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Caballería Española Borbón. Una de las que custodiaba la trocha. // |
No hace falta decir mucho acerca del general Antonio Maceo, sin embargo siempre hay algo en la vida de estos hombres que no dejan de sorprendernos. Brevemente les diremos - para el que no sepa - que se trata de uno de los más bravos jefes rebeldes (mambises) que tuvo Cuba en su lucha por independizarse del dominio Español.
Por ello entregó su vida en la Habana el siete de diciembre de 1896, tras caer en una encerrona del general Valeriano Weyler intentando cruzar la trocha Mariel - Majana, o Trocha de Arolas como también se le conocía, por ser el apellido del gobernador de la Habana, general Juan Arolas y Esplugues, quien la mandó a construir. Maceo intentaba seguir rumbo hacia el oriente de la isla.
En cuanto a este doctor, que se destacó en una centena de combates como Mal Tiempo, Coliseo, Calimete, El Estante, Güira de Melena, Cabañas, Las Taironas, Santa Lucía, Paso Real de San Diego, Candelaria, Jaruco, La Perla, La Diana, Río Auras, Batabanó, La Palma, San Claudio, Lomas de Tapia y Cacarajícara, llegó a ser representante por Las Villas a la Asamblea Constituyente de 1901.
Solo señalar que durante el gobierno del presidente Federico Laredo Brú, se apareció en la Habana un general Hondureño que decía ser hijo de Maceo, Gregorio Bustamante Maceo, así como el teniente coronel del ejercito libertador Ramón Ahumada, otro que aseguraba que era hijo o de Antonio, o de su hermano José, no lo tenía muy claro.
Tras el grito de Yara (iniciado por Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre de 1868) Maceo se incorporó al levantamiento dos días después junto a sus hermanos Justo y José. Fue en Majaguabo, al mando del Capitán Juan Bautista Rondón. En su primer combate en Ti Arriba, Songo la Maya, en Santiago de Cuba, se ganó sus primeros grados de sargento.
A partir de aquí, Maceo inició un par de meteóricas etapas insurreccionales en las que llegó a ser mayor general, convirtiéndose en un verdadero dolor de cabeza para las tropas Españolas, principalmente en el oriente Cubano, donde llegó a ser su máximo jefe militar o lugarteniente. Además fue el artífice de la invasión que llevó la guerra hasta el mismo extremo occidental de la isla.
Dicho esto....
Hay un pasaje en su vida que contrasta con esa imagen de hombre rudo e intransigente. Como todo hijo de vecino tuvo defectos, como soldado, como amigo, y como marido también. Existen dos libros muy interesantes, escritos por el investigador e historiador cubano José Luciano Franco: "Antonio Maceo. Disciplina y Dignidad" y "Vida heroica y ejemplar de Maceo".
Y uno de esos pasajes descritos, había uno en particular muy curioso que estaba relacionado con una confesión amorosa sobre una mujer que, al parecer, "lo había sacado de paso" como solemos decir los cubanos. La confesión se la hizo Maceo a quien fuera su médico y gran amigo personal, el Dr Hugo Roberts.
Corría el mes de marzo de 1896 y Maceo se encontraba en plenos trajines de cruzar la citada trocha por el poblado de Neptuno, procedente de Pinar del Río, localidad que aun existe en cuba con ese mismo nombre, y donde en el pasado fueron a parar campesinos "reubicados" a la fuerza por Fidel Castro, procedentes de la zona del Escambray. Castro imitó a Wyeler en ese sentido, intentando cortar el apoyo a los rebeldes alzados en ese macizo montañoso.
Aquella zona estaba fuertemente custodiada por las tropas del coronel español Cándido Velazco. Mientras se recuperaba de una herida, Maceo sacó tiempo para confesar aquel amor imposible a su amigo y médico personal, el doctor y general de brigada del ejercito libertador, Hugo Roberts Fernández, por entonces médico del estado Mayor y con participación en mas de cien combates.
Además de su galeno, fueron grandes amigos desde bien iniciada la guerra, pero fue en el combate de Mal Tiempo, en Cienfuegos, donde el Dr Roberts se hizo cargo de su atención directa. Fue Maceo precisamente quien lo asciende a coronel, y lo nombra jefe médico del ejercito occidental. Desde entonces se separan.
Esa vez Maceo se encontraba convaleciente de una herida recibida en un combate en la "Loma de la Gobernadora" en las inmediaciones de Quiebra Hacha en Artemisa. Maceo había conocido a esta mujer en las cercanías del ingenio "San Gabriel de Lombillos", en Bahía Honda, Pinar del Río, y se enamoró locamente de ella.
El libro no ofrecía muchos datos de la enigmática dama, apenas su nombre, Cecilia, pero si dejaba claro al Dr Roberts la gran depresión que sufría por ella, ya que los deberes con la patria le impidieron dedicarle el tiempo suficiente. Total que el "mal de amores" lo acongojaba. Aun así, se sabe que el amor por esta dama le hizo cruzar la trocha más tarde de lo debido. Todo hace pensar que Cecilia estaba casada, ya que una carta suya dirigida a Maceo es donde le avisa "del rompimiento" por ese motivo.
Este pasaje, que el castrismo calla lógicamente, fue narrado por el propio Maceo en una serie de cartas escritas a este doctor donde le narraba los pormenores de sus heridas, de sus planes de futuros, a le agradecía sus consejos profesionales para calmar el dolor de aquella otra herida, mucho más profunda y dolorosa, que le había ocasionado la pinareña que al parecer le acompañó los últimos días que le quedaban en esa provincia.
Haciendo gala de un gran sentido del deber y de la disciplina, fue capaz de controlar y aparcar a su debido tiempo. Otro, quizás, no hubiera podido resistirse. Maceo estaba casado con María Cabrales desde los 21 años. Aquella nupcias tuvieron lugar apenas dos días de iniciada la primera de las guerras. Del fruto de este matrimonio nacieron sus dos primeros hijos, Caridad, la primogénita y un varón después. Ninguno de los dos pudieron resistir los rigores de la manigua.
Antes, mientras estuvo en en Jamaica, Maceo había tenido otra relación extra matrimonial con una chica local de nombre Amelia Marryat, de la cual nació su hijo Antonio, muerto de cáncer de próstata en 1952. Allí en Jamaica murió su madre Mariana Grajales. Por su parte María Cabrales sí pudo ver materializado el triunfo y la fundación de la república, aunque por poco tiempo. Murió de pleno sufrimiento - dicen - en 1905.
El 14 de agosto de 1902 lo nombraron médico del puerto de La Habana, y un mes más tarde fue designado Jefe de Sanidad Marítima; cargo en el que se mantuvo durante más de cuatro décadas, demostrando ser de los más sabios funcionarios del sistema de salud estatal de Cuba. Murió en junio del 1944 a los 80 años.
Por supuesto que Doña Cabrales, que había quedado estéril tras sus dos gestaciones malogradas, supo de la existencia de este hijo de su marido, único que tuvo, y sin embargo se mantuvo al lado del Titán hasta el ultimo día. Fue el presidente Don Tomás Estrada Palma quien corrió con los gastos de este chico, incluso los que generó su educación.
Por supuesto, para la prensa oficialista los únicos amores que tuvo el Titán fueron la patria y el de Doña Mariana, porque para esta gente censuradora y manipuladora de la historia cubana, los héroes de aquella gesta son intocables hasta con el pétalo de una flor.
Maldita Hemeroteca
Fuentes: "Disciplina y Dignidad". Colección Latinoamericana / "Historia de la medicina en Cuba. Los médicos de Antonio Maceo". (Ricardo Tablada)