sábado, 30 de diciembre de 2023

El Valeriano Cubano


Según consta en esta entrevista de 1952, hecha por el periodista de Bohemia Ángel Miolán y el fotógrafo Amador Vales, el señor Antonio Álvarez Veleriano aseguraba que había venido al mundo el 12 de enero de 1881 en Manzanillo, Oriente.

Si usted intenta una búsqueda en Google con "Valeriano Cuba", la mayoría de los links le harán referencia al general Español Valeriano Weyler, sin embargo si persiste un poco encontrará a otro Valeriano, Valeriano I, el Emperador del Mundo, un cubano que estaba más loco que una cabra el pobre, que pretendía ser Napoleón o algo así. 

Antonio Álvarez, y Valeriano como segundo apellido, era un descendiente de esclavos que por los años 50 del siglo XX, se paseaba por el parque central vistiendo un raído uniforme del ejercito que, al parecer, se lo había regalado un amigo jubilado. En su pecho colgaban las condecoraciones que el pobre, creía haberlas ganado en la guerra de liberación del siglo XIX. 

Bueno a saber, porque aunque la mayoría de los mambises negros se le desconocen sus nombres, a menos que fuera un alto oficial, Valeriano era hijo de madre y padre como todo el mundo. En su caso aseguraba que había servido bajo las ordenes del general Mario García Menocal y que Cuba era libre, en gran parte, gracias a él. Sin embargo su nombre no figura en ninguna de las listas de los pensionados del ejercito libertador. 

Este "emperador" Cubano solía pasearse por sus dominios del Parque Central, así como el paseo del Prado, el paseo del Louvre, el teatro Martí o el parque Zayas, dentro de su imaginario palacio, donde improvisaba enrevesados discursos que solo él entendía. Decía que era el embajador del mundo, ya podrá imaginarse, y que Albert Einstein o el mismo Papa eran subordinados suyos. 

En sus discursos solía decir: 

«Salí vencedor frente al Duce Mussolini y por este motivo me llamaron del gabinete de la guerra. Me convocaron a una comisión tecnológica de la liga de las naciones para que me examinara rigurosamente a ver si tenía la capacidad intelectual para administrar la beligerancia mundial. Salí triunfante ante los sabios (…) confiriéndome los lauros habidos y por haber (…)».

Decía, además, que en el mes de octubre, en una ceremonia llevado a cabo en el campamento de Columbia, le sería entregada la jefatura de la confederación mundial y solía terminar diciendo en sus discursos, "... No debemos llevarnos como perros y gatos, si no como seres humanos. Así que no coma usted catibía". 

Maldita Hemeroteca

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