viernes, 5 de enero de 2024

Tres duelos que hicieron historia


¿Sabía usted que en 1952 el que fuera presidente de Chile, el finado Salvador Allende, entonces senador por el partido socialista, se batió en un duelo?. 

El envite tuvo lugar en Santiago de Chile, y a primera hora de la mañana del 6 de agosto de 1952. Su contendiente fue el también senador Raúl Rettig, representante del Partido Radical. Luego de una acalorada discusión en el hemiciclo, ambos políticos acordaron verse las caras y se desplazaron hasta una parcela privada, propiedad de Raúl Jaras, copropietario del diario chileno "La Tercera", quien al mismo tiempo fungió de testigo. Se escogieron las pistolas como armas; y ambos contendientes se colocaron en posición de disparar. 

El primero en apretar el gatillo fue Rettig, quien erró el disparo, sin embargo creyó que había herido de muerte a Allende ya que éste resbaló por culpa del suelo enfangado en el momento justo de disparar, y que también falló el suyo. Por suerte no hubo que lamentar ninguna desgracia. Y fíjese lo que son las cosas. Luego de salir indemne en un acto que por demás era ilegal, continuaron siendo rivales políticos e incluso dos décadas después, cuando Allende fue proclamado Presidente, le ofreció a Rettig el puesto de embajador en Brasil que ocupó hasta que se produjo el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, que dio inicio a la dictadura del general Augusto Pinochet.

Blasco Ibañez
Blasco Ibáñez

El periodista y político republicano español, Blasco Ibáñez, se vio inmerso en un duelo del que escapó milagrosamente.

El 22 de febrero de 1904, a la salida del Congreso en Madrid, guardias de seguridad disolvieron a sablazos lo que creían era una manifestación, cuando en realidad se trataba de un acto espontáneo en apoyo al escritor valenciano.

Uno de esos sablazos fue a parar a la propia cara de Blasco, que además fue testigo de ver como resultaron heridos algunos de los que como él, sufrieron la embestida. Al día siguiente sus declaraciones en el congreso causaron un gran revuelo: «debo decirle al señor ministro José Sánchez Guerra, que ayer recibí un sablazo, pero será el último, porque hoy traigo en el bolsillo una "browning" con ocho tiros».

El ministro llegó a un acuerdo amistoso con el escritor, sin embargo el primer teniente Juan Alastuey Marías, uno de los que estuvo al frente de la carga represiva, si aceptó el ofrecimiento, acordando verse en el campo de honor la tarde del 29 de febrero de 1904, situado en una finca cerca del Paseo de las Delicias en Madrid. El arma escogida fue pistola y a 30 pasos.

Los padrinos de Blasco fueron los señores Estévanez y Armiñan actuando de juez de campo, mientras que el Sr. Saint-Aubin, reloj en mano, fue quien gritó “¡fuego!” para iniciar el duelo. Milagrosamente la bala del teniente dio justamente en la hebilla del cinto de Blasco que, de no haber sido así, hubiera terminado cadáver. Tras el hecho, los padrinos lo dieron por concluido.

Blasco aprovechó entonces para expresarle a su contrincante que en ningún momento había pretendido ofender al ejército, a lo que el teniente Alastuey contestó: “Señor, si hubiera hecho esas declaraciones antes del duelo hubiera sido suficiente para mí”, a lo que Blasco le respondió, “Cierto oficial, pero antes tenían menos valor que ahora”.

Alexander Pushkin
Alexander Pushkin

El escritor ruso Alexander Pushkin, quien había descrito varios duelos en sus propias obras como en Eugene Onegin, fue protagonista de uno de ellos en la vida real. Pushkin, un aristócrata de temperamento impulsivo, se había batido varias veces con anterioridad, pero en esta ocasión tuvo como rival al oficial francés, Georges d’Anthès, de quien sospechaba era amante de su mujer Natalia Goncharova.

Al parecer Pushkin se había enterado a través de una carta enviada supuestamente por el padre de este. Sin embargo a quien el militar Francés cortejaba era a su cuñada, Ekaterina Goncharova, lo que le tranquilizó de momento. No obstante Pushkin que seguía sospechando dicha infidelidad, lo volvió a acusar y esa vez lo retó a duelo en San Petersburgo

No era este ni mucho menos el único duelo en el que Pushkin había protagonizado. Se cree que había visitado el campo de honor por lo menos en 20 ocasiones, cuatro de ellas llegaron a celebrarse y los demás pudieron evitarse, en gran medida a la intervención de los amigos del poeta. 

En este caso el duelo se había pactado a pistola y a diez pasos. D’Anthès fue el primero en disparar e hirió gravemente a Pushkin en el estómago. Mientras caía, Pushkin, que tenía fama de gran tirador, disparó la suya desde el suelo y así y todo la bala rozó levemente la mano derecha del oficial. 

Dos grandes poetas rusas, Anna Ajmátova y Marina Tsvetáieva, acusaron a la esposa de Pushkin de no haberle puesto fin a tiempo a los rumores de infidelidad, lo que hubiera evitado ese trágico desenlace. Dos días después del duelo, Pushkin fallecía a consecuencia de las heridas sufridas con apenas 37 años de edad. Después de la Segunda Guerra Mundial se publicaron en París dos cartas del oficial Francés, escritas a principios de 1836 y dirigidas a la mujer del dramaturgo, y en ellas quedaba demostrado que Pushkin estaba en lo cierto. 

Maldita Hemeroteca . 

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