viernes, 1 de septiembre de 2023

Hartheim: El castillo de la muerte

Castillo Hartheim en Austria

Mucho antes que comenzaran a asesinar en los campos de exterminio nazis durante la segunda guerra mundial, existió un centro en Austria que sirvió de inspiración para lo que luego sucedió en Belzec, Sobibor, Chelmo o Treblinka por citar ejemplos.

Se trata del Hartheim, situado en Alkoven, Austria, una impresionante edificación que data del siglo IX y que había servido como hospital mental desde finales del siglo XIX. En 1939 los Nazis lo convirtieron en una instalación que denominaron "Acción T4", donde miles de alemanes que sufrían enfermedades mentales o físicamente se encontraban incapacitados, fueron gaseados como parte de la limpieza de raza practicada por Adolph Hitler.

Los experimentos nazis con gas para cometer asesinatos en masa comenzaron en este lugar a finales de 1939, y lo hicieron mediante el empleo de monóxido de carbono puro, fabricado químicamente, mucho antes de comenzar lo que se hizo llamar la "Solución Final". En este caso llegaban autobuses al castillo donde eran recibidos por "un grupo multidisciplinario" que, en realidad, lo que buscaban era el oro que llevaban esos enfermos en sus dentaduras. Luego pasaban a un salón de gaseado donde en grupos de a 100 o 120 personas, eran asesinados mediante este procedimiento. Otro grupo, en el cual se encontraban varias mujeres, se dedicaba a redactar los certificados de defunción falsos, y enviárselo a las familias de estos desdichados.

Después de que Alemania invadiera la Unión Soviética en junio de 1941 y que los Einsatzgruppe (equipos móviles de matanza) fusilaran a civiles masivamente, los nazis experimentaron el mismo procedimiento del gaseado en masa ensayado en este castillo, en distintos campos de exterminio como en Auschwitz por ejemplo, donde diariamente se llegaron a asesinar a más de 6000 judíos.

Estadisticas ocupadas por las tropas de liberación norteamericanas

A partir del otoño de 1939, y basados en esta experiencia, se establecieron otras instalaciones de gaseo masivo, como Bernburg, Brandenburg, Grafeneck, Hadamar, Hartheim y Sonnenstein. Cuando Alemania tenía la guerra prácticamente perdida, los Nazis se apresuraron a transformar la mortal instalación. Destruyeron y tapiaron las salas donde se cometían los asesinatos en un intento por borrar las evidencias, y destruyeron toda la documentación que podía incriminarlos.

Luego, antes de que llegaran las tropas de liberación norteamericanas llegaran en 1945, reabrieron la instalación como un pacífico y solidario asilo para niños huérfanos. Sin embargo, en un armario situado en la sala donde se cometían el gaseado, los nazis dejaron olvidado nada menos que un libro con las estadísticas de todos los sacrificados en aquel lugar, lo que fue después una prueba irrefutable para el proceso jurídico al cual fueron sometidos los culpables. Esas cifras indicaban y desglosaban la cantidad de muertes dentro del programa de "eutanasia". En el uso nazi de la palabra "eutanasia", se referían al exterminio sistemático de aquellas personas a la que consideraban "no merecían vivir", por haber tenido la desgracia de padecer defectos o enfermedades genéticas.

En Hartheim, los dos médicos que supervisaron los asesinatos fueron los austriacos Rudolf Lonauer y el francés Georg Renno, quien llegó a ser vice director del centro. El primero no sobrevivió a la guerra, pero el segundo se fue de rositas. En 1945, y escasamente una hora antes de la entrada de las tropas norteamericanas en la ciudad donde residía, Neuhofen asesinó a su mujer y luego a sus hijas de seis y dos años, para luego quitarse la vida.

Por su parte Renno, que después de la guerra vivió cerca de Ludwigshafen y trabajó para la empresa farmacéutica Schering, murió en 1997 en Francfort del Meno, en Alemania, no sin antes declarar que se iba de este mundo con la conciencia muy tranquila "por haber aliviado la de aquellos seres". Se cree que entre ambos asesinaron a más de 28 mil enfermos en ese castillo. El resto, los comandantes, verdugos, médicos, guardias, fueron sometidos al rigor de la ley, aunque muy pocos pagaron con su propia vida.

Al no existir supervivientes que pudieran comparecer como testigos, la mayoría de los médicos implicados nunca fueron llamados a rendir cuentas. Incluso los familiares lucharon durante sin éxito durante mucho tiempo para recibir una indemnización. La decisión de matar a los pacientes con discapacidad, constituyó un importante vínculo entre la eutanasia y la llamada "solución final" , y reveló las prisas por incorporar a más grupos a la diana nazi dentro de su operación de exterminio. En 2007 Alemania prohibió la esterilización forzada en el país. Hoy por hoy el castillo es visitado por aquellos que, en su gran mayoría, saben lo que allí ocurrió y donde a pesar de su majestuosidad resulta escapar de ese halo tétrico que envuelve su historia.

Maldita Hemeroteca
 

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