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Marines detenidos tras el suceso. // |
Siempre existen aquellos que se lo tragan todo muy fácilmente. Tragó como un toro el periodista Hebert Matthews en febrero de 1957, cuando fue hasta la finca de Epifanio Díaz, en las inmediaciones de la Sierra Maestra para encontrarse con un Fidel Castro, que le hizo pasar varias veces por su cara a los hijos del delincuente Crescencio Pérez, haciéndole creer que en su guerrilla eran muchos.
Sí, porque si el historiador británico Hugh Thomas sabía que este guajiro era un delincuente mariguanero, templador de guajiras con resultado de ochenta hijos ilegítimos y porque entre otras cosas en Sierra Maestra le tenían un miedo del carajo, como Matthews no va a saberlo?.
En fin, que nos vamos del hilo...
En este caso fue un artículo del español José Quílez Vicente, del que al parecer Vasconcelos supo manipular magistralmente de cara a la popularidad de su periódico. La noche del 11 de marzo de 1949, varios marines norteamericanos, entre ellos los sargentos Herbert Dave White y George Jacob Wagner, intentaron burlarse de la imagen de José Martí en parque central.
Totalmente ebrios, llegaron a mancillarla; e incluso uno de ellos, un tal Richard Choingsby, se logró subir hasta lo más alto y orinarse encima. Este hecho ha sido rememorado por la dictadura en infinidad de veces. Al siguiente día, en su edición del 12 de marzo de la cual hoy se cumplirán ya 76 años, el periódico Alerta conquistaba la atención nacional publicando, en exclusiva además, las fotos de aquel supuesto ultraje bajo el siguiente titular:
"Intentaron linchar a los marinos de Estados Unidos que profanaron la estatua de José Martí".
El más grave de todos, el que colmó la indignación popular y provocó un estallido de ira que prendió como pólvora hasta en los espíritus más pacíficos, fue el escenificado por varios marineros yanquis cuando, con un descoco que sorprendió por lo inaudito, escalaron la estatua del Apóstol Martí en el Parque Central y sometieron ese símbolo de nuestra grandeza patria a los más absurdos y abyectos vejámenes”.
Con el fin de ilustrar la indignación popular causada por aquella afrenta se incluyó una fotografía de Isaac Astudillo, que en su escrito complementario dice:
“Prueba de ello es esta foto que recoge solo un grupo de los numerosos jóvenes —en su mayoría entre 18 y 25 años— que exacerbados visitaron la redacción de Alerta en la madrugada para exponer su enérgica protesta ante tales desmanes”.
Pero en realidad la imagen mostraba a una veintena de jóvenes, algunos riendo y otros saludando festivamente a la cámara. Tres días después, el lunes 14 de marzo, Vasconcelos volvía a la carga publicando otro artículo que tituló “Los culpables”, y donde seguía insinuando afirmaciones:
“El sentimiento público, embotado por las demagogias disolventes, reaccionó con insólita energía ante la desvergonzada profanación…”
Sin embargo, ese mismo día, en el diario "Pueblo", se publicó otro artículo firmado por el periodista de izquierdas y anti machadista Néstor Piñango titulado “El ultraje al Apóstol Martí. Patriotismo bastardo”, donde llamaba la atención acerca de algunos aspectos bastante raros y sospechosos de aquella truculenta historia profanadora, que al parecer el pueblo Cubano se había tragado.
Aunque Piñango no acusaba a Vasconcelos directamente, sí ponía el foco de una cuestión inédita hasta ese momento, la supuesta manipulación que alguien había hecho con aquellos ignorantes y borrachos marines, que ni siquiera estando claros conocían a José Martí y mucho menos en el estado intoxicado en que estaban. Así explicaba su tesis este periodista:
"Nos inclinamos a pensar que alguien —quizás varios— manipuló a aquellos jóvenes tan ignorantes de la historia de Cuba como de Martí, y los exhortó a subir, no al monumento del ingeniero Francisco Albear que estaba situado solo a cien pasos de distancia, sino al del más grande de todos los cubanos".
¿Quién o quiénes, y con qué intención?
No lo sabemos; pero resulta evidente que con el propósito de crear un gran escándalo. Por otro lado, hasta donde conocemos, nunca se ha hecho pública la versión de los protagonistas de aquel vejamen. Sería de sumo interés conocerla.
Al día siguiente siguieron otros con la comparsa. En varias primeras páginas, como la del periódico "Hoy", nada más y nada menos, se publicaron grandes titulares como:
--“¡Exijamos que sean juzgados aquí los profanadores!”
--“¡Honor y gloria a nuestro fundador!
--¡Abajo el imperialismo yanqui!”
--“El ultraje a Martí retrata al imperialismo”
--“Se trata de una de las ofensas más indignantes que haya sufrido pueblo alguno de la tierra".
Como si las demás afrentas de este mundo no se pudieran ni comparar a esta. La realidad es que tuvo que venir un periodista comunista a darle a este hecho la verdadera connotación que tuvo y, sobre todo, llamar la atención de lo que a todas luces había sido una muy bien orquestada manipulación informativa. De hecho, muy pocos se tomaron el trabajo de preguntarse...
--¿Cómo fue posible que el fotógrafo Astudillo se encontrara "casualmente" allí en el parque central, cámara en mano, y a las tantas de la noche, justo en el momento en que sucedían los hechos?.
Por otro lado la apabullante lógica apunta hacia un solo lado.
--¿Qué necesidad tendría un periodista precisamente de izquierdas, en ponerse a desmentir una información que para sus intereses editoriales y propagandísticos, este anti americanismo le venía como anillo al dedo?.
Hombre por dios. Desde entonces hemos sido miles, millones con toda seguridad, los cubanos que todavía no seguimos creyendo "el cuento chino" de que aquella borrachera, salida de la imaginación de un periodista panfletario como Vasconcelos, fuera una "provocación y una afrenta Yankee a nuestra soberanía".
Fidel Castro, que sabía perfectamente lo que había ocurrido, no tardó en sumarse a la comparsa como buen populista que era. Sin perdida de tiempo, y junto a dos de sus más leales "feladores con rodilleras", Alfredo Guevara y Lionel Soto, se fueron corriendo a la embajada norteamericana para exigir que aquellos marines fueran juzgados en Cuba. Ni caso les hicieron.
Con los años Vasconcelos se hizo hasta Batistiano.
Primero como ministro de educación en el periodo en que Fulgencio Batista resultó electo en 1940, siendo promovido a la CTC, y luego la cartera de comunicaciones cuando llegó al poder tras el golpe del 1952, de hecho se convirtió hasta en uno de sus testaferros cuando apareció como dueño de la inmobiliaria "Rocar S. A", recibiendo un pago mensual de diez mil pesos y una finca en Arroyo Naranjo, en los terrenos donde después fue emplazado el "Expocuba".
Articulo del Granma. 3-2-2025. |
Pero no importa, ya eso da igual. Como igual da que sus servicios prestados a la dictadura Cubana le exoneraron de toda culpa. De hecho, fue en Alerta, donde no se publicada nada sin su permiso, quien increíblemente le "dio bombo y platillo" al famoso ...“Si salgo, llego. Si llego entro. Si entro triunfo”, una afirmación tan belicista que hasta un adulón como Miguel Ángel Quevedo se negó a publicárselo en Bohemia.
Entre otras cosas porque de su particular versión martiana, fue Castro quien ha sabido sacarle el mayor provecho y que aun hoy, en momentos en que la administración de Washington, Marco Rubio a la cabeza, les acusó este martes, junto con Venezuela y Nicaragua, de ser “enemigos de la humanidad”. En momentos así es que comienza la dosificación que, 76 años después, una gran parte del pueblo sigue tragando.
Maldita Hemeroteca
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