Imagen del articulo del suicidio del coronel Roberto Méndez Peñate, y la foto del medico y comandante Esteban Borrero Echeverría.

La escritora María Argelia Vizcaíno, en su libro ¿Suicidas o suicidados?, aborda los casos de varios muertes de este tipo en Cuba que fueron confirmadas, y otros no tanto, del cual hemos elegido estos dos suicidas que fueron oficiales del ejercito libertador cubano, los coroneles Roberto Méndez Peñate y Esteban Borrero Echeverría.

Abogado y político, el coronel del Ejército Libertador, Representante a Cámara, Gobernador de Las Villas y Secretario de Justicia en el gobierno de Carlos Mendieta Montefur, Roberto Méndez Peñate, natural de Vueltas, en las Villas, se suicidó después de firmar un decreto que otorgaba plena impunidad a varios militares por delitos cometidos.

Peñate fue de los que peleó duro en las inmediaciones de la Habana, al mando del general Juan Bruno Zayas, y pudieran citarse entre ellos las Carolinas en Matanzas, Motembo, Las Piedras, Cotorro, en el de Boñigal, en Quivicán, donde cayó Zayas, en Cuatro Camino y Rancho Veloz, ya en La Habana. En la republica, las desavenencias con el gobierno de su amigo Mendieta, compañero de partido además, le dejaron tocado. 

En un articulo del Diario de la Marina, fechado el diez de abril de 1947, el periodista Luis Bay Sevilla que por cierto le señala como uno de los políticos más pulcros y honrados de la república, afirma que se había alzado en armas contra de sus rivales políticos pero a la vez ex compañeros de la causa mambisa.

Bay Sevilla se refería a los mayores generales Don Tomás Estrada Palma y Mario García Menocal, e incluso contra su paisano de Camajuaní, brigadier Gerardo Machado y Morales, todos generales que llegaron a la presidencia de la republica en sus respectivos momentos. 

El cuatro de abril de 1934, siendo Secretario de Justicia del gabinete del brigadier Carlos Mendieta, se quitó la vida por las citadas desavenencias al ser conminado por este a que firmara la amnistía en contra de los militares. Al morir, su cargo en la secretaría del estado lo ocupó el patriota matancero y también coronel, Doctor Cosme de la Torriente y Peraza. 

ESTEBAN BORRERO ECHEVERRÍA

Dentro de esta misma cuerda mambisa tenemos el otro caso del medico y comandante del ejercito libertador, el camagüeyano Esteban Borrero Echevarría, otro que se quitó la vida el 29 de marzo de 1906 en un hotel de San Diego de los Baños, en la provincia de Pinar del Río.

Este medico, que fue además poeta y escritor y que junto con José Martí y Julián del Casal ha sido considerado el otro componente del trío de los grandes de las letras cubanas, residió en Puentes Grandes, en Marianao, donde estuvo casado con la señora Consuelo Pierra y Agüero. 

Sin embargo, los golpes que le dio la vida fueron muy duros. Por ejemplo escapó milagrosamente de la muerte cuando fue condenado por los españoles, más tarde fue enviado al exilio, y estando allí conoció la muerte de sus hermanos, Manuel y Elena, y sobre todo la pérdida de su hija menor, la señorita Juana Borrero, muerta en Cayo Hueso de fiebre tifoidea el nueve de marzo de 1896, cuando apenas iba a cumplir los 19 años. (De Juana, ver su hermoso poema "Vespertino"). 

Prometía tanto en las letras esta chica, que hasta el mismo Julián del Casals se lo hizo saber a su padre: “No creo que haya habido aquí, en ninguna época, un solo poeta que haya escrito un soneto tan perfecto a esa corta edad, ni creo que entre los que hoy escriben versos, no siendo Varona, exista quien la pueda igualar…”. Además, en su casona de Puentes Grandes dejó muestras de su genio pictórico. 

"Pilluelos", pintado por Juana Borrero. (Internet)

Así se lo hizo saber su padre en una triste y sentida carta dirigida a Don Tomás Estrada Palma desde Cayo Hueso, escrita en mayo del 1896, y que a juzgar por el motivo debió ser el definitivo antes de tomar la drástica decisión. 

Pese a todos esos golpes, consigue reponerse apenas y regresa a Cuba en 1902 como representante del tercer cuerpo de ejercito mambí, y en la isla fue catedrático de Anatomía, de Psicología Pedagógica, Historia de la Pedagogía e Higiene Escolar en la Universidad de la Habana. Su otra hija, Dulce María Borrero, fue igualmente una destacada escritora. 

En Cuba colaboró con revistas como “Cuba Contemporánea”, “Revista Cubana”, “Revista Bimestre Cubana”, “El Fígaro”, “Cuba y América”, “Social”, “La mujer moderna” y “Anales de la Academia Nacional”, entre otros. Sin embargo lo que más nos estremece de este hombre fue que, antes de morir, como visionario dejó frases que siguen increíblemente vigentes en nuestros días.

Por ejemplo: "El alma de Cuba se encuentra amenazada de muerte. No puedo decir todavía si el fruto de la Revolución duerme en una cuna o yace en un sarcófago". En otra misiva, esta dirigida a la viuda de Antonio Maceo, la señora María Cabrales, le dice: "Yo estoy lleno de indignación y enfermo del alma. Momentos hay en que quisiera llamarles imbéciles y cobardes. ¿Qué haremos con esta gente cuando Cuba sea libre?".

Se quitó la vida en San Diego de los Baños, Pinar del Río, el 29 de marzo del 1906 y dejando inconclusa su novela, "Aventura de las Hormigas".

Maldita Hemeroteca