Existe un viejo proverbio que dice: "No le temo al enemigo que me ataca, si no al falso amigo que me abraza". Y es de falsas amistades que va el tema, muy común en los contextos sociales donde el interés y el egoísmo se camuflan bajo una máscara de falsa amistad. Así ha sido siempre, nada nadie escapa, ni siquiera nuestros mambises. 

El coronel Manuel Sanguily, integrante de la legendaria caballería camagüeyana al mando del mayor Ignacio Agramonte y que incluso, con ella participó en el rescate de su hermano Julio, se entrevistó con el Mayor General Vicente García González el 25 de junio de 1875 en Loma de Sevilla, en Camagüey, ante el conato de sedición conocido como "Lagunas de Varona", que llevaba la finalidad de oponerse a entonces presidente Salvador Cisneros Betancourt.

Se reunieron en la loma de "Sevilla", en Camaguey, pues Vicente era de la opinión que debía abandonar las Tunas y marchar en la invasión hacia occidente. Consiguió que el nuevo gobierno fuera encabezado por Juan Bautista Spotorno que estuvo al frente hasta el 1876.

Sin embargo, la actividad de Sanguily se destacó más en el ámbito intelectual y literario, ya que tanto en el 68, como en la guerra del 95, en la cual no participó, su actividad militar se vio interrumpida por misiones encomendadas en los Estados Unidos. Tanto fue así, que el 90% de la historiografía castrista se centra más en su posición anti enmienda Platt que en otra otra cosa. Y si bien es cierto que en principio la criticó, al final fue uno de sus firmantes en Mayo 28 del 1901.

En una ocasión leí una entrevista suya hecha por la revista Bohemia, que había preferido graduarse de la carrera de leyes en Madrid y no en la Habana, porque allí no le obligaban a jurar fidelidad a la corona española. ¿Modo de justificarse?, podría ser. Lo cierto fue que el señor Sanguily fue delegado a la convención constituyente de 1901 y, durante los primeros años de la República, ejerció como senador por la provincia de Matanzas, fue presidente del Senado y hasta secretario de Estado en 1912. 

Precisamente en esa republica que se funda el 20 de mayo de 1902 con la toma de posesión en la presidencia de Don Tomás Estrada Palma, Sanguily mostró su anti americanismo y no solo por la enmienda Platt, si no por abordar el problema de la pérdida de bienes raíces que afrontaban los Cubanos en esos momentos. El 5 de abril abordó la cuestión de la especulación de tierras que se estaba viviendo, sobre todo con la llegada de extranjeros deseosos de apoderarse de una buena parte del suelo cubano. 

Sanguily se opuso a que los cubanos vendieran una parte de sus tierras para pagar las hipotecas, en tanto que criticó a los que la abandonaban y que, en vez de ponerlas a producir, se lanzaban en la búsqueda de puestos burocráticos en el gobierno. Como resultado, el presidente Estrada Palma lo "eliminó" de la presidencia del senado aunque sí formó parte. Desde allí, Sanguily presentó el cuatro de marzo de 1903 un proyecto de ley que llevaba la intención de prohibir la venta de tierras a compradores extranjeros.  

Con los años fue nombrado director general de las escuelas militares durante el gobierno del general Mario García Menocal, hasta que renunció a la política en febrero de 1917. Se retira a su hogar, y el congreso le concede una pensión vitalicia. Fue nombrado miembro de la academia de historia y colaboró en varios periódicos, fué redactor de la Revista Cubana y fundó la revista Hojas Literarias (Habana, 1893-94) en la cual también se desempeñó como director.

Su ultimo trabajo periodístico fue el 20 de Mayo de 1924 en la revista "El Figaro", donde expuso sus preocupaciones por el camino, y sobre todo por el destino, que iba tomando la República que ayudó a crear. Manuel Sanguily muere durante la noche del 23 de enero de 1925, a la edad de 76 años. Así, a grandes rasgos, vemos como el "Manuel de los Manueles", como le llamaban sus más allegados, tuvo una vida digna en aquella etapa libertaria y política de Cuba, no así su hermano Julio, que aunque sí fue un experimentado mambí, dejó mucho que desear en cuanto a sus principios.

Y cuando todo parecía color de rosa en la vida de Don Manuel, aparece este fragmento del "Diario de un soldado", de la autoría del doctor, y jefe de sanidad del primer cuerpo del ejercito, coronel Fermín Valdés Domínguez, donde carga contra su hipocresía con epítetos y acusaciones durísimas...

"En la batalla de Mal Tiempo, venían los soldados incómodos por lo largo de la jornada, por el hambre y por los malos vestidos, todos a una, trinaban contra Gómez y Maceo. De pronto anuncia la corneta que nos esperaba un combate, y todos gritaron llenos de alegría y pelearon como leones y olvidaron todos los motivos de disgusto. Alegres lucharon y vencieron, y después, en la larga marcha de toda la noche, no oí una queja.

Contentos andaban por caminos infames, por barrancos peligrosísimos, habían matado  a 182 españoles y llevaban como trofeo del combate, la bandera de] Batallón de Canarias. Pero aquí es distinto el cuadro. Por desgracia para nuestra tierra, ocupan puestos en el Gobierno, hombres sin talento y jóvenes, buenos en el fondo, patriotas, pero llenos de vanidad. Y aquí, lejos del combate, lejos de los campos en donde se acrisola el patriotismo, se nota esa vida de comadreo que tanto daño hace a las causas tan grandes y tan sagradas como la que a todos nos congrega...

Desde que estoy en la guerra, nunca he pasado días más tristes que éstos que paso aquí. No oigo más que crítica acerca del compañero y del amigo, no hay virtudes para estos jueces crueles y falsos, todo cae al peso de la diatriba infamante. Critican los defectos, y forjan faltas, para herir por la espalda, y ni el viejo soldado que merece' respeto, ni el buen patriota, que todo lo ha sacrificado por la honra, merece para estos torpes, una sola palabra de cariño...

Yo no sé hasta donde puede llegar esta infame tarea, pero me asusta, y espantado quisiera huir de esta cueva de víboras. Pero no me iré, sin tratar de hacer todo lo que pueda por curar estos males, no temo a los críticos, si me asusta y me incomoda esta vida., es sólo por lo que tiene dé ridícula y anti-patriótica. 

Leían hoy los críticos del campamento, el último discurso de Manuel Sanguily titulado "Céspedes y Martí". Y yo, que ya conocía ese hábil trabajo literario, en donde hace su profesión de fe revolucionaria, él que tanto se opuso y tan duramente juzgó a Martí en otros tiempos, — oía con calma los juicios de los modernos sabios. 

Manuel Sanguily ha visto caído a su hermano y se ha visto humillado por los acontecimientos, y él, que es hombre de gran talento, ha emprendido la obra de levantar al caído, trayéndolo al Partido que el negó, y levantando — para ampararlo y cubrirlo con ella — la bandera de Martí y Céspedes. Yo entiendo bien este discurso. 

No hace mucho que al llegar a West Tampa, juzgando el movimiento revolucionario, decía: "no tiene importancia, es cosa de negros de allá por Santiago de Cuba". Y Benjamín Guerra, que vive, no debe haber olvidado que en la Habana, cuando en nombre de Martí, lo invitaba para que se uniera a los trabajos de Martí y fuera a Nueva York a hacerse cargo de la dirección de "Patria", dijo: — Iré si me dan 300 pesos mensuales:, antes que la Patria está mi familia a la que no sacrifico por nada".

Su patriotismo y su separatismo, no obedecía a principios: les ponía precio. Y luego fue él, quien —como consta en carta que obra en el archivo de Martí—, [dijo que] este vivía del dinero de los tabaqueros. Calumniaba el que pedía 300 pesos por ser insurrecto. Y éste es el que un pueblo le llama y le llamó, —cuando vivía aceptando la dominación española y codeándose con los Santos Guzmanes de la Colonia."

Solo agregar que Don Manuel fue de los que firmó el 14 de marzo de 1899 la destitución del mayor general Máximo Gomez, con el cual no mantenía muy buena amistad que digamos. Aunque lo hizo como miembro de la Asamblea del Cerro, en su caso propuso "la eliminación del cargo de General en Jefe del Ejército Libertador", pues como ya no existía ese ejército, no hacía falta semejante nombramiento. 

Firmó el documento donde se explicaban los motivos por los cuales se destituía al caudillo dominicano, titulado "Al pueblo y al Ejército Cubano". Se cuenta incluso que ya "con las aguas en reposo", ambos caudillos se encontraron casualmente en la calle Obispo, y luego de un frío saludo Don Manuel le dijo a Gómez. "Hombre usted por aquí, 

Por cierto un dato no muy conocido. 

El nadador habanero Manuel Sanguily Betancourt fue un destacado atleta, que logró alcanzar importantes podios para Cuba en grandes campeonatos: Oro en la modalidad pecho en los Panamericanos de 1952, 2º puesto en los Panamericanos de 1955 en México y 3º en los Panamericanos de 1959 en Chicago, EEUU, en iguales distancia y especialidad.

Igual participó en los Juegos Olímpicos de Helsinki de 1952, aunque no logró avanzar en su serie, sin embargo en los de Melbourne de 1956, donde fue el abanderado, finalizó séptimo en los 200 metros pecho. Se graduó de medico en la Universidad de la Habana, pero al llegar la revolución Castrista de 1959 emigró a los Estados Unidos donde revalidó sus estudios de medicina en la Universidad Estatal de Ohio, antes de ser contratado en una consulta en Circleville, Ohio.

En 1967 se mudó a Tarrytown, en Nueva York, donde trabajó en una clínica privada. Sin embargo, en el 2010 su final profesional fue catastrófico cuando se vio envuelto en la participación de un fraude de recetas médicas a gran escala, por el cual fue condenado a prisión por treinta meses. Manuel Sanguily Betancourt murió en el mes de noviembre del 2022 en la ciudad de New York, debido a complicaciones contraídas por el COVID 19.

Maldita Hemeroteca