domingo, 8 de septiembre de 2024

Mambí Armando André, y la génesis del terrorismo en Cuba.


Por la causa que fuere, en el siglo XIX ocurrió de uno de los primeros casos de terrorismo que se tuvo noticia en Cuba. Se trató de un atentado con bomba a la capitanía general de la Habana, que llevaba la intención de ajusticiar al general y jefe del ejercito, Valeriano Weylery Nicolau.

En concreto, la historia cuenta que el 28 de abril de 1896, alentado por el lugar teniente general Antonio Maceo, el joven recluta y aspirante a mambí, Armando André Alvarado, intentó volar el palacio de los capitanes generales de las calles "Obispo" y "Mercaderes", en pleno corazón de la Habana.

Vamos por partes...

En su condición de ciudadano americano, ya que André había nacido en Cayo Hueso, y a solicitud del presidente del partido revolucionario Cubano, Don Tomás Estrada Palma, el joven se ofreció de correo entre Palma y el Generalísimo Máximo Gómez, comandante en jefe de las tropas insurrectas en territorio Cubano. Entre esos documentos que llevó a Cuba, estaba la proposición de un doctor radicado en Tampa, Lorenzo Montero, para colocar varias bombas en la capital habanera.

Su primer contacto con el general Gómez en el campamento "El Galeón" fue inolvidable para André, no porque había sido el sueño de toda su vida, si no porque terminó convirtiéndose en una pesadilla. Fue tan traumático, que ya en la republica en el entonces periodista decidió escribir un libro para que las nuevas generaciones supieran quien era Máximo Gómez en realidad, desde su punto de vista claro.

Cuanta que una vez llegó a la manigua y se entrevistó con Antonio Maceo, este lo envió al campamento del generalísimo y, según lo asegura André en el citado libro, (el cual poseo) titulado "Explosiones en la Habana 1896", este le rechazó de plano por considéralo una tontería "propia de la mente de un habanero".

No solo eso, además de rechazar el plan lo colmó con una serie de improperios que no venían ni al caso. De regreso con Maceo, al cual salió en su búsqueda solo y a pie ya que Gómez lo expulsó del campamento, se lo volvió a encontrar en el campamento de "Saratoga", cerca del ingenio "Triunvirato" en la provincia de Matanzas. Maceo, luego de restarle importancia el áspero Gómez, le incorporó, e incluso le permitió tener su bautismo de fuego en el combate del ingenio "La Diana".

Fue allí donde André puso al día Maceo sobre aquel mortífero plan ideado en Tampa por el doctor Lorenzo Montero, mostrándole su carta. A Maceo le gustó la idea, pues pensó que si la Habana se sumía en el caos de aquellas bombas, a él le sería más fácil tomarla. Luego de recibir una recomendación firmada por el propio lugar teniente general, André se regresó a Estados Unidos en busca del dinero necesario para el plan.

A la Habana retornó el 26 de febrero del 1897 en el vapor "Mascotte", con el falso nombre de Federico León. Llevaba consigo 200 pesos en oro, que le entregaron en la ciudad de Tampa Estrada Palma y Fernando Figueredo. Por otro lado la dinamita la había proporcionado el masón José Dolores Poyo Estenoz, uno de los fundadores del partido revolucionario junto a José Martí, presidente del Club revolucionario "Luz de Yara" e integrante de los clubes revolucionarios "Cayo Hueso" y "Serafín Sánchez".

Ya en la capital, André residió en casa de su madre en la Calle Lagunas, No 93, y en unión del boticario Julián Valdés y Ceferino Vega, un anarquista español que apodaban "El Asturiano", intentaron ajusticiar al general Weyler y a todo el que por allí anduviera de ser posible. El palacio de los Capitanes Generales es una imponente mansión barroca del siglo XVIII, que fue utilizaba como residencia para los gobernadores y capitanes generales de La Habana.

Primero intentaron comprar la fonda "El Correo", ya que este local se encontraba muy próximo al objetivo. Desde allí, y a través de la cañería del desagüe, accederían a los sótanos del palacio y colocarían las dos bombas de 100 libras de dinamita cada una. Sin embargo, el precio del establecimiento ascendía a casi 3000 pesos, resultando imposible su compra.

La bomba, que fue confeccionada en una casa vacía en la calle "San Nicolás", No 147, fue introducida el 28 de abril de 1896, por la misma puerta del Palacio Presidencial en una caja de mercancías. Una vez dentro, fue colocada en los inodoros del baño que estaba justo debajo del despacho de Weyler, información que obtuvo a través de empleado de palacio haciéndose pasar por periodista americano.

Todo salió a pedir de boca. Frente al colegio de Abogados escuchó la detonación, así como el estupor que generó semejante suceso. El problema fue que Weyler ni se enteró. La explosión solo ocasionó dos heridos leves, la destrucción de los baños y el derrumbe de par de tabiques, e incluso Weyler, que se encontraba en su despacho en ese momento, apenas se estremeció. El edificio estaba fabricado a conciencia.

Descartado Weyler, el 13 de junio de ese mismo año lo intentaron de nuevo con dos bombas más fabricadas por el extremista de izquierda "El Asturiano". Una la colocaron en el Puente "Concha" y la otra en el "Cristina", ambos en Guanabacoa, por donde cruzaba la cañería del agua del entonces acueducto de la Habana.

Esa vez la dinamita no fue suficiente y no causó el daño requerido, pues la mampostería que cubría las tuberías soportó la deflagración. En otra intentona, el 28 de junio, se confeccionó una bomba con 20 libras de dinamita entre el Asturiano y Ramón Pinillos, un chapista que había sido ex empleado de la fábrica de gas. Fue colocada en una cañería muy cerca de su fábrica. De nuevo la frustración.

Comandante Armando André Alvarado, considerado como el primer terrorista mambí.

Esa vez las mechas que debían encender no ardieron o se apagaron a medio camino. Regresaron al lugar y, una vez creyeron haber resuelto lo de las mechas, en una segunda intentona tampoco encendieron, pues la dinamita que las cubría no servía. Habían comprobado que las mechas funcionaron bien, los detonadores igual, sin embargo la pólvora no, con lo cual desistieron definitivamente de los planes dinamiteros.

Entregado todo el inventario por orden de la junta, André decidió unirse nuevamente a los mambises. A punto de ser capturado, se dirigió en coche de caballos en dirección a la sierra para encontrarse más tarde con el coronel Juan Evangelista Delgado, que se encontraba acampado por una zona intrincada de Bejucal, su pueblo natal. Este coronel fue quien intentó rescatar el cadáver de Antonio Maceo y su ayudante Francisco Gómez Toro, cuando ambos cayeron en San Pedro el 7 de diciembre de 1896.

Todo el informe de lo ocurrido en los atentados de la Habana, fue convenientemente guardado por el mayor general de división catalán José Miró Argenter, historiador por excelencia del ejercito libertador, responsable de los archivos y secretario de la Junta Liquidadora del cuerpo armado.

Irónicamente André sobrevivió a las balas de España, vio la república fundada, pero en cambio cayó cosido por las de otro terrorista para más casualidad. Estando el brigadier mambí Gerardo Machado en el poder, André se pasó de críticas al gobierno desde la tribuna de su periódico y, el 25 de agosto de 1925, le enviaron un sicario que con su revólver acertó de plano. Para entonces ya era un destacado periodista en el rotativo "El Día", y comandante retirado del ejercito libertador.

Aquí...

El RELATO sobre aquel encuentro que tuvieron el entonces recluta y el general Gómez. 

Maldita Hemeroteca 

Fuente: Comandante Armando André. "Explosiones, en la Ciudad de la Habana 1896".

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