viernes, 1 de septiembre de 2023

GRAU Y GUITERAS: El gobierno de los cien días


INTRODUCCIÓN: La mediación del embajador estadounidense Sumner Welles no pudo evitar la caída de Machado pero sí impidió el triunfo popular: Welles le sale al paso a la huelga y apoyado por el ABC se impone como presidente a Carlos Manuel de Céspedes (hijo) que gobernará del 13 de agosto de 1933 al 4 de septiembre de 1933. 

El 4 de septiembre de 1933 mediante un Golpe de Estado, el sargento Fulgencio Batista destituye a Céspedes. Esta sublevación tiene el apoyo del Directorio Estudiantil y Batista se convierte en Jefe del Ejército con el grado de coronel. Este Golpe de Estado crea el Gobierno de la Pentarquía que durará apenas 6 días desde el 4 hasta 10 de septiembre de 1933. Bajo la autoridad del Directorio Estudiantil y Batista, la pentarquía se transformó en el gobierno de los Cien Días.

GRAU Y EL GOBIERNO DE LOS CIEN DÍAS.

Ramón Grau San Martín (Pinar del Río, 1881-La Habana, 1969). Médico y político. Profesor de Fisiología de la Universidad de La Habana, Cuba. Participó en las protestas estudiantiles contra la reforma de la Constitución de 1901 promovida por Gerardo Machado para prorrogar el mandato presidencial. 

Fue encarcelado y al ser liberado marchó al exilio, donde tomó parte en la fundación de la Junta Revolucionaria, conformada por el Directorio Estudiantil Universitario (DEU), Acción Revolucionaria, el Conjunto Revolucionario Cubano, el ABC, los nacionalistas, y profesores universitarios. Integró el Gobierno colegiado de la Pentarquía. Presidente del Gobierno de los Cien Días. Fundador del Partido Revolucionario Cubano (Auténtico) y presidente de la República de Cuba de 1944 a 1948.

Este gobierno de los Cien Días, encabezado por Ramón Grau como Presidente y Antonio Guiteras como Secretario de Gobernación, critica y se opone a la Enmienda Platt y toma medidas de marcado carácter popular (aplicación de la jornada laboral de 8 horas, reparto de tierras a los campesinos, legalización de los sindicatos, otorgamiento de la autonomía universitaria, rebaja de la tarifa eléctrica, intervención de la compañía eléctrica estadounidense, etc.)

Este Gobierno, a pesar de sus medidas, no contaba con el apoyo popular y el 15 de enero de 1934 la oposición de sus históricos defensores, los estudiantes, y la presión de Batista obliga a Grau a dimitir. Es nombrado presidente Carlos Hevia, que dimite días después. 

El cargo recae en la figura de Manuel Márquez Sterling que sin embargo dimite después de sólo 6 horas. Entonces, Batista apoyado por el Partido Socialista Popular y la casta política estadounidense pone a Carlos Mendieta Montefur en el gobierno.

LOGROS

Con figuras competentes en su Gabinete, como Carlos Finlay (hijo), secretario de Sanidad; Antonio Guiteras, secretario del Interior; y Manuel Márquez Sterling, secretario del Exterior, comenzó su administración, que de hecho era una coalición inestable con componentes de la derecha, el centro y la izquierda.

Ante el desconocimiento de la Constitución de 1901 Grau promulgó los Estatutos Constitucionales del 14 de septiembre de 1933. Seguidamente, entre octubre y diciembre de ese año, dictó un primer paquete de medidas de corte popular y nacionalista: la autonomía universitaria; la dedicación del 2% del Presupuesto Nacional a la universidad y la concesión de mil matriculas gratis para estudiantes pobres. 

Creó la Secretaría de Trabajo, pues no existía ningún organismo encargado especialmente de los asuntos laborales. Estableció la responsabilidad patronal ante los accidentes; suspendió los desahucios de inquilinos y condonó el 50% de los impuestos y contribuciones no pagados en el plazo debido. 

Decretó la repatriación forzosa de los antillanos que venían a Cuba en tiempo de zafra y que el resto del año estaban desempleados, lo que generaba disímiles problemas. Estableció la jornada de ocho horas y el derecho a la sindicalización. Promulgó la Ley de nacionalización del trabajo que estableció la obligatoriedad de que el 50% de los obreros y empleados tenían que ser cubanos nativos. Rebajó la tarifa eléctrica.

En un segundo paquete, en enero de 1934, incluyó una mayor protección a los pequeños colonos; el derecho de las mujeres al sufragio universal (continuidad de la ley de Alfredo Zayas de 1921); la convocatoria a elecciones para una Convención Constituyente prevista para el 22 de abril de 1934; la regulación de jornales por el corte, alza y tiro de la caña. 

La suspensión de los pagos de la deuda contraída por Machado con el Chase National Bank of New York; la intervención del monopolio norteamericano de electricidad y gas; la promulgación de un decreto agrario de carácter antilatifundista, que benefició a los propietarios cubanos y a los colonos; y la destitución del abogado estadounidense Chadbourdne como presidente de la Corporación Exportadora Nacional de Azúcar, entre otras medidas.

Fin del Gobierno de los Cien Días

Las contradicciones al interior del Gobierno entre las diversas fuerzas políticas y la negativa de EEUU a reconocerlo agudizaron la crisis. El 17 de septiembre los jefes de los partidos políticos presentaron un ultimátum a Grau y le ofrecieron la posibilidad de que miembros del DEU y profesores de la Universidad formaran parte de un nuevo gobierno, lo que fue rechazado por los estudiantes.

En octubre de 1933 las derrotas militares de los oficiales amotinados en el Hotel Nacional, del alzamiento promovido por el ABC, de las sublevaciones del coronel Blas Hernández en Santa Clara y del comandante Balán en Oriente, fortalecieron la autoridad de Batista y colocaron al Ejército como la única fuerza armada capaz de restablecer la estabilidad.

Mientras tanto, el IV Congreso de la Central Nacional Obrera de Cuba (CNOC), controlada por los comunistas, rechazó la Ley de nacionalización del trabajo, atribuyó los crímenes del Ejército al Gobierno e incitó a los obreros azucareros a ocupar los ingenios y constituir soviets a imagen y semejanza de Rusia. Los partidos tradicionales y el Partido Comunista arreciaron su actividad opositora. El país se sumergió en el caos.

Llegado a ese punto, el 13 de enero de 1934 en una entrevista con Grau, el coronel Batista le comunicó que EEUU reconocería a un gobierno presidido por Mendieta, y le exigió la dimisión. Grau respondió que solo lo haría ante los estudiantes y los pentarcas que lo habían elegido en septiembre, pero finalmente cedió. 

En su lugar la Junta Revolucionaria, el 16 de enero de 1934, designó en su lugar al secretario de Agricultura, ingeniero Carlos Hevia, quien no contaba con el apoyo de otras fuerzas. Dos días después, el 18 de enero, Hevia fue sustituido por Carlos Mendieta. Así se instauró el Gobierno de Concentración Nacional. El 23 de enero EEUU reconoció a Mendieta y, en consecuencia, los bancos accedieron a financiar la cosecha de caña de azúcar de 1934.

La crisis que liquidó al Gobierno de los Cien Días tuvo múltiples causas. Después de cuatro siglos de Colonia, los 31 años de República resultaron insuficientes para lograr la maduración y estabilidad política que el país requería.

La funesta herencia del predominio de la violencia para dirimir los conflictos sociales, la gran dependencia de EEUU y, fundamentalmente, la ausencia de una cultura cívica y democrática, conformó una situación que Enrique José Varona resumió así: "La República ha entrado en crisis, porque gran número de ciudadanos han creído que podían desentenderse de los asuntos públicos. 

Este egoísmo cuenta muy caro. Tan caro, que hemos podido perderlo todo". Grau San Martín, seguidor del ideario reformista del DEU, atado a las decisiones de los estudiantes, tuvo que moverse entre el radicalismo de Antonio Guiteras de un lado y el control del Ejército en manos de Fulgencio Batista, que era la única fuerza capaz de garantizar una estabilidad. 

Sin el apoyo de EEUU ni del resto de las fuerzas políticas, el desenlace no podía ser otro: faltó el diálogo, la cultura política de los dirigentes para subordinar los intereses de clases, grupos y personas a las necesidades de la nación. A lo que se unió la carencia de una conducta cívica sólida en los dirigidos; algo que hoy, continúa siendo asignatura pendiente, pero que los más recientes acontecimientos indican que estamos precisamente ante su renacimiento.

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