martes, 12 de septiembre de 2023

HITLER Y CASTRO: Lo de menos es la frase

Adolf Hitler en un discurso en Dortmund, Alemania /Getty Images

En ocasiones hemos escuchado - y también leído - que la famosa frase "LA HISTORIA ME ABSOLVERÁ" fue una cosecha del finado gobernante cubano Fidel Castro, y no del tirano alemán Adolf Hitler como se suele afirmar también. 

Y sí, es cierto, la que aparece en el "Mein Kampf", la primera obra literaria y autobiográfica del mandatario germano, no dice exactamente lo mismo que la pronunciada por Castro en Santiago de Cuba en 1953 donde él y sus seguidores fueron juzgados por los ataques a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, pero eso sí, ambas pretendían decir exactamente lo mismo. 

Adolf Hitler (1889-1945) había sido en sus inicios el líder del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán y precursor del Partido Nazi. Al igual que Castro, el germano estuvo preso por rebelión y, durante su estancia en la cárcel donde había sido  condenado por un intento de golpe de estado, el llamado "Putsch" de noviembre de 1923, comenzó a escribir ese libro donde exponía su ideología y aspectos destacados de su vida. 

Se supone que Hitler plasmó lo siguiente: 

“Aun cuando los jueces de este Estado puedan condenar nuestra acción, la historia, diosa de la verdad y de la ley, habrá de sonreír cuando anule el veredicto de este juicio y me declare libre de culpas“.

Por su parte, y a juzgar por la revista cubana Bohemia en su edición del 27 de diciembre de 1953, Fidel dijo en el juicio: 

"Condenadme, no importa, la Historia me absolverá". 
(Una frase que dicen fue "retocada".)

Con los años Hitler fue nombrado canciller imperial en 1933 y, tras la muerte del presidente Paul von Hinderbug, asume el mandato del Estado, y aunque que Castro destronó a Batista mediante una sublevación armada, no fue casualidad que muchas de las ideas, expresiones y frases empleadas por el primero, fueran imitadas por el "Napoleón Caribeño" con el pasar de los años. 

Es que no existe ninguna duda de que le estudió profundamente, no solo a él, también al italiano Benito Mussolini y al falangista español José Antonio Primo de Rivera y Sáenz, sobre todo en la forma y estilo de llevar el mensaje a las masas. La diferencia fue que tanto Mussolini como Rivera no corrieron la misma suerte que él corrió con Fulgencio Batista, pues ambos resultaron condenados a muerte y ejecutados.

El Duce en 1945, fusilado por los partisanos comunistas junto a su esposa Clara Petacci y otros de sus seguidores, mientras que Primo de Rivera a manos de los también comunistas de la Segunda República, durante los primeros meses de la guerra civil española. Es un hecho que durante su estancia de apenas 3 años que pasó en la cárcel modelo de isla de Pinos, Castro se dedicó, única y exclusivamente, a la lectura de sus obras y diseñar su propio estilo.

Pero en especial de Hitler tomó varios de esos gestos corporales que, con el tiempo, se adueñó de ellos en sus largos y tortuosos discursos. Por ejemplo las largas pausas, creando con ellas la lógica expectación en el público, las poses y las sacudidas, la retórica, el nacionalismo desmesurado y catastrófico de su narrativa donde engaña al pueblo haciéndolo partícipe del éxito, cuando en realidad la mayoría de esa masa apenas participó y donde él, por supuesto, al servicio y sacrificio, justifica ocupar el poder.

También se inspiró - previó el fracaso - en "convertir el revés en victoria”, haciendo que los que murieron por su culpa se transformaran en "mártires". En el caso de Hitler, este les dedicó innumerables conmemoraciones y hasta edificó templos en su nombre, donde a veces protagonizaba misas asumiendo el papel de Pontífice. Para uno fueron los mártires de la "Bewegung” y, para el caribeño, los del "26 de Julio".

Lo mismo sucedió con el control total de los medios de comunicación. En su propaganda, Hitler llamaba “Würmer” (“gusanos”) a los judíos en su menosprecio y condena social, justificando así su posterior exterminio. Ese fue el mismo epíteto que aun se le dice a los Cubanos que decidieron marcharse de la isla, especialmente a los que viven en Miami, y aunque no los exterminó, los condenó de por vida.

Por otro lado, y siguiendo con las similitudes, el líder nazi organizó sus milicias “Camisas Pardas” que a su vez fueron copiadas de las “Camisas Negras” de Mussolini, el verdadero fundador del fascismo, mientras que Castro, cambiando el color de la camisa, los convirtió en sus “Camisas Azules”, osea la milicia con las que militarizó el país y consolidó su poder.
 
Fidel Castro en plena actuación

Luego fue más allá e imitó las Brigadas de Respuesta Rápida alemanas o las "Sturmabteilung", el llamado destacamento de asalto "Tormenta", y en este caso Castro se mostró igualmente fascista a la hora de aplastar - incluso a golpes - las protestas públicas y sembrar el terror en la población. Estas hordas no llevaron, ni llevan en Cuba, uniforme, haciendo creer que estaban integradas por un mismo pueblo "defendiendo sus conquistas". 

Hitler fue el creador de los delatores regionales encargados de confeccionar las listas de los no fascistas, o judíos, para enviarlos a los campos de concentración, en tanto que en la isla Castro aplicó la misma idea a través de los Comité de Defensa de la Revolución. Fundados en 1960, uno en cada cuadra, entre sus varias misiones se encargan de vigilar a sus propios vecinos, e informar quienes son los desafectos al régimen. 

Dentro de esta misma analogía no olvidemos tampoco los "Reichsarbeitsdienstes", o fuerzas obreras del Reich, que en el caso cubano se tradujo en "fuerzas de trabajo voluntario". Ambos sátrapas eliminaron los partidos políticos, e incluso sus propias organizaciones resultaron depuradas en no pocas ocasiones. ¿Es que acaso cabría alguna diferencia entre la Gestapo y el G-2 cubano a la hora de eliminar opositores políticos?. Si hablamos de religión - ateos coincidentemente - ambos sometieron a la poderosa iglesia católica de tal manera, que llegó a reconocerlos como regímenes legítimos.

Poca diferencia - al menos ideológica hablando - había entre los terribles campos de concentración y los campamentos de la U.M.A.P. en Cuba, donde se asegura ejecutaron a 72 reclutas mientras 180 se suicidaron. De hecho la bienvenida que les dispensaban era bastante parecida, en los cubanos te recibía un letrero con el mensaje: “El trabajo los hará hombres”, mientras que el de los nazis rezaba: “Arbeit macht frei”, que traducido al español significa “El trabajo los hará libres”.

Por ultimo, ni los niños escaparon al frenesí de estos dos dementes. En Alemania los muchachos comprendidos entre los 10 y los 18 años, así como las muchachas de igual edad, integraban las llamadas "Juventudes Hitlerianas", en tanto que en Cuba se les bautizó como "U. P. C. o Unión de Pioneros de Cuba", evidentemente con el mismo objetivo en cuanto al adoctrinamiento. Hasta en las clásicas pañoletas.

Los libros de texto tuvieron en un caso, y en el otro lo siguen teniendo, la obligada referencia a las bondades del régimen y a la magnificencia de sus dirigentes, sometiendo a los profesores en todos los niveles a resaltar las "ventajas" con otros sistemas políticos. No podríamos terminar sin decir que el método que usó Hitler en abril de 1933 para destruir los negocios y tiendas de los judíos, le sirvió de inspiración a Castro para acabar con la propiedad privada en la isla.

Y sí, por supuesto, el holocausto resultó evidentemente mucho más violento en cuanto al numero de víctimas, pero en el fondo ambas doctrinas consiguieron ideológicamente el mismo resultado. Efectivamente, Hitler y Castro tuvieron muchas cosas en común, pero de lo que sí estamos seguros es que la historia no los exculpó ni los exculpará jamás, por el contrario, los condenará para siempre.

Maldita Hemeroteca

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