Doña Alina Miyares muestra una foto de su hija. // 

En el año 2017 la profesora Alina López Miyares y su marido, el espía jubilado, Félix Martín Milanés Fajardo, fueron condenados a 13 y 17 años de cárcel, respectivamente, en un juicio a puerta cerrada por un Tribunal Militar de Marianao, sin que sus familiares pudieran estar presentes, según artículo del The New York Times.

Ese Tribunal la condenó por un delito de espionaje, sancionado entre 10 y 20 años de cárcel, pero a ella le aplicaron la atenuante - o más bien condenatorias - de haber presentado dos agendas que sirvieron como prueba de que había mantenido contactos con agentes de la CIA y el FBI en Estados Unidos, que en concreto era lo que perseguía el régimen para cimentar su propaganda.

Al parecer, Félix M. Milanés Fajardo, del que se dijo era un alcohólico y que también fue condenado por espionaje a 16 años, les facilitó nombres de ex compañeros de trabajo de cuando era un teniente coronel/diplomático. Fajardo se encontraba jubilado desde hacía tres años e imposibilitado de viajar al exterior.

Alina López Miyares nació en Santiago de Cuba, pero su familia emigró en 1966 a los Estados Unidos donde consiguió la ciudadanía, vivió y trabajó hasta que en el año dos mil empezó una fatídica relación sentimental con el ex agente y diplomático Milanés Fajardo. Su historia comenzó como la de muchos cubano estadounidenses que huyeron de la revolución Castrista en la década de los 60. 

Una joven Alina tocando el piano.

Se asentaron en Nueva Jersey, antiguo bastión cubano en ese país, donde creció y se convirtió en pianista y profesora siguiendo los pasos de su madre. Entonces, siendo una joven de 20 años, asistió a una fiesta informal donde conoció  a Milanés Fajardo, un agente con fachada de diplomático en las Naciones Unidas, que como la gran mayoría de ellos era espía del régimen

En ese momento Alina no lo sabía por supuesto, Fajardo se le había presentado como un diplomático y comenzaron una relación en los Estados Unidos que al final cortaron. Y fíjese como el destino de cruel a veces, que luego de dos matrimonios anteriores Alina retomó la relación con este hombre en un viaje que hizo a la Isla y en secreto se casó con él. Fue en ese momento cuando la CIA y FBI vieron la oportunidad de buscar información. 

Ella se negó en principio, hasta que le propusieron diez mil dólares para sacar a su marido de Cuba, lo que la llevó a aceptar el dinero, según explicó su segundo abogado cubano. Una vez que López informó a su marido de la oferta del FBI, este decidió cooperar con los estadounidenses. Los diez mil dólares Fajardo se los comió, o se los tomó según parece, y entonces decidió salir de Cuba clandestinamente por la playa de Baracoa pero fue descubierto.

Las información del Times aseguran que este les dio a su esposa los nombres de agentes encubiertos cubanos en Estados Unidos así como detalles de algunas de las misiones, aunque es bueno aclarar que esta información podría no haber estado actualizada desde el momento en que este ex agente hacía tres años que ya estaba jubilado.

Doña Alina Miyares.

Encima se comportó como un miserable, pues según declaraciones del abogado de Alina en Estados Unidos, Jason Poblete, una vez que fue detenido Alina recibió una llamada telefónica suya en la que este le pidió que viajara a Cuba, resultando detenida apenas apenas pisó la losa del aeropuerto de Boyeros. Evidentemente la había denunciado.

Como si fuera poco, un abogado defensor contratado por cinco mil dólares en consultoría jurídica internacional, pese a que le había sido negada la asesoría norteamericana, - otro agente evidentemente - le instó a cooperar y Alina, desesperada, "cayó en el jamo". Según dijo Edilio Hernández, un abogado independiente que más tarde la asesoró, que aquel "consejo" del primer abogado para que mostrara las dos libretas fueron a la postre las dos únicas pruebas que la incriminaron. 

Una de ellas contenía nombres de oficiales de servicio de la inteligencia cubana, así como de tres agentes cubanos activos y tres jubilados, según aparecía recogido en los registros del tribunal cubano; mientras que la segunda libreta tenía los nombres y números telefónicos de agentes especiales estadounidenses “conocidos por López”.

En el año 2022 el régimen castrista conmutó la pena de Alina a libertad condicional, por su buena conducta, su hipertensión crónica y por los “principios elementales de humanismo” según dijeron los del tribunal, sin embargo la medida le impedía salir del país hasta el año 2030, que es cuando vence la sentencia original de 13 años con la que fue condenada. 

Y ese mismo año 2022 falleció su pobre madre a los 94 años, Doña Alina Miyares, que murió sin poder cumplir el sueño de reunirse con su hija. Alina le había enviado un desesperado mensaje desde la cárcel al entonces presidente Joe Biden, pero no obtuvo respuestas de un lado ni del otro. 

No solo eso, dos años antes ya había recibido la noticia del fallecimiento de su padre, Juan Francisco López Vasconcelos, de 97, estando entonces interna todavía. Según el programa del periodista cubano Juan Manuel Cao, en América TV, de Miami, Alina, de 66 años, se encontraba recluida y fuertemente vigilada en una especie de prisión domiciliaria en un apartamento controlado por la seguridad del estado.