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| Aspecto que tenía la casa donde se escondió Evangelina. El castrismo la convirtió en una sede del I.C.A.P. (instituto de amistad con los pueblos) en la Isla de Pinos. |
El padre de la camagüeyana Evangelina, Agustín Cossío, colaborador en el levantamiento cubano de 1895, fue detenido, acusado de sedición y condenado a morir en el garrote vil.
Sí, porque aunque primero fue a muerte, le conmutaron la pena a diez años en el presidio de “Isla de Pinos”, un pedazo de tierra de dos mil kilómetros cuadrados que fue rebautizado con los años por el castrismo como “Isla de la Juventud”. (Lo que metieron de africanos allí fue ...)
Años después, el periodista Willis J. Abbot, que trabajó para Hearst en aquella época, desmentiría esta versión en su libro de memorias “Watching the world go by”, de 1933. Afirmó que él estaba junto al “Jefe” cuando se desarrolló el enredo, y que Decker había sobornado a todo el mundo. “El dramático rescate” no solo estaba destinado a ganar lectores, también pretendía “exonerar a los funcionarios de las Recogidas” de cooperar en la trama.
Hearst continuaría su ascenso meteórico que marcó, durante medio siglo, la agenda periodística de los Estados Unidos. En 1898, antes de cumplir los treinta y cinco años, forja uno de sus eslóganes favoritos: “El Journal: el periodismo que actúa”. Sin embargo lo mejor estaba aún por llegar: “El Maine”... pero como diría Kipling: ”Esa es otra historia”.
Maldita Hemeroteca
Y como los Españoles eran tan, pero tan malos, se le permitió que dos de sus cuatro hijas, Carmen y Evangelina, de dieciocho años, le siguieran al destierro. Evangelina, que llamaban "la Juana de Arco cubana", era una chica bonita en la flor de su juventud, huérfana de madre. También cayó prisionera por haber intentado liberar a su padre.
Antes Evangelina intentó solicitar la libertad ante el coronel José Berriz, gobernador de la isla, quien fue acusado de hacerle proposiciones indecorosas a cambio del pedido. Según recoge la historia, este coronel se personó en su casa una noche, (lo que nunca estuvo muy claro) y fue secuestrado por los seguidores de Evangelina que le exigieron la liberación inmediata del condenado.
Berriz fue rescatado por sus hombres y, en cambio, Evangelina terminó condenada por intento de asesinato y rebelión. Al menos fue así como llegó la historia a oídos de William Randolph Hearst, que ordenó a Bryson la liberación (con sobornos), de “la Juana de Arco del Caribe”.
Encarcelada en la prisión de recogidas en La Habana, es descubierta en agosto de 1897 por un corresponsal del Journal, George Eugene Bryson, que redacta una crónica melodramática con las desventuras de Evangelina viviendo con las más viciosas prostitutas de La Habana, y objeto del acoso de un oficial español. Por supuesto, la crónica de Bryson fue acogida por Hearst con gran satisfacción.
LA EVASIÓN DE EVANGELINA
La evasión de Evangelina tenía que ser el golpe maestro que coronara la operación publicitaria de Hearst. Se le encarga a un hombre, Karl Decker, para que la lleve a cabo. No es necesario señalar que el propio Hearst le proporcionó los medios y la evasión el 6 de octubre de 1897, y que resultó un éxito.
En la casa vivía con su familia el Registrador de la propiedad de Isla de Pinos y funcionario del Ayuntamiento Luis Ferbeyre Billoneau, un cubano graduado de economía en los Estados Unidos, para luego llegar al muelle de la Habana vestida como un hombre.
Fue así que la señorita Cossío se convierte en centro de atención. Todos los corresponsales del Journal se movilizan para explotar al máximo la historia. La maquinaria propagandística montada por Hearst funcionó a toda máquina.
Comenzaron con enviar una súplica a la reina regente de España, que ostenta el reinado por la minoría de edad de Alfonso XIII. Asimismo su texto se cursa a numerosos corresponsales y delegados de la prensa en los Estados Unidos, los que se encargan de recoger firmas entre las mujeres influyentes en sus respectivos estados.
Incluso llega a enviarse un telegrama al general Valeriano Weyler, capitán general de la isla. Esta operación informativa sobre los avatares de Evangelina, fue un completo éxito y constituyó, sin ninguna duda, un ejemplo del efecto que producía la prensa amarillista.
El poder de esta prensa funcionó a escala de todo un país, cuya opinión pública se había movilizado. Miles de mujeres norteamericanas respondieron a la llamada de Hearst; y el rotativo Journal puedo llenar doce columnas con sus firmas. A la misma vez se organizaron en el país centenares de mítines para reclamar la libertad de la joven.
Y lo que le faltaba a España, Inglaterra, emocionada por esta segunda Juana de Arco, responde igualmente de forma masiva al llamado. La presidenta de la Liga de la Temperancia de Londres y lady Rothschild, recogen unas doscientas mil firmas en favor de la cubana.
También el Papa envía un mensaje a la reina regente María Cristina, que sugiere al general Weyler enviar a Evangelina a un convento, cosa que éste no hace. Evangelina siguió en la prisión de Recogidas, que al parece no era tan inhumana como la describían las crónicas del Journal, a juzgar por las declaraciones del propio cónsul general de Estados Unidos en La Habana.
Este diplomático reveló que la señorita Cisneros disponía de una habitación de dos piezas muy limpias, que estaba bien vestida y alimentada y que no se le infligía castigo alguno, ni padecía ningún tipo de las persecuciones sádicas que la prensa de Hearst recreaba.
La evasión de Evangelina tenía que ser el golpe maestro que coronara la operación publicitaria de Hearst. Se le encarga a un hombre, Karl Decker, para que la lleve a cabo. No es necesario señalar que el propio Hearst le proporcionó los medios y la evasión el 6 de octubre de 1897, y que resultó un éxito.
Los guardianes fueron bien sobornados, y quizá Weyler no estuviera descontento tampoco de poder desembarazarse de tan molesta prisionera. Tras un primer intento la noche anterior de serrar los barrotes de la celda, a duras penas logran sacar a la esbelta Evangelina que se las ingenia para deslizarse a través del pequeño hueco que dejó el único barrote consiguieron doblar.
En seguida atravesaron el abismo del estrecho callejón, sobre la inestable escalera que separa la cárcel de su guarida. Puestos a salvo, bajaron a la calle donde les aguardaba un carruaje que los trasladó hasta la casa del banquero Carlos Carbonell. Cuando llegan, ya la Habana estaba amaneciendo.
Su cabellera fue cubierta por un sombrero, y le pusieron un purito a medio fumar en los labios. Le habían preparado unos papeles falsos a nombre de Juan Sola, y sola se embarcó en el “Séneca” sin levantar sospechas de los aduaneros rumbo a Manhattan, en New York.
Su llegada se produce el día trece de octubre, y el Journal le preparó una espectacular recepción. Tras una permanencia en el hotel Waldorf Astoria a todo lujo, Evangelina, mimada por el Journal, es paseada por los Estados Unidos. Pronunció varios discursos contando sus desventuras y las atrocidades de las fuerzas españolas en Cuba. Esto provoca un aumento de tensión entre los dos países.
A pesar de la prudencia de las autoridades americanas, el camino de la guerra parecía abierto. En su último mensaje sobre el estado de la Unión, el presidente norteamericano Glover Cleveland condenó las maniobras de los partidarios de la causa cubana, y los acusó de fomentar la agitación por medio de la prensa, comprando armas, recogiendo fondos y abusando de la tolerancia de la legislación americana.
Al final la lista de Evangelina se casó con el banquero Carbonell, y al morir este en 1916 y guardarle luto - al menos público - por dos años, enseguida "se ligó" al abogado habanero Miguel Romero, e incluso reconoció que todas aquellas tropelías españolas contra ella fueron inventadas por la prensa americana.
Y lo increíble viene ahora:
Evangelina alcanzó la llegada del Castrismo, incluso puede que se haya enterado del fracaso de la zafra de los diez millones. Murió el veintidós de mayo el año 1970 a los 98 años. No sabríamos decir si fue por coincidencia o que, pero curiosamente Castro eligió a propósito la fecha de aquella fuga de Isla de Pinos, que había sido pactada un veintiséis de julio de 1896.
Fuentes: La Razon.es/Internet









