viernes, 1 de septiembre de 2023

El misterio del Erebus y el HMS Terror


En 1850, los grupos de búsqueda estadounidenses y británicos quedaron atónitos al encontrar tres tumbas anónimas en un terreno deshabitado llamado Isla Beechey. Ambos barcos estaban fechados en 1846, sin embargo cuatro años más tarde se hizo un descubrimiento aún mayor.

El explorador escocés John Rae conoció a un grupo de inuits en Pelly Bay, que tenían algunas de las pertenencias de la tripulación del Franklin. Los inuits, - comúnmente conocidos como esquimales o indígenas del norte y que traducido quiere decir "gente", tienen su origen en el noroeste de Asia, y se cree que llegaron a Norteamérica tras cruzar el estrecho de Bering. 

La historia recoge que en 1845 el Erebus y el HMS Terror, los dos buques de la expedición del capitán John A. Franklin, se quedaron atrapados en el hielo en un intento de cruzar por primera vez el paso del Ártico, entre los océanos Atlántico y Pacífico. 

Restos momificados de John Hartnell

Desde entonces, el destino de estos barcos había sido uno de los más grandes misterios desde hacía 170 años, hasta que en 2014 un equipo encontró los restos del Erebus en septiembre de ese año, y, dos años después, hallaron los del Terror, comprobando que las 129 personas que viajaban en ambos naves habían fallecido debido a enfermedades, intoxicaciones y hambre, por lo que se vieron obligados a recurrir al canibalismo.

---En 2014, el HMS Erebus fue descubierto a 36 pies de agua frente a la isla King William. Dos años más tarde, el Terror estaba ubicado en una bahía a 45 millas de distancia, a 80 pies de agua frente a la costa de la Isla Rey William en la acertadamente llamada Bahía del Terror de Canadá.---

El interior del buque muestra como muchos de los muebles y objetos se mantienen intactos. En el escritorio del Capitán Francis Crozier, el segundo mando a bordo del barco, todavía hay libros, mapas y diarios perfectamente visibles en las imágenes captadas. En el navío hay sillas, muebles y platos originales, además de botellas situadas en las estanterías del buque. 

CONDENADA AL FRACASO 

En 1847, dos años después de haber zarpado desde el puerto de Greenhithe, en el sureste de Inglaterra, la situación comenzó a complicarse: Franklin, el capitán, había muerto y el irlandés Francis Crozier tomó el mando. 

Féretro de John Hartnell

Los dos buques de la expedición se encontraban atrapados entre el hielo, y el nuevo capitán decidió abandonar las naves para intentar alcanzar tierra firme. El destino de los que siguieron las órdenes de Crozier ha estado marcado por las truculentas historias, que hablaban de escenas de canibalismo.

Más de un siglo después del accidente, las investigaciones realizadas por el profesor Owen Beattie concluyeron que los huesos encontrados en la isla del Rey Guillermo mostraban, efectivamente, signos de canibalismo.

Muchos de estos restos esqueléticos estaban partidos por la mitad, lo que sugiere que los hombres de Franklin probablemente recurrieron al canibalismo antes de morir congelados. 

Luego, en las décadas de 1980 y 1990, los investigadores descubrieron marcas de cuchillo en restos esqueléticos adicionales que se encontraron en la isla Rey William. Esto prácticamente confirmó que después de desembarcar el Terror, una tripulación hambrienta asesinó y desmembró a sus compañeros antes de comérselos y extraerles la médula ósea. 

 Restos conservados de John Torrington

En 1984, el antropólogo Owen Beattie exhumó uno de los cuerpos enterrados en la isla Beechey, y encontró a un miembro de la expedición perfectamente conservado llamado John Torrington. Según cartas de la tripulación, el joven de 20 años murió el 1 de enero de 1846 y fue enterrado en cinco pies de permafrost. (Capa de suelo congelado)

Torrington tuvo suerte, ya que nada en el informe de su autopsia sugirió que él fuera uno de los miembros de la tripulación que fue víctima del canibalismo. Sus ojos azul lechoso todavía estaban abiertos cuando lo encontraron. Los expertos también descubrieron que su cuerpo se mantuvo caliente después de su muerte, probablemente gracias a un equipo todavía lo suficientemente capaz de realizar un entierro adecuado. 

El cuerpo de Torrington, de 88 libras, sugería que estaba desnutrido antes de morir y que contenía niveles mortales de plomo. Debido a esto, los investigadores comenzaron a creer que el suministro de alimentos de la tripulación había sido mal enlatado y, probablemente, fue lo que envenenó a los 129 hombres restantes de Franklin.

El féretro era el de John Hartnell, otro de los cadáveres sepultados en el permafrost y exhumado en 1986. 

LA NOTA 

Una breve nota hallada bajo un montón de piedras cuenta parte de la historia. Con fecha de abril de 1848 y firmada por Francis Crozier —capitán del Terror que, por aquel entonces, había asumido el mando de la expedición—, rezaba que las naves habían quedado atrapadas en el hielo durante un año y medio.

Que los 24 hombres ya estaban muertos —entre ellos Franklin— y que Crozier y el resto de los supervivientes tenían pensado caminar por tierra hasta un remoto puesto de venta de pieles a cientos de kilómetros, en el Canadá continental. Ninguno consiguió llegar.

Maldita Hemeroteca
Fuente: https://allthatsinteresting.com/

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