viernes, 29 de diciembre de 2023

MÁXIMO GÓMEZ BÁEZ: Secretos de un diario

Gómez su esposa Manana y de pie sus hijos

Durante la guerra por la independencia de Cuba, el generalísimo Máximo Gómez dejo escrita 16 libretas que, luego de organizadas, conformaron lo que se conoce como su diario de campaña.

Ahí aparecen narrados hechos que no han podido ser manipulados por aquellos que nos hicieron creer que aquella etapa de nuestra historia fue "limpia y pura", como si sus protagonistas no sintieran, padecieran, amaran e incluso odiaran, como todo el mundo y como en cualquier época.

Gómez plasmó no solo los combates referidos al primer alzamiento de 1868, también algunas cuestiones que le afectaron muchísimo, como falta de recursos, inexperiencia de los guerreros así como disposiciones tomadas por los jefes, como la destitución que sufrió por parte de Carlos Manuel de Céspedes el 7 de junio de 1870.

"Partiendo de estos datos auténticos de mi historia militar en Cuba, tengo que fijarme en sus consecuencias que constituyen la lógica de los sucesos, y que se palpan ya en este periodo aparente de Paz. Y es preciso citar hechos, que sin ellos nada en la vida queda justificado".

"El porque no me presté a servirle según sus caprichos de teocrático, y no permití que lo que nos resignamos a llamar Gobierno, me depuso.

Resultó de este acto, lo lógico; la altura que aquel fantasmón había creado a su alrededor -cómo le resulta siempre a los Reyes- un gran séquito de adoradores, y todos esos hombres, como es consiguiente, fueron mis desafectos.

Si yo hubiese hecho todo lo contrario de lo que hice, habría sido, sin duda, el hijo mimado de la fortuna; pero pudo más en mí la lealtad a una gran Revolución que a un grupo de hombres que no sabían ni batirse por la libertad de su Patria. 

 Acaté el procedimiento inicuo de aquella sombra de Gobierno y me retiré con 15 hombres, los únicos que quisieron seguirme en mi caída. Pero no me fui a esconder en las montañas, sino que día por día, y en las zonas de la ciudad de Santiago de Cuba, combatía a las guerrillas españolas cuyo enemigo envalentonado por los tantos desaciertos que se sucedían entre nosotros, era el azote constante de aquellos contornos. 

Con la muerte del mayor Ignacio Agramonte en 1873, a Céspedes no le queda mas remedio que llamar nuevamente a filas al general dominicano, y es entonces cuando Gómez añade esto: 

"Necesario fue que muriera el mejor de los generales cubanos para que el Gobierno me sacara de mi honroso retraimiento. La muerte del General Agramonte (Ignacio) obligó al Gobierno a llamarme. No encontró otro capaz de sustituir al muerto, y heme a mí, convertido de triste guerrillero despreciado en Jefe del Departamento del Centro. Aquel día me pareció más pequeño el hombre y más obtusa su política".

"Con tal motivo, entre otras palabras,' escribí ese día en mi Diario: "¡Pobre Cuba si con estos hombres llega a ser libre. No están a la altura de la obra" !. Sin embargo, sin hacer la mas leve observación, marché enseguida para el Camagüey a ocupar mi puesto. El resultado de aquella Campaña fue bien notoria, no necesita descripción.

Así la lucha se prolongó hasta que caímos en el Zanjón. En tal estado interrogué a mi honor y a mi conciencia acerca del partido que debía tomar, y como se me contestara que había hecho demasiado, opté por emprender el camino del destierro con los harapos de la miseria, es decir, sin Patria, sin dinero y sin amigos".

Su obsesión por ser dictador, por el nepotismo practicado, por traicionar al hombre que lo organizó y costeó todo y lo que fue pero, las destituciones de Ignacio Agramonte, en enero del 1870, y la de Máximo Gómez, un año después, terminaron con la paciencia de aquellos hombres que decidieron cortar por lo sano,... destituirlo.

LUEGO DEL ZANJÓN

Luego de rechazar las generosas ofertas monetarias del general Arsenio Martínez Campos, Gómez decide marchar hacia Jamaica en la más absoluta miseria. En esa época el matrimonio había perdido a uno de sus pequeños, y tuvo que ser ayudado financieramente por algunos amigos hasta que comenzó a trabajar la tierra de una pequeña vega de tabaco como un simple jornalero.

El 14 de julio de 1875 ese mismo año, acompañada por el propio general Gómez, que había retornado a Camagüey, entre otras cosas a recogerla, cruza Bernarda la trocha con su hija, llega a las Villas y se instala en un rancho. Allí nacen Francisco el 11 de marzo de 1876, quien después cayera junto al general Antonio Maceo en la Habana el 7 de diciembre de 1896, y el 8 de diciembre del siguiente año tuvo a su segundo hijo varón.

Para entonces ya habían muerto dos de ellos. Gómez decide enviarla para Jamaica. El 21 de diciembre y en enero Manana llega a Kingston gracias a un préstamo de 24 onzas de oro que le hiciera el brigadier matancero Alberto Rodriguez Acosta, préstamo que devolvió íntegro en el consulado de España en ese país.

A la muerte de Gómez, el 17 de junio de 1905, Bernarda recibió del presidente Tomás Estrada Palma 500 pesos en oro que costó trabajo que aceptara, tan es así que renunció a una pensión. Bernarda Toro Pelegrín, doña Manana, murió el 29 de noviembre de 1911 en la Habana.

Nota: Su biografía: "Manana Detrás Del Generalísimo", de Ena Curnow y Pablo Chao, se encuentra disponible en la internet.

Maldita Hemeroteca

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