DOMINGO DE ALDAMA Y LA IRA DE LA COLONIA


El palacio de Aldama, fue construido en 1840 en La Habana por el hacendado de origen vizcaíno, don Domingo Aldama y Aréchaga, un potentado de la sacarocracia Cubana. 

Mansión de gran notoriedad a fines del pasado siglo por haber sido una importante sede de actividades sociales de la aristocracia habanera. Fue restaurado después del triunfo de la Revolución cubana de 1959 y hoy alberga el Instituto de Historia de Cuba. Se encuentra situada frente al antiguo Campo de Marte, hoy icónico "Parque de la Fraternidad, americana", porque este parte tiene un apellido que nunca se pronuncia.

Con sus dos fachadas y un majestuoso soportal de 56 metros de largo sobre la calle Amistad entre Reina y Estrella, frente al antiguo Campo de Marte —hoy, Plaza de la Fraternidad—, el Palacio de Aldama fue asaltado por voluntarios españoles en la noche del 24 de enero de 1869. Motivos más que fundados creyeron tener para hacerlo. Su propietario de entonces, don Miguel de Aldama y Alfonso —hijo del constructor del edificio— era reconocido enemigo de España y conspirador desde los tiempos de Narciso López.

Un hombre tan rico, poseía más de 15 mil esclavos en conjunto con la familia Domingo del Monte, su yerno, sin embargo sus ideas políticas fueron diametralmente opuestas a las de España, en cuanto a considerar a Cuba como de su propiedad. Pese a todo y sus ideas, y su poderío por supuesto, España decidió no arremeter en su contra, por el contrario, quiso atraérselo con el ofrecimiento de un título de marqués que don Miguel rehusó gallardamente.

Además de esos motivos evidentes, hubo otro que impulsó al elemento español más intransigente, representado por los voluntarios, al saqueo de aquella mansión y fue el insistente rumor de que, por voluntad de su dueño, aquel palacio regio sería la residencia de los presidentes de Cuba republicana y libre. Don Miguel, que en vida tuvo seis hijos: Florinda, Blanca, Dolores Leonor, Rosa y Domingo, falleció el quince de marzo de 1888 en la ciudad de New York.