Uno de los deportes que creció con la República y desapareció con su muerte en 1959 fue la pelota vasca, popularmente conocido en Cuba como Jai Alai. Fue llevado a la isla por los vascos en el año 1898, pero no fue hasta el 7 de mayo de 1901 que nació el primer templo de la pelota vasca en el Nuevo Mundo, hacen hoy 124 años. 

Abrió sus puertas en la famosa esquina de Concordia y Lucena, en la capital cubana, y no tardó en ganarse el nombre de ”El Palacio de los Gritos”. Impulsada por el vasco Basilio Sarazqueta, el frontón de la Habana atrajo a numerosos pelotaris del más alto nivel. Sin embargo, llegó la destrucción vestida de verde oliva llamada "Revolución castrista", y en el año 1962 cerró definitivamente lo que había sido su templo en la Habana. Hasta entonces se había mantenido abierto. 


Otro de sus principales promotores fue el matador (torero) guipuzcoano Luis Mazzantini, de biografía novelesca, que enamoró a Sarah Bernhardt y que cambió el traje corto por el esmoquin y construyó un frontón de 64 metros de cancha, a tan solo cuatro manzanas del Malecón habanero. Tenga en cuenta una cosa, que entre 1930 y 1950, fue el frontón más importante del mundo y donde las veladas en el Jai Alai alternaban la emoción y la etiqueta. 

«El hecho de pagar una localidad no exime de mostrarse educado», se leía en la pared izquierda de la cancha. Aún así vencía la pasión. Allí animaban tanto las finísimas, bellas y arrogantes damas, como los caballeros de bigote y canotier. El fragor de sus apuestas llegaba a tal punto que el frontón de Concordia pasó a convertirse en un olla de grillos, y se extendió con fuerza por toda Cuba convertido en una locura.

Ya lo era en Navarra, Guipúzcoa, Madrid, (frontones Jai Alai, Fiesta Alegre, Central o Recoletos), y en otras ciudades de la geografía española como Bilbao, Logroño etc, hasta que logra cruzar el charco. Aunque según las crónicas de la época, a los isleños les gustaba mas la cesta-punta. Entre los emigrantes que llevaron este deporte a la isla ninguno fue tan popular como el bilbaíno Luis Gardoy, «príncipe vasco de la chistera» a quien apodaban Macala. 


Una noche de 1903, con el partido empatado a 29 y esperando el saque del rival, el Palacio de los Gritos estalló en un clamor con una frase que triunfaría más tarde: «¡Aire, Macala!» Ahora el palacio está en ruinas; y su entorno ha sido colonizado por la industria precaria de la lucha por la vida. Se han adosado viviendas a una de sus fachadas tipo "albergues" en ese perverso panorama que adorna la Habana de estos tiempos. Atrás quedaban los días en que aquellas calles de Belascoain, Salud, San Rafael transitaban los cestitas considerados como verdaderas estrellas del momento.

Nota: 

Ese Jai-Alai fue el primero de una serie de frontones que fueron apareciendo en La Habana, que ayudaron a convertir a la Pelota Vasca en uno de los dos “deportes nacionales” de Cuba junto al beisbol. Uno de esos frontones, La Bombonera, tenía la particularidad de que los partidos eran jugados por mujeres que eran contratadas en su mayoría en el País Vasco.

Este frontón, que tenía 140 ventanas y puertas para que la aireación fuese completa en sus 1.800 asientos, llegó a ser el más grande y costoso del mundo. El día de la inauguración en los años 20, se entonaron los himnos nacional cubano y el Gernikako Arbola. (El árbol de Guernica).

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