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VICTORINO CAMPOS: EL VERDADERO EJECUTOR DE MACEO (II)


Con anterioridad, habíamos dicho que en el libro de Márquez Sterling, sobrino del eminente político Manuel Márquez Sterling y Loret de Mola, titulado: «Historia de Cuba», se revela que el gallego Ángel Castro, padre de los dictadores Fidel y Raúl, formó parte de la columna que dirigía el comandante Francisco Cirujeda que dio baja al general cubano Antonio Maceo y Grajales en Punta Brava, la Habana. 

Sin embargo eso no demuestra para nada que haya sido él quien efectuó los fatídicos disparos. Y nos llamó la atención como varios "influencers" que podrían buscar la información, e incluso un veterano periodista de Miami como Juan Manuel Cao, no tengan muy claro la verdadera historia que vincula falsamente a este señor como el causante de la muerte.
 
También decíamos que en el extenso libro "Mi mando en Cuba", el general Valeriano Weyler dejó anotado que por indicaciones de Cirujeda los prácticos tomaron el rumbo del "callejón de San Pedro", en dirección a Punta Brava, con una vanguardia de noventa jinetes y seguida de 365 soldados de infantería del batallón de San Quintín, mientras que la retaguardia la cubrían veinticuatro jinetes del teniente Pedro Ruiz de Aranda, jefe de la guerrilla "Peral", a la que se le unieron varios efectivos más de la "Guerrilla de Punta Brava". 

Según sus apuntes, ese grupo pensaba poner rumbo a "La Matilde", en la zona de Artemisa, cuando se desataron los hechos que pusieron fin a la vida de este valeroso militar cubano y su edecán. Resulta que uno de esos guerrilleros, el soldado Leonés (De León en España) Victorino Campos Hernández, fue quien le causó la muerte sin saberlo, al lugarteniente y a su ayudante Francisco Gómez Toro, hijo del generalísimo Máximo Gómez. 

Por cierto un paréntesis. El apelativo de generalísimo era en principio una forma despectivamente de llamar a Máximo Gómez, ya que ni aquellos grados, ni siquiera el ejercito, eran considerados como tal. 

Total que esa muerte fue un secreto que se mantuvo oculto por mucho tiempo. Resulta que al saberse las consecuencias de aquellos certeros disparos de Victorino, el comandante Cirujeda ordenó mantenerlo en el más absoluto silencio. Y así se mantuvo por medio siglo. Según su relato, ni él mismo supo que habían sido Maceo y Panchito, que solo había necesitado hacer dos disparos al verlos parapetados detrás de un caballo muerto, y que en ese momento hicieron añicos la ilusión libertaria de aquellos rebeldes cubanos. 

Casa de Ángel Castro Argiz en la aldea de Láncara, en la Galicia profunda.

Quien destapó este bombazo en Cuba fue el periodista Ramón Vasconcelos Mariaglano, en réplica a un artículo publicado el 20 de mayo de 1916 en el periódico “La prensa”, bajo el título de “Flores de trapo”, donde se dejaba entrever que Maceo y Panchito habían caído a mano de los "traidores cubanos". No explica Vasconcelos como se las ingenió para obtener esa información, aunque a todas luces debió haber consultado a colegas de la prensa española con acceso a archivos militares. 

Por otro lado en sus memorias, el general catalán José Miró Argenter, jefe de estado mayor de Maceo y su escritor personal, insinuó que uno de aquellos traidores había sido el medico personal de Maceo, el doctor Máximo Zertucha. Miró, tachado de fantasioso por no pocos colegas, dijo que ese día Maceo se encontraba aquejado de fiebre alta y que soñó incluso con algunos familiares muertos, entre ellos su madre Mariana y su hermano José, que le advertían del peligro que corría. 

Que fue por eso que Maceo decidió afeitarse la barba para ser menos reconocible. Apoyó su teoría con unas palabras de su hermano Marcelino, de apenas 47 años y muerto cinco meses antes, que se lo había pronosticado en vida: 

"Caerás en una emboscada de los nuestros; de allá no regresarás vivo, pero si me dejas el machete, me llego hasta tu cadáver y vengo tu muerte… »

Miró Argenter, al parecer dueño de una "mente privilegiada" y muy criticada por el coronel Manuel Sanguily, entre otros, fue uno de los que dio por cierta la versión del soldado Victorino en el periódico “La noche”, de manera que la historia quedaba más o menos respaldada.

Al comenzar el año 1897, todo "pintaba muy bien" para España que contaba con 190 mil soldados y 70 mil voluntarios en la isla, frente a una maltrecha fuerza de apenas diez mil mambises a lo sumo. En cambio el ejercito rebelde consiguió nutrirse de miles de hombres que, al ver la causa perdida con la incipiente intervención norteamericana, decidieron unirse al "caballo ganador".

Al respecto Weyler lo recordaba en una entrevista ya retirado:

"Tuve a los rebeldes cubanos a dos dedos de pedir la paz… pero murió el presidente Cánovas, me relevaron, no se opuso nadie a las maniobras de Estados Unidos… y ocurrió lo que tenía que ocurrir”.

En fin, que pese a la falta de documentación sobre los integrantes de esa columna, al menos exonera al soldado Ángel Castro Argiz de esa responsabilidad de forma directa. Agregar además, que a menos de que se tratara de una acción heroica, los nombres de los soldados protagonistas no solían salir publicados en las noticias. 

Lo cierto fue que a partir de esta acción al comandante Cirujeda, que hasta entonces le llamaban "El centinela de la Habana", empezaron a llamarle "El héroe de San Pedro" y el marquesado de Punta Brava, más que nada porque en España se ilusionaron mucho que con la muerte de Maceo se acabaría la guerra y sus familiares pudieran regresar de una vez a España.

Solo añadir que tuvo suerte la Argentina, porque un hermano del viejo Ángel, de nombre Gonzalo, en vez de emigrar a Cuba se decantó por el país del tango. Fíjese usted que hubiera pasado de haberse invertido los papeles, en Argentina no sabemos, pero al menos en Cuba no hubiéramos sufrido lo que se esta padeciendo todavía.

Jorge García 
Maldita Hemeroteca

Fuente: 
-- Miró Argenter, J. (1945). Crónicas de la Guerra. Lex.
-- "Mi mando en Cuba", Weyler Valeriano. 
-- Gener Guillermo: "El hombre que mató a Maceo" 1948. 
-- Datos de la prensa Española de aquella época.

Nota al margen: ¿Sabe usted cuantos centrales azucareros molían en Cuba el día que cayó Maceo, 361.