó a su padre redactar mas de 500 páginas. Sin embargo se cree que su marcado "yoismo", al equipararse a figuras como Gómez, Maceo o Martí, fue lo que le llevó a meditar y dejarlo a medias.
Así lo explica un autor:
"... En este "heroico auto retrato", Loynaz del Castillo intenta aproximarse a los fundadores de la nación y de paso exculparse de ciertas críticas a Máximo Gómez, valiéndose de procedimientos narrativos de la novela romántica y del relato histórico nacionalista". (La Patria soy yo/Dr Francisco Zaragoza). Sin ir más lejos, el atentado sufrido por Maceo en la Legación Española en San José de Costa Rica, Loynaz, que era su edecán, lo narra de manera protagónica en la página 96 de este libro.
"...Inmediatamente oyéronse voces: “¡A Maceo! ¡Tiradle a Maceo!” Y estallaron de nuevo los disparos; de un lado los españoles y del otro Pepe Boix, Adolfo Peña y yo respondiendo con nuestros revólveres.
Inclinábase el general Maceo a recoger el paraguas –que una bala le había arrebatado- cuando Isidro Incera, que corriendo se le acercó, le disparó por la espalda, hiriéndolo a lo largo de la espina dorsal hasta internarse el plomo en el cuerpo, aparentemente en el pulmón.
Vi al General caer en la acera, la mano en la pared: y a Incera metiendo cápsulas en el revólver, que ya tenía agotada la carga, volver sobre sus pasos para rematar al General. Rápido, disparé sobre el agresor, a la frente... Y al caer, le repetí, en la parte posterior de la cabeza, otro disparo".
El relajamiento de la disciplina y la moral combativa, agravada por el hecho de hacerse acompañar por mujeres que los distraen de sus faenas militares. Gómez llega a consignar lo siguiente en su diario: “Noticias fatales de Quintín Banderas, José María Rodríguez y Enrique Loynaz sobre asuntos de querindangas”. Sobre esto, Loynaz del Castillo considera a Gómez como un anciano temperamental y malhumorado, que se deja influenciar por la maledicencia y los chismes de quienes lo rodean y toma decisiones infelices que ofenden el decoro de sus subalternos.
Ejemplo extremo de estas decisiones desafortunadas, fue el castigo que Gómez le impuso al comandante Villa, y que fue narrado en la quinta parte del libro. Se trata de un cepo de campaña, una verdadera vejación para los miembros de la oficialidad. Loynaz del Castillo llega a cometer la temeridad de afirmar que, en 1897, mientras él había entablado tres combates en un día durante la campaña de invasión en la región de Matanzas, Gómez se había pasado tres meses sin dirigir una sola batalla desde su Estado Mayor.
Solo agregar que a la huida de Fulgencio Batista el uno de enero del 1959, el general Eulogio Cantillo llamó al presidente del Senado, el doctor Anselmo Alliegro y Milá, ex ministro de Hacienda y de Educación del gobierno de Batista, para comunicarle la huida del jefe a Dominicana y le propuso que asumiera el séquito de presidencia interina, tal y como lo estipulaba la constitución de 1940.
ENCONTRONAZO CON MACEO
Como por ejemplo la vez que Loynaz dice paró en seco al general Antonio Maceo, sabedor de que este no comulgaba con el apóstol José Martí. Loynaz admiraba profundamente al maestro, pero a la misma vez había servido como ayudante del lugarteniente general durante la invasión a Occidente. Los hecho ocurrieron durante una cena posterior a una visita suya a "Dos Ríos", lugar donde había caído el apóstol. En aquella cena le dijo a Maceo que sentía cierta incertidumbre por el futuro de la revolución debido a su perdida, y fue entonces que Maceo le responde: "Si, es verdad que Martí era un gran abogado".
Al escuchar esto Loynaz, sorprendido según él mismo escribe, lo cuenta así:
"... interrumpí a mi vez a Maceo, ‘no, General, no un gran abogado. Martí es el primer estadista de América, es la cumbre del patriotismo y la posteridad ha de venerarlo como el libertador de la Patria; porque sin él General, ni usted, ni Gómez, ni nadie, hubiera podido reanudar esta guerra…”
Loynaz hace alusión también a las traiciones; y cita la de Emilio Luaces, quien fuera después gobernador de Camagüey en 1910, o la del coronel Fernando López de Queralta, que por una indiscreción posibilitó que las autoridades norteamericanas detuvieran las tres naves listas para la partida, y que dio al traste con el fracaso del plan organizado por José Martí en la Fernandina. Se refiere a la abrupta y misteriosa traición del coronel Juan Masó Parra, participante en la campaña de La Lanzadera el 7 de enero al 19 de febrero de 1896 bajo el mando del mayor general Máximo Gómez, y que fue acusado de comerciar con los Españoles.
En la imagen, Loynaz, quien fue el autor de la letra del himno invasor, está situado detrás con sombrero y vendaje en un dedo.
Este mambí estuvo varias veces envuelto en diversas actividades ilegales de estafa en Centro América, y fue acusado además de bígamo ante el generalísimo Máximo Gómez. Incluso, una vez fue acusado por el general Antonio Maceo de no cumplir sus ordenes en Batabanó y Guanajay.
En vez de acometer las ordenes, marchó a Oriente en un asunto personal, por lo que fue arrestado por Maceo y sometido a un juicio el 19 de septiembre de 1896, del que resultó absuelto alegando haber viajado con la autorización del mayor general José María Aguirre, jefe 2 División 5 Cuerpo.
A pesar de la ampulosidad de su estilo, a pesar de lo tendencioso que pueda ser su relato, las memorias de Loynaz tienen el mérito de hacer que esos fantasmas, rostros estampados en el papel moneda, estatuas, nombres de calles capitalinas y de parques de provincia, cobren vida otra vez como seres de carne y hueso, sencillos, grandiosos, soberbios, patéticos, trágicos, ridículos; humanos, en fin, como nosotros mismos.
Fue propuesto como ministro de defensa de ese gobierno interino, que se hizo acompañar de los doctores Ricardo Núñez, y los ex vicepresidentes Raúl de Cárdenas y Gustavo Cuervo, el abogado Alberto Blanco y el cirujano y ex candidato presidencial Enrique Nuñez Portuondo. Al no aceptar Alliegro el mandato, solo estuvo un día al frente de la presidencia interina, Cantillo se viró para el magistrado de la audiencia, Dr Carlos Manuel Modesto Piedra, presidente del Tribunal Supremo de la Nación, quien ante las previas renuncias del vicepresidente Rafael Guas Inclán y de la Cámara de Representantes Gastón Godoy, aceptó.
No sin antes exponer sus condiciones que por cierto, fueron muy favorables a los alzados, como el alto al fuego para ambas partes y contar siempre con la aprobación de Fidel Castro para el futuro gobierno. Una vez acordado, Piedra, que era el mas experimentado y veterano de todos los magistrados, conformó su gabinete de gobierno. A Gustavo Cuervo Rubio, que fungía como vice presidente, lo nombró primer ministro; en relaciones exteriores designó a José Manuel Cortina García y como ministro de defensa al general Enrique Loynaz del Castillo.
Sin embargo al no recibir el apoyo del resto de los magistrados, que por cierto no se presentaron a la ceremonia de juramento, Piedra declinó el cargo en favor de otro magistrado Manuel Urrutia Lleó, lo cual favoreció con creces a Fidel Castro ya que, al ser este un magistrado demócrata y además católico, inmediatamente recibió el beneplácito de los Estados Unidos. ¿Lo demás que vino a continuación?, esa es otra historia como dice Pánfilo en de la televisión.
Condensado con fragmentos del libro "La patria soy yo: el discurso autobiográfico de Enrique Loynaz del Castillo en Memorias de la guerra". De Francisco Zaragoza Zaldívar.Profesor de Literatura Española y
de Literatura Hispanoamericana en la Universidade Federal do Rio Grande do Norte
de Literatura Hispanoamericana en la Universidade Federal do Rio Grande do Norte