miércoles, 18 de septiembre de 2024

Antonio Maceo y su amor prohibido


De la vida del general Antonio Maceo y Grajales se ha dicho casi todo, sin embargo siempre hay algo que se ha mantenido oculto para mucha gente, y que va más allá de haber sido uno de los más bravos jefes insurrectos que luchó por la libertad de Cuba.

Tras el grito de Yara (iniciado por Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre de 1868) un joven Maceo se incorporó al levantamiento dos días después, junto a sus hermanos José y Justo. Fue asignado en Majaguabo, al mando del Capitán Juan Bautista Rondón y en su primer combate en Ti Arriba, Songo la Maya, en Santiago de Cuba, se ganó sus primeros grados de sargento.

A partir de aquí, Maceo inició un par de meteóricas etapas en hasta que llegó a mayor general, lugarteniente del ejercito, y un verdadero dolor de cabeza para las tropas Españolas. Además fue el artífice de la invasión que llevó la guerra hasta el mismo extremo occidental de la isla. 

Fue aquí, en esta acción, y bajo el mando del mayor general Máximo Gómez, que al intentar su regreso a Oriente encontró la muerte el 7 de diciembre de 1896 en un combate en Punta Brava, la Habana. Debía cruzar la trocha Mariel - Majana, donde el general mallorquín, Valeriano Weyler, le había montado una encerrona

Dicho esto.... 

A pesar de lo que se cree, parece que Maceo fue un hombre tremendamente sensible, y sobre todo un gran amante. En una visita que hice a Madrid, visité una biblioteca y al preguntar por literatura de cuba del siglo XIX me mostraron dos títulos, uno fue "Antonio Maceo. Disciplina y Dignidad" y el otro "Vida heroica y ejemplar de Maceo", del historiador e investigador Cubano José Luciano Franco "especialista en la vida de este prócer".

Me llamó la atención que en uno de esos pasajes se describe una confesión amorosa sobre una mujer que, al parecer, "lo había sacado de paso" como solemos decir. La confesión se la hizo a su médico, y gran amigo además, el Dr Hugo Roberts. Corría el mes de marzo de 1896 y Maceo se encontraba en plenos trajines de cruzar la citada trocha por el poblado de Neptuno, procedente de Pinar del Río, zona fuertemente custodiada por las tropas del coronel español Cándido Velazco. 

Mientras se recuperaba de una herida, Maceo sacó tiempo para confesar su congoja por aquel amor imposible a su amigo y médico personal, el general de brigada Hugo Roberts Fernández, que entonces era médico del estado Mayor. (Este médico tuvo participación en mas de 100 combates).

Era un amigo personal de Maceo desde bien iniciada la guerra, pero fue en el combate de Mal Tiempo, en Cienfuegos, donde se hizo cargo de su atención directa. Sin embargo, en un combate en el ingenio de "San Gabriel de Lombillos", en Bahía Honda, Pinar del Río resultó herido. Aunque se separa de Maceo, este lo asciende a coronel y, además, lo nombra jefe médico del ejercito de Occidente.  

El libro no ofrecía los datos de aquella enigmática Pinareña, pero si dejaba claro que Maceo se enamoró de ella locamente. Incluso, le confesó lo mal que lo estaba pasando por ese motivo. Pasó que los deberes para con la patria le impidieron dedicarle el tiempo suficiente para estar a su lado, y eso lo tenía sufriendo el "mal de amores".

El castrimo no lo ha tocado ni difundido jamás en la isla lógicamente, a pesar de estar corroborado por una serie de cartas que Maceo escribió a este doctor, en las que le describía además los pormenores de sus heridas, le hablaba de sus planes de futuro, a la vez que le daba gracias por sus consejos profesionales, sobre todo con el dolor que le producía aquella otra herida, mucho más profunda y dolorosa ocasionada por la dama que, dicho sea de paso, le rechazó por estar casada. 

Esto demuestra que mas allá de aquel carácter osco, de su bravura, osadía y arrojo, en Maceo anidaba una gran ternura y una gran pasión amorosa que, haciendo gala de un gran sentido del deber y de la disciplina, fue capaz de controlar y aparcar a su debido tiempo. Otro, quizás, no hubiera podido resistirse.

Maceo se había casado con María Cabrales cuando apenas contaba los 21 años. Aquella boda tuvo lugar apenas dos días de iniciada la primera de las guerras. Del fruto de este matrimonio nacieron sus dos primeros hijos, Caridad, la primogénita y además un varón, pero ninguno de los dos pudieron resistir los rigores de aquella manigua. 

Luego, estando en Jamaica, tuvo una relación extra matrimonial con una dama local de nombre Amelia Marryat, de la cual nació su hijo Antonio, "Antoñico", muerto de cáncer de próstata en 1952. Por su parte María Cabrales pudo ver el triunfo de Cuba y la fundación de la república, aunque por poco tiempo. Murió de pleno sufrimiento - dicen - en 1905.  

En cuanto a este doctor, que se destacó en una centena de combates como Mal Tiempo, Coliseo, Calimete, El Estante, Güira de Melena, Cabañas, Las Taironas, Santa Lucía, Paso Real de San Diego, Candelaria, Jaruco, La Perla, La Diana, Río Auras, Batabanó, La Palma, San Claudio, Lomas de Tapia y Cacarajícara, llegó a ser representante por Las Villas a la Asamblea Constituyente de 1901. 

El 14 de agosto de 1902 lo nombraron médico del puerto de La Habana, y un mes más tarde fue designado Jefe de Sanidad Marítima; cargo en el que se mantuvo durante más de 4 décadas demostrando ser de los más sabios funcionarios del sistema de salud estatal de Cuba. Murió en junio del 1944 a los 80 años.

Por Jorge García
Maldita Hemeroteca

Fuentes: 
--"Disciplina y Dignidad". Colección Latinoamericana  "Historia de la medicina en Cuba. 
--Los médicos de Antonio Maceo". (Ricardo Tablada)

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