Han pasado ya 130 años y siguen sin ponerse de acuerdo en los motivos que tuvo José Martí para no obedecer al generalísimo Máximo Gómez en aquel potrero de Dos Ríos, y cabalgar como un loco hacia el suicidio. En un post de ayer publicamos algo de esto, pero hoy profundizamos un poco tras "investigar" más en lo sucedido.
Tras la entrevista que le brindara al corresponsal de The New York Herald, Eugene Bryson, que acababa de irse del campamento en ese momento, Martí dejó anotado en su diario de campaña con fecha 4 de mayo de 1895, lo que sucedió a continuación el día cinco de mayo.
Como si fuera poco - no sé si molesto o no por la negación - Martí agrega que el tal Masabó "murió como un valiente porque en el combate era bravo". Y como añadiendo más drama todavía, agrega que Masabó preguntó a su ejecutor, momentos antes de dar la orden de fuego, "¿Cómo me pongo Coronel, de frente o de espalda?", "¡De frente!", le gritó este.
El general Gómez esperó ese momento precisamente para dar comienzo a un consejo de guerra que desembocó en la posterior condena a muerte del mambí Pilar Masabó, quien caería bajo las balas de un pelotón de fusilamiento tras ser acusado de bandido y traidor a la patria. Aquel acto de justicia mambisa se efectuó al día siguiente en un poblado llamado Jarahueca, que queda a mitad de camino entre Sancti Spíritus y Yaguajay.
Sin embargo observe este detalle, y es que Martí - que lo presenció todo e incluso solicitó clemencia para el acusado y que fue denegada por Gómez, demostrando de paso el dominicano quien era el que "cortaba el bacalao" por mucho presidente y delegado presente que hubiera, apuntó en su diario la valentía conque el reo afrontó aquel trágico destino:
“Sin que se le caigan los ojos, ni en la caja del cuerpo se vea miedo".
Y aunque señala que "violó y mató", también deja patentado el odio que muestra Masabó en su mirada hacia Máximo Gómez, mientras este realizaba la arenga acusatoria... “Este hombre no es nuestro compañero, es un vil gusano”, dijo el generalísimo.
Esta historia se repite cuatro días después en otro consejo de guerra, esta vez a tres mambises que “sembraron el terror” en los alrededores. Martí vuelve a interceder y esta vez Gómez cede con dos de ellos, no así con un tercero que muere fusilado entre sollozos. “Ese criminal ha manchado nuestra bandera”, sentenció el viejo, que esa vez ordenó personalmente el fuego.
Igualmente Martí había intercedido un mes antes por las vidas del desertor y práctico de los españoles Juan Telesforo Rodríguez, y el 8 de mayo en el juicio sumario contra Isidoro Tejera, y los hermanos Onofre y José de la O. Rodríguez. Martí, consecuente con sigo mismo, llegó a decir:
Resulta difícil admitir que un hombre como Martí que ahogaba por la pureza del proceso, que fuera capaz incluso de aconsejarle a Tomás Estrada Palma que evitara por todos los medios sumar a la lucha al mayor general Julio Sanguily, intentara "ponderar" de alguna forma la supuesta valentía de un sujeto tan repulsivo e infame como ese.
“No se me ponga a pensar en las injusticias de los hombres. Estime al justo. –Y al injusto, como de alto a bajo, compadézcalo y perdónelo”.
Algunos historiadores plantean que no, que se debió a que Martí fue un hombre que siempre se opuso a la violencia, y para demostrarlo citan un artículo aparecido en el diario la Nación con fecha de Mayo de 1883, donde dice lo siguiente: “La Justicia misma no da hijos, sino es el amor quien los engendra. La conquista del porvenir ha de hacerse con las manos blancas.”
Otros, en cambio, y entre los cuales me inclino, afirman que aquel hecho fue el presagio de lo que sucedería dos días después en la reunión de la Mejorana, donde Martí probó en carne propia la autoridad que emanaba del "Chino Viejo". Y poniéndonos un poco trágicos, me inclinaría a pensar que quizás ese haya sido el verdadero motivo de su desobediencia y encaprichamiento por encontrarse de una vez con la muerte.
Fuente: Rafael Lubian Arias. “Martí en los Campos de Cuba Libre”, 1953.
Jorge García
Maldita Hemeroteca






