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REGIMEN CASTRISTA CIERRA LA PUERTA A JUGADORES CUBANOS NACIDOS FUERA DE LA ISLA

Las líneas políticas ya estaban trazadas. El holguinero Noelvis González no será manager, "pero si coach de banca". Política pura y dura. // 


La polémica estalló (Según el Nuevo Herald, reproducimos textual), tras la presentación del roster preliminar rumbo al Clásico Mundial de Béisbol 2026, donde ni un solo jugador cubano americano tuvo espacio. La Federación Cubana de Béisbol volvió a tropezar con la misma piedra. 

Mientras el resto del mundo avanza hacia modelos inclusivos y modernos, la pelota cubana continúa atrapada en una lógica política que termina marcando cada decisión deportiva. Pese a estar disponibles figuras con talento y experiencia en MLB. Fuentes aseguran a Pelota Cubana que la Federación sí intentó incluir a varios de estos peloteros, pero la respuesta desde las instancias gubernamentales fue tajante: “NO”. 

Una negativa directa que demuestra, una vez más, quién tiene la última palabra en el deporte cubano. Porque aunque la FCB insista en que funciona como un ente independiente, en la práctica las decisiones siguen pasando por las más altas figuras del país, empezando por el presidente no electo Miguel Díaz-Canel. 

Mientras naciones como República Dominicana han integrado sin complejos a jugadores de ascendencia dominicana durante años —desde Manny Machado hasta Moisés Alou— y mientras incluso aliados políticos como Venezuela abren sus puertas a todo el talento disponible, Cuba parece empeñada en mantener una política que pertenece a otra era. 

En el caso del mánager refleja la misma dinámica. La Federación proponía a Noelvis González, pero finalmente el elegido fue Germán Mesa, figura alineada con el discurso oficial. Una decisión rechazada por buena parte de la afición, pero validada —según las fuentes— desde los más altos niveles del poder político. Así funciona el béisbol en Cuba: más vertical que técnico, más político que deportivo.

La presencia de Cuba en el Clásico: confirmada, pero condicionada 

A pesar de meses de incertidumbre, negociaciones discretas y el eterno asunto de las autorizaciones de OFAC, diversas fuentes indican que Cuba ya tiene luz verde para competir en el Clásico Mundial de Béisbol 2026. Jim Smalls, presidente del torneo, lo confirmó públicamente: “Cuba estará en el terreno en marzo”. 

Las conversaciones con MLB han avanzado, los permisos están en regla y la participación del equipo está garantizada. Lo que no está garantizado es la apertura que muchos esperaban. La misma fuente que habló con Pelota Cubana aseguró que jugadores cubano americanos como Zach Neto, Andrew Pérez o Carlos Rodón nunca tuvieron una opción real de vestir el uniforme cubano, por más que existiera voluntad técnica.

Paradójicamente, mientras Cuba insiste en limitar su universo de jugadores, decenas de peloteros no afiliados han manifestado su deseo de representar a la isla. Entre ellos, prospectos, liga mayoristas y jóvenes con potencial en organizaciones como Dodgers, Mariners, Angels, Blue Jays, Royals y Pirates.

Entre los nombres más destacados aparecen: Andy Pagés (Dodgers) Zach Neto (Angels) –cubanoamericano-  Yoan Moncada, Andy Ibáñez, Yariel Rodríguez (Blue Jays) Daysbel Hernández (Braves) Andrew Pérez (Charros de Jalisco), Daviel Hurtado (Mets) Julio Robaina (Algodoneros de Guasave) 

Una lista amplia, diversa y, sobre todo, capaz de elevar notablemente el nivel competitivo del conjunto cubano. Pero ese talento, al menos por ahora, seguirá viendo el Clásico desde lejos. La relación entre Cuba y su diáspora deportiva vuelve a convertirse en un cuento repetido.

Como en la vieja metáfora del escorpión y la rana, el régimen actúa según su naturaleza: primero la política, después la pelota. Aunque la modernidad toque a las puertas y aunque el reloj del béisbol mundial avance, la estructura cubana parece aferrarse a un pasado que ya no existe.

Tomado de 
El Nuevo Herald