Localidad de Yateras en Guantánamo

En general la comunidad indígena cubana ha sido bien estudiada y muy documentada. Entre algunos de los trabajos más importante están los del profesor Fernando Ortíz, el arqueólogo norteamericano Mark Raymond Harrington, el americanista Antonio Bachiller y Morales, el doctor Manuel Rivero de la Calle, el periodista Leví Marrero Artiles e incluso el cuarto presidente cubano, el Dr Alfredo Sayas y Alfonso.

Esos estudios cifraron en cien mil la cantidad de aborígenes que había en Cuba en el siglo XVI sin embargo, para finales de ese mismo siglo, y a raíz de finalizadas las encomiendas, la población se había reducido alarmantemente a solo cinco mil. Como los años fueron quedando cada vez menos, y en la actualidad quedaban unos pocos - casi todos en la zona de los valles de San Andrés y Yateras - representados por el cacique de la Montaña, Francisco Ramírez y que no sabemos si ya murió.

Pero si hay un pasaje un tanto turbio acerca de estos indígenas ese es el bélico, del que se habla muy poco porque no conviene. El tema sigue siendo un tabú, porque aunque le parezca increíble, la mayoría de esa población estuvo prestando servicios del ejercito colonial español. Hay que partir de que los indios, en su calidad de vecinos, estaban convocados a la defensa del territorio frente a las amenazas externas, dígase con esto la presencia de bandidos y rebeldes mambises. 

Pero no solo los indios, en aquel contexto político una carrera militar significaba una posibilidad directa de ascenso social dentro de los grupos y castas. Ese fue el motivo por el cual los indígenas cubanos se pusieran al servicio del más fuerte. Nada nuevo. Por lo general los indígenas siempre se destacaron por un singular talento y destreza en las tareas de vigías, rastreadores y milicianos en general. A eso súmele que ya desde entonces, y gracias a las prebendas y derechos que gozaban de la corona, se consideraban superiores a los negros africanos. 

De manera que en aquella dinámica colonial aprendieron a negociar su obediencia y servicios vinculándose a labores defensivas que, con el tiempo, pasarían a formar parte de su propia identidad. Esas milicias fueron constituidas en varios puntos de la Isla, en la Habana, en el Caney en Santiago de Cuba, pero fue en Guantánamo donde estas milicias voluntarias, conocidas como los "Indios de Yateras", resultaron para los mambises un verdadero dolor de cabeza. 

No hay mas que leer un fragmento en el diario de José Martí para comprender esa triste realidad. A poco de desembarcar en Playita de Cajobabo en Imias, y en dirección a "Dos Ríos", José Martí y Máximo Gómez pernoctaron una noche en casa de una india llamada Domitila: Así lo anota Martí en su diario de campaña, el día 23 de abril:

"Domitila, mujer india, ojos ardientes, ágil y buena… salta al monte y trae un jardín de tomates, cilantro, orégano, hierbas… ¿Pudiera ser cierto que Flor Crombet, Flor el gallardo, esté muerto? … ¿que los indios de Garrido causaron tal traición?."

Por otro lado Máximo Gomez, un poco más soberbio y hosco en su accionar, agregaba algo que no dejaba de ser cierto, aunque omitió que hasta el propio Antonio Maceo y su hermano José, intentaban reclutarlos constantemente con la promesa de entregarle nuevas tierras. Aquí lo que apuntó Gómez:

"Pelean esos puercos, pelean así por el peso que les pagan, un peso al día menos el rancho que les quitan. Son los vecinos malos de los caseríos, o los que tienen un delito que pagar a la justicia, o los vagabundos que no quieren trabajar, y unos cuantos indios de Baitiquirí y de Caujerí".

Según apuntes del investigador Juan José Expósito Casasús, experto en la vida del mayor Ignacio Agramonte, así como diversos pasajes narrados por el mayor general catalán José Miró Argenter, hacia el 1883 se crea la primera compañía de voluntarios compuestas por estos indígenas de Yateras y bajo el mando entonces del capitán Lescaille, un ex oficial cubano de la guerra de 1868.

En sus inicios, esta compañía de voluntarios se dedicó a la persecución de bandidos que amenazaban las zonas cafetaleras y la propia comunidad indígena, pero al estallar la guerra de 1895 pasaron a integrar las escuadras de Santa Catalina del Guaso, que entonces dirigía el comandante gaditano Pedro Garrido Romero. Liderados por el líder indígena Ezequiel Rojas, se convirtieron en un activo y eficiente aliado de las fuerzas Españolas, así como un incómodo obstáculo para el ejercito libertador.

En marzo de 1895 fuerzas mambisas atacaron el cafetal "El Ermitaño" ubicado en la zona de "La Felicidad", propiedad de Enrique Lescaille Laumier, y este ataque fue defendido y rechazado con éxito por la compañía de voluntarios de Yateras, al mando del capitán Enrique Lescaille Chivás. Los hermanos Vicente y Enrique Vázquez Lescaille participaron en la Guerra de Cuba al lado de las fuerzas españolas, más que nada preservando sus intereses y posesiones familiares.

Para el mes de abril de 1895, esta compañía ya se había hecho célebre en Guantánamo conocida como los temibles "Indios de Yateras”, convertidos ya en un batallón de voluntarios de una gran experiencia como efectivos rastreadores, y como enérgicos y bien disciplinados combatientes de montaña. De hecho el propio general José Maceo intentó reclutarlos como pudo para la causa Cubana.

Con tal de conseguirlo, José Maceo se valió de dos colaboradores muy conocidos en la zona, el ex rancheador Pedro "Periquito" Pérez y el ex indio de Yateras, Silverio Guerra Téllez, cuya amiga, Cristina Pérez Pérez, era una famosa comadrona, brujera y espiritista de mucha influencia en la comunidad aborigen guantanamera. 

Cristina Pérez, de descendencia catalana, estaba casada con el cacique menor Ramón Ramírez Suarez, y era sospechosa de simpatizar con la causa libertadora. Mantenía una cercana amistad con el joven Silverio Guerra Téllez, un ex integrante de los indios de Yateras, que se pasó al regimiento Hatuey al mando del dominicano Dionisio Gil de la Rosa, finalizando la guerra como teniente coronel del ejército libertador.

Hacia finales de marzo y principios de abril de 1895, Cristina habló con varios caciques mayores y menores de esa población de Yateras que estaban contratados al servicio del ejército español, y a nombre de Maceo les prometió nuevas concesiones de tierras.

Fue durante este período del 10 de abril, que los hermanos Maceo fueron atacados por estos temibles Indios al mando del comandante español Pedro Garrido Romero, "Los Indios de Garrido", casi todos de la raza taína. Aquellos indios podían controlar la importante área comercial entre Guantánamo y Santiago de Cuba y, sobre todo, evitar la incorporación de hombres a las fuerzas libertadoras. Aun así, el general Maceo consiguió convencer a varios de ellos.

LA MUERTE DE CROMBET

La rápida caída del brigadier Adolfo "Flor" Crombet Tejera apenas desembarcar, ha disparado a través de los años diversas teorías conspiranoicas que señalan a José Maceo como responsable de su muerte. Todas están basadas, por supuesto, en la rivalidad que tenía con su hermano Antonio, con quien tenía incluso un duelo a muerte pactado y postergado hasta el fin de la guerra. 

Sin embargo, el investigador León Primelles aseguró que esa muerte fue obra de uno de aquellos indios rastreadores de Yateras de nombre Guadalupe Ramírez Rojas, conocido como "Rojitas". Este "Rojitas" fue señalado por la comadrona Cristina como un indio muy peligroso y de gran popularidad e influencia entre su gente, que incluso en varias ocasiones la había amenazado con denunciarla a los voluntarios españoles. 

Que si no lo había hecho era por el respeto que le tenía, pues esta mujer era una célebre espiritista que, una vez en trance, contactaba con espíritus indios en el más allá. Se decía que hablaba con antiguos caciques muertos cuyos espíritus habitaban en los cemíes, imágenes de barro taínas que se empleaban en sus ceremonias religiosas. En uno de esos trances, ocurrido en la noche del 13 de mayo de 1895, predijo que la libertad de Cuba estaba cerca y que el líder Antonio Maceo se encontraba en la zona con ese propósito, el de vengar los abusos cometidos contra esa raza victimizada. 

Con bastón el cacique de la zona de "Caridad de los Indios", Francisco "Panchito" Ramírez Rojas.

Mensaje directo al corazón.

Al siguiente día varios de aquellos indios se unieron a las fuerzas de Maceo, entre ellos los hermanos del cacique Ladislao Ramírez, como Lucas, Jacinto, Carlos Cansio, José y Natalio. Este hecho fue narrado por un testigo ocular entrevistado por el Dr. Luis Morlote, y que el historiador oficialista guantanamero, José Sánchez Guerra, citó de sus trabajos. Lo cierto fue que al finalizar la guerra, la señora Cristina Pérez y su esposo recibieron los grados de capitán del ejercito libertador.

En carta fechada el 21 de julio de 1895, José Maceo escribe al tesorero de la junta insurrecta en New York, Benjamín Guerra, que varios de los indios de Yateras se habían pasado a las tropas insurrectas integrando el regimiento Pineda, más tarde rebautizado como Hatuey, nombre del líder indígena llegado de republica dominicana y que fuera supuestamente ejecutado por los colonizadores españoles en 1513.

El regimiento Hatuey estuvo dirigido por el brigadier dominicano Dionisio Gil de la Rosa, y por el joven teniente Silverio Guerra. Tomó parte en el combate de Sao del Indio, en agosto de 1895, que estuvo liderado por el comandante Francisco Rojas. Por otro lado, en marzo de 1896, salvó un importante cargamento de tres mil rifles que debido a la persecución española, habían sido abandonado en la costa.

En julio de ese año estuvieron al lado del general José Maceo, cuando este fue abatido de un balazo en la cabeza en el combate de la Loma del Gato. En octubre, en la Batalla del ingenio francés Romelié, conocido como el fortín de Romelia en la zona de Yateras, el regimiento Hatuey derrotó a una tropa de voluntarios españoles. 

En este combate participó la brujera Cristina y otro de los hermanos Ramírez Rojas, quien fuera conocido después como el cacique Ladislao, abuelo del hasta hace muy poco cacique de la zona de "Caridad de los Indios", Francisco "Panchito" Ramírez Rojas. El Regimiento Hatuey fue disuelto en 1899, pero el cacique Ladislao vivió hasta el año 1974 con 101 años. En cuanto al teniente Silverio Guerra, su nombre aparece registrado en los archivos del ejercito libertador del general polaco Carlos Roloff. 

Eso sí, la historia del brigadier dominicano Dionisio Gil, merece unos renglones aparte. Primeramente nos llamó la atención que este general muriera en Cienfuegos cuando ya la guerra había acabado. Al parecer, había sido sancionado por indisciplinas cometidas y, el 28 de diciembre de 1899, a dos días de la llegada del nuevo siglo, fue ultimado a tiros por dos agentes de la recién creada policía cubana. Tenía apenas 47 años y había nacido en la Vega, República Dominicana.

A su llegada a Cuba había sido asignado al Primer Cuerpo del Ejército de Oriente dirigido por el mayor general Antonio Maceo. De hecho junto al coronel chileno Pedro Vargas Sotomayor, y el general catalán José Miró Argenter, era de los pocos extranjeros que llegaron a desempeñar mandos importantes al lado del lugarteniente general. 

Se cuenta que el 29 de diciembre de ese año, el general Dionisio Gil tuvo una discusión con un inspector de sanidad que al parecer maltrataba a un chino dueño de una fonda cercana a la Plaza de Armas de Cienfuegos. Esa misma noche, mientras se dirigía a casa de unos amigos en el humilde barrio de Punta Cotica, una pareja de policías intentó detenerlo. 

Los ánimos se caldearon y el dominicano cayó abatido por los disparos de los dos agentes. Allí, en Punta Cotica, y gracias a una colecta pública, erigieron un monumento en bronce a su memoria. Fue una obra del escultor cubano José Villalta de Saavedra, autor del monumento a José Martí en el Parque Central de La Habana. Esta estatua, según el periódico dominicano Diario Libre, se convirtió en la primera que le hacen a un Dominicano fuera de su país. 

-Dr José Barreiros. "Más allá del Mito de la Extinción: El Regimiento Hatuey" Letras-Uruguay.

-León Primelles, “La revolución del '95, según la correspondencia de la delegación cubana en Nueva York, (Biblioteca Histórica Cubana)". Universidad de Berkeley, California.

-Mayor General Carlos Roloff Mialofsky, “Índice Alfabético y Definiciones del Ejército Libertador de Cuba".

-"Dionisio Gil, un Vegano que desafió la muerte". Por Carlos Rodríguez Almaguer. Diario Libre.

-Manuel Rivero de la Calle, "Los Indios cubanos de Yateras". Cuba Arqueológica. Santiago de Cuba, 1978

-José Sánchez Guerra, "La Capitana del Regimiento Hatuey". El Mar y La Montaña, revista de Guantánamo. Octubre 30, 1998