lunes, 20 de noviembre de 2023

La historia es la que es y no hay mas


No imaginamos a José Martí engalanado con grados militares ¿verdad?. En todas sus fotos siempre aparece vestido de civil, y así fue hasta el día de su muerte en el potrero de "Dos Ríos" el 19 de mayo de 1895. Sin embargo ese día, los grados de mayor general ya se lo habían concedido.

El 15 de abril de 1895 el general en Jefe del ejercito libertador cubano, Máximo Gómez Báez, le comunicó que había sido ascendido al grado de Mayor General, para su sorpresa, mientras que a su vez le ratificaba en el cargo de delegado del Partido Revolucionario Cubano. Al respecto de este nombramiento, Martí escribe en la página 15 de su diario de campaña lo siguiente:

"Al caer la tarde, en fila la gente, sale a la cañada el General, con Paquito, Guerra y Ruenes. ¿Nos permite a los 3 solos? Me resigno mohino. ¿Será algún peligro?... Sube Ángel Guerra, llamándome y al Capitán Cardoso.

Gómez, al pie del monte, en la vereda sombreada de plátanos, con la cañada abajo, me dice, bello y enternecido, que aparte de reconocer en mí al delegado, el ejército libertador, por él su Jefe electo en consejo de jefes, me nombra Mayor General. Lo abrazo. Me abrazan todos. A la noche, carne de puerco con aceite de coco, y es buena".


De esta manera Gómez, que en su cargo de comandante en jefe tenía la potestad de otorgar ascensos, no lo premió como una dádiva, sino como reconocimiento a la capacidad del maestro en cuanto a organización, liderazgo y pensamiento político.

Recordemos algo.

Máximo Gómez había sufrido en carne propia las desavenencias entre el mando militar y civil durante la Guerra de los diez años, incluso durante la relación misma con José Martí en San Pedro Sula en 1884, y de la que Martí se separó por estimar que se manifestaban posturas caudillistas mas que civilistas, pero a partir de esas desavenencias Gómez supo mantener la unidad. Desde que estaban en República Dominicana, el prócer dominicano entendió el pensamiento político de Martí y así lo quiso reconocer.

Premió igualmente su determinación de proseguir con el alzamiento luego del fracaso de la Fernandina en 1894, retomado en Montecristi un año después. Es bueno acotar que en el poco tiempo de vida militar que dispuso, Martí jamás hizo contar este altísimo grado en documento alguno, y aquella frase que plasmó en su diario fue una única prueba irrefutable de su humildad...

"¡De un abrazo igualaban mi pobre vida a la de sus diez años!"

A partir de este día, 15 de abril de 1895, cuando pensemos en José Martí no solo debemos hacerlo como pensador, poeta, periodista, republicano y cerebro de aquella guerra del 1895, si no como el mayor general que fue horas antes de su absurda caída, y apenas un mes después de su llegada a los campos insurrectos.

Sin embargo....

Aquellos grados también se los concedieron a su hijo Jose Francisco Pérez Zayas-Bazan, antes de morir en octubre del 1945 en su esplendorosa residencia de Calzada 4 en el Vedado. A decir verdad, este heredó muy poco de esa obsesión de su padre por la humildad y la justicia. Pensando mal, no me extraña para nada que al terminar la guerra casi todo el mundo le virara la espalda, aunque luego llegó a ser hasta ayudante traductor del futuro gobernador de Cuba, Mr William H. Taft.

Vasconcelos, redactor del País.
Dicen algunos, esos que pese a todo intentan lavar su imagen a toda costa por ser hijo de quien fue, que llegó a ocupar cargos importantes en una organización considerada como fascista, racista y terrorista, el ABC. Claro, -acotan - fue cuando el ABC era buena", pero que una vez se llenó de gánsteres y asesinos, "la abandonó desencantado".

Realmente no sabríamos ubicar cual fue ese periodo en que el ABC fue bueno la verdad, porque desde que se fundaron en 1931 se dedicaron a matar y oponerse al gobierno de Gerardo Machado por métodos muy violentos. Les recordamos que fueron los "abecedarios" los que asesinaron al senador Clemente Vásquez Bello, y valga dios que su sepelio se efectuó en Santa Clara, porque la bomba que le tenían preparada al presidente Machado en el cementerio de Colón, hubiera acabado con medio campo santo y causado una carnicería humana.

Y claro, la orden de Machado era 4 x 1. Por cada uno de su gente asesinada pagaban cuatro, y así mismo fue. Cuba era una violenta locura. No obstante el 27 de septiembre el ABC dinamitó el panteón de la familia Truffin, donde debió haberse celebrado aquel suspendido sepelio. La señora Regina Truffin era la dueña de los terrenos donde, tiempo después, se levantó el famoso cabaret Tropicana en Marianao.

En 1932 un comando del ABC integrado por Mariano González, Pío Álvarez, Santiago Silva y Floro Pérez entre otros, ultimaron al jefe de la policía secreta, el capitán Miguel Calvo Herrera, un ex mambí que había estado a las ordenes del general Mario García Menocal durante la guerra del '95.

¿Como?, lo cosieron a tiros en la calle 17 del Vedado, donde también resultó acribillado su chofer. Es cierto que Machado había violentado la constitución por el ansia de poder, pero de ahí a convertir a Cuba en un polvorín. En esos años el "Ismaelillo" era vice presidente del ABC, y como pasó en el 1912 cuando la masacre de los sublevados negros, "no hay nada claro en cuento a su responsabilidad con este grupo.

Esos años en Cuba, el país más inestable y violento de toda la América hispana, no se sabe la cantidad de bombas "sorbeteras" que accionaron esta gente. El siete de junio de 1932 explotaron una en el parque Vidal de Santa Clara, donde murió una joven y 35 personas resultaron heridas. En febrero de ese año explotaron otra en la residencia particular del secretario de Gobernación Dr. Giordano Hernández, que afortunadamente solo causó daños materiales.

Durante un registro efectuado por la policía el 23 de julio en la casa Revillagigedo 65 en La Habana, hicieron explosionar una previamente conectada a la gaveta de una mesa, que despedazó al capitán de la policía nacional Carlos García Sierra, e hirió de gravedad a otros tres policías. Explotaron otra en casa del Dr. Ricardo Núñez Portuondo, el padre de la cirugía Cubana. No les importaba nada, ni familias ni nada.

Fueron ellos, los del ABC, quienes asesinaron al líder racial Félix Justo Proveyer, un estudiante y periodista mulato que resultó ultimado en Trinidad el 7 de enero de 1934. No había mucha diferencia entre esta organización y el Ku Klux Klan americano, podría decirse. No sé si lo sabe, pero eran tiempos en que el parque "Céspedes" de Trinidad, los ciudadanos de raza negra tenían una sección muy bien delimitada y, cuando quisieron traspasarla, el mulato Proveyer pagó con su vida.

Fue a partir de esta muerte, que el comité por los derechos del negro encontró eco en la política nacional. Ahora, que el señor José Francisco tuvo que ver con algunas de estas bombas y asesinatos, no existe nada que lo pruebe, aunque se sabía que estaba "a muerte" en contra de Machado. Aún así, y teniendo en cuenta la horripilante cifra de negros y mulatos que ayudó a liquidar en el 1912, que más le daba otro.

Podría resultarle duro leer esto, pero repetimos para los de piel de cebolla, fuera de aquel artículo acusador del periodista y redactor del periódico "El País", Ramón Vasconcelos Mariaglano, no se sabe a ciencia cierta cual fue su verdadera responsabilidad en toda esta historia. Incluso la escritora pinareña, Paula María Luzón Pí, lo exoneró de toda culpa en su biografía.

No lo ponemos en duda, como tampoco la ponemos el día que dio la cabrona casualidad de que en la toma de las Tunas, dirigida por el general Calixto García, el comandante de la Guardia, aquel que tuvo que abandonar el cuerpo de su padre en Dos Ríos bajo una lluvia de balas, haya muerto mientras compartía con él la misma trinchera de artillero.

Sin embargo quizás a la señora Luzón no le diga nada, pero a nosotros sí - vaya alguito - el saber que organizó el acto por la pírrica y sanguinaria victoria que tuvo el terrible saldo de 3, 4 y hasta dicen que 6 miles negros y mulatos muertos, por tan solo uno del bando, y donde su "poca responsabilidad" fue la de ser el jefe del estado mayor. Fue un acto celebrado en el parque Central de la Habana, de espaldas a la imagen de ese padre que un día le dijo esto:

Vamos, pues, hijo viril; vamos los dos; si yo muero me besas; si tú... ¡Prefiero verte muerto a verte vil!

Allí, entre otras cosas, dio lectura a la ignominiosa carta de felicitación redactada en el cuartel Moncada de Oriente, y que le enviaran sus jefes, entre ellos el presidente de la republica, el general Jose Miguel Gómez, a quien se lo debía todo.

Maldita Hemeroteca

Fuente: Diario de campaña de Máximo Gomez / Diario de campaña de José Martí.

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