Este post solo tiene un fin, y es dar a conocer las proezas de un valiente mambí del que apenas se habla. Nos atreveríamos a asegurar que en Cuba mas del 90% de la ciudadanía, incluso la de Matanzas, no sabe quien fue este aguerrido hombre y muchos de los valientes que batían el cobre en las provincias de Oriente o Camagüey, no se le asemejaron ni en valor ni en audacia.
Incluso el General Máximo Gómez le recomendaría prudencia en la lucha, tácitamente aprobando la guerra desigual que libraba en los llanos de Matanzas, incluso fue tildado como bandolero por las fuerzas españolas e incluso, por algunos historiadores contemporáneos que sin querer le han hecho el juego, pero Agüero Fundora fue el mambí que más batallas libró en el territorio matancero en los casi tres años que en esta provincia mantuvo en alto la antorcha de la libertad.
Eran tiempos en que la requisitoria de caballos, dinero, armas, quema de ingenios, caseríos, hasta combates frente a frente con los españoles así como la toma de importantes pueblos, era muy común en esa época. Agüerito llega a Matanzas a la vanguardia de las tropas de Henry Reeve el 30 de noviembre de 1875, fecha que cruza por el río Hanábana para penetrar hasta Macurijes, donde queman los campos de caña del ingenio Dos Hermanos y, días después, efectúan acciones en Sarabanda, Quemado Grande y otros lugares al sur Matancero.
La insurrección en el Occidente del país se hizo prácticamente insostenible, sin embargo el apoyo que debían brindarle las fuerzas de Oriente no llegaron. No obstante Cecilio continuó combatiendo en la jurisdicción de Cienfuegos y Colón, teniendo como refugio la Ciénaga de Zapata.
Una de las últimas acciones de este valiente camagüeyano fue la noche del 30 de septiembre al 1 de octubre de 1876 durante el asalto al poblado de Calimete, bajo las órdenes del jefe Cecilio González, donde incendiaron varias casas, entre ellas la tienda del concejal del Ayuntamiento de Colón, don Manuel Carreño y Fernández.
La indisciplina en el ejército mambí, el espíritu provinciano de Las Villas, la falta de material de guerra, la sedición de Lagunas de Varona, la revuelta de Santa Rita el 11 de mayo de 1877 más la política de paz del nuevo capitán general de Cuba, don Arsenio Martínez Campos, condujo a las fuerzas rebeldes a firmar la paz del Zanjón.
Siete años después, el 1ro. de abril de 1884, el general Agüero zarpa desde Cayo Hueso en la goleta Schavers con más de 20 hombres. En este viaje estuvo a punto de caer en manos enemigas cuando el “práctico” trató de llevar la nave hasta el puerto de La Habana. Sin embargo descubierto a tiempo por el propio Agüero, fue obligado a punta de revólver a desviar el rumbo.
Es así como la expedición desembarca en Punta de Hicacos, Cárdenas, en la mañana del 3 de abril portando un certificado expedido por Juan Arnao Alfonso, presidente del Comité Revolucionario Cubano de Nueva York, que lo acreditaba como Jefe de Operaciones en Cuba. Sin embargo ese espía logró evadirse y logró presentarse ante las autoridades españolas a prestar declaración.
LA TRAICIÓN
En los montes de Matanzas estuvieron por espacio de once meses de heroica resistencia, hasta que la noche del 2 de marzo de 1885 cae en una emboscada en la jurisdicción de Colón. Desde mucho antes de recibir la orden González Muñoz, el sargento Raymundo Gómez Zamora, quien había arribado en 1874 a Cuba en plena Guerra de los Diez Años como un oscuro soldado de fila, se había puesto de acuerdo con Manuel Carreño Fernández para atraer al general Agüero a una encerrona preparada por los dos espías, Federico Prendes, patrocinado de don Evaristo Prendes y Sixto Hernández.
Con la promesa de unirse a su grupo, logran atraer al general Aguero hasta las cercanías de la vivienda del tal Prendes. Varios de los que supuestamente se iban a unir eran conocidos de Agüero, como el negro Luciano Morejón, don Jacinto Mollinea Galindo y el también negro Atanasio Ordóñez. En tanto que el sargento Gómez Zamora junto al teniente del batallón de Bailen, don José Rodríguez de Longo y once guardias más, se escondían detrás de una cerca de piedra en la finca de Prendes, situada muy cerca de Jagüey Grande.
El general Agüero arribó a las 8 y media de la noche junto al capitán José Morejón y otros miembros de su partida, Federico Prendes salió a su encuentro y lo entretuvo hasta que el sargento Gómez, detrás de la cerca, hiciera la señal mediante un disparo. El arma falló, y fue apercibido por uno de los hermanos Sotolongos que preguntó ¿Quién está detrás de la cerca?.
Los 4 bandoleros se dirigieron hacia el sargento que dio la voz de ¡fuego!. Agüero y Morejón cayeron de los caballos. El pardo Federico le fue encima a Agüero, y de un disparo y dos machetazos acabó con su vida, sin embargo Longo consiguió dispararle un balazo entre ceja y ceja que lo fulminó al instante. Los morenos Sixto y Luciano batieron a Morejón, mientras que los dos hermanos Sotolongo, que habían quedado en la retaguardia, lograron escapar, uno de ellos herido gravemente en un brazo. En esta acción el espía Atanasio Ordóñez resultó herido leve de un balazo.
Caserío de Ceiba Mocha en Matanzas |
A las doce de la noche los cadáveres de Agüero y Morejón fueron trasladados al paradero de Calimete, donde más de 500 personas le reconocieron, entre ellos don Manuel Carreño, artífice de la emboscada. Los dos restos mortales llegaron a Colón a las cinco de la mañana del día 3 de marzo y fueron expuestos hasta que a las seis de la tarde fueron enterrador en una humilde fosa.
Con esta traición moría uno de los mambises más valiente de toda la historia libertaria cubana. Dedicó más de la mitad de su vida a la causa de la independencia, y cuyas enseñanzas adquiridas a través de prestigiosas figuras como Gómez, Reeve, o a través de libros como del genial guerrillero Giuseppe Garibaldi, demostró que la lucha de guerrillas en terrenos llanos contra España era posible.
El general Fundora no ha tenido la misma suerte en la historiografía cubana como otros que sí fueron bandidos devenidos en insurrectos como Matagás y su discípulo Manuel García, "El rey de los campos de Cuba" y que el hecho de haber estado fuera de la ley por causas de robos y hechos criminales a la vez que como mambises se mantuvieron en el monte mucho más tiempo, haya sido motivo para la popularidad y el reconocimiento que disfrutaron.
Sin embargo Agüero, que nunca estuvo fuera de la ley, fue incluido en esa clase de bandidaje. Solamente el ansia de pelear por la plena independencia de Cuba, le hizo contactar con algunos de estos bandidos. Sus puntos de contactos fueron para aunar voluntades y hacerles ver el camino correcto, como lo hiciera con Matagás y los hermanos Sotolongo, entre otros .
La verdad se abre paso y no se puede pensar tan rígido como lo hacían los españoles o muchos historiadores cubanos, que calificaron a estos hombres como bandidos. Sin embargo en algunas notas de prensa sobre combates en los cuales salían las tropas españolas como victoriosas, entonces Carlos Agüero ya no era un vulgar bandido, si no que de pronto se convertía en el «general Agüero».
Conclusión-
Solo agregar un dato. Si Agüero fue o no un bandolero o se relacionó de alguna forma con ellos, fue debido a varias causas que le obligaron a tomar medidas drásticas. Para empezar no era lo mismo pelear en Oriente que en Matanzas donde las tropas españolas tenían el control absoluto de esa provincia, sobre todo durante el gobierno del general Camilo García de Polavieja.
De hecho en su segunda intentona en esa provincia se vio obligado a esconderse en la durísima Ciénaga de Zapata. Sin recibir apoyo ninguno de la mambisada Oriental, Agüero se vio obligado a mantenerse apelando a métodos propios de bandoleros, robando o exigiendo a los campesinos y residentes de la zona, aunque el fin fuera el que fue. Tal fueron los casos de Limbano Suárez y Ramón Leocadio Bonachea.
No se puede negar que durante esta etapa se produjeron múltiples delitos, extorsión, secuestros, robos, incendios y hasta asesinatos, en aquellas zonas, entre los mas buscados por las tropas españolas estuvieron los bandidos José Álvarez Arteaga, alias "Matagás", José Desiderio Matos, alias "El tuerto", su hermano Bernardo, Nicasio Mirabal y quizás el más emblemático de todos, Manuel García Ponce de León, sin embargo la verdad sobre Agüero se abre paso.
Tampoco se puede pensar como lo hacían los españoles que llamaban bandidos a todos los que peleaban, incluso así llamaron a Máximo Gómez y Antonio Maceo. Sin embargo cuando a ellos le convenía para los parte de guerra y la propaganda de la prensa, entonces le daban tratamiento de «general Agüero». Este artículo, pretende eso, dar a conocer las proezas de un verdadero general mambí en territorio matancero y situarlo en el lugar de los valientes e insobornables generales.
Fuentes:
---"Carlos Aguero: Un general mambí". Humberto Ballesteros. -
---COLLAZO, Enrique: Desde Yara hasta el Zanjón. Apuntaciones Históricas. Instituto del Libro, La Habana, 1967.
---CASTELLANOS GARCÍA, Geraldo: Motivos de Cayo Hueso. Ucar García y Cía., La Habana, 1935