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SECRETOS EN LA VIDA DEL GENERAL ANTONIO MACEO

Antonio Maceo Mackle, hijo del Titán de Bronce y la Jamaiquina Alicia Mackle. 

Entre la vida de todos los jefes rebeldes del siglo XIX en Cuba, puede que la del lugarteniente general Antonio Maceo haya sido una de las más divulgadas. No es para menos. La vida de este hombre estuvo ligada casi por entero a la libertad de Cuba, desde el mismo grito de Yara iniciado por Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre de 1868. 

Se incorporó en Majaguabo, apenas dos días después de producirse el levantamiento, en unión de sus hermanos José y Justo al mando del capitán Juan Bautista Rondón. En su primer combate de Ti Arriba, en Songo la Maya, Santiago de Cuba, se ganó sus primeros grados de sargento. A partir de aquí, Maceo inició una meteórica etapa en las que llegó a ser mayor general y lugarteniente del ejercito libertador cubano.

Además siguiendo indicaciones del general Máximo Gómez, fue protagonista de la invasión que llevó las fuerzas mambisas hasta el mismo extremo occidental de la isla; y fue aquí, al intentar regresar, donde encontró la muerte el siete de diciembre de 1896 en Punta Brava, la Habana, intentando cruzar una trocha donde el general Valeriano Weyler le había montado una encerrona. 

Dicho esto en apretadísima síntesis...

¿Sabía usted que lejos de esa típica imagen de osco y rudo guerrero que todos conocemos, o de la que usualmente nos hacemos o nos hicieron la idea, Maceo fue un gran romántico y un ardoroso amante?. Pues sí. Existe un pasaje relacionado con una confesión amorosa hecha a su médico de cabecera y gran amigo, el Dr Hugo Roberts Fernández, mientras se encontraba recuperándose de una herida.

Corría el mes de marzo de 1896 y Maceo se encontraba en los alrededores del poblado de Neptuno, en Pinar del Río. Por cierto este poblado aun existe muy cerca de Candelaria, zona limítrofe con Artemisa a donde fueron a vivir familias de campesinos desplazados y reubicados a la fuerza por el castrismo, durante la etapa de alzados del Escambray.

En aquel entonces aquella zona se encontraba fuertemente custodiada por las tropas del coronel español Cándido Velazco, y mientras Maceo se recuperaba de su herida, sacó tiempo para enviarle una carta al doctor Roberts y confesarle su amor imposible. Este médico pertenecía entonces al estado Mayor con el grado de general de brigada, un entorchado que estaba avalado por más de cien combates. 

Había cuidado de Maceo desde el combate de Mal Tiempo, en la provincia de Cienfuegos, hasta que cayó herido en el ingenio "San Gabriel de Lombillo", en Bahía Honda, Pinar del Río donde finalmente se separan. Pero antes Maceo lo asciende a coronel y lo nombra jefe médico del ejercito de Occidente. 

El libro donde encontramos esta anécdota, que data del mes de octubre de 1896, no ofrecía los datos de la identidad de aquella enigmática pinareña, aunque algunos historiadores apuntan a una tal Cecilia que Maceo llamó "Flor Silvestre", y que era residente del poblado de San Cristóbal. Lo que si está claro es que Maceo se enamoró de ella intensamente durante su estancia allí, a pesar de que la doña era una mujer casada. 

En la citada misiva, Maceo le confiesa al doctor la gran depresión que sufría por ese motivo, ya que los deberes con la patria le habían impedido estar más tiempo a su lado. Otros historiadores apuntan de la existencia de una carta rechazo enviada por la propia Cecilia, que en realidad era el motivo por el cual Maceo se encontraba muy deprimido.

Según el coronel Manuel Sanguily, en la carta que Cecilia le envía a Maceo poniendo fin a la relación le dice, primero que todo, que es una mujer casada, que vivía con su marido y que por otro lado no había futuro al lado de un mujeriego como él. Uno de sus párrafos decía así: 

“...Creo que no deben parecerles infundados mis temores. Cuando usted va de marcha y le dicen que hay enemigo, ¿no se detiene para tomar precauciones? Pues si se lanza sin vacilar, caería en un abismo de donde le sería imposible salir, o al menos saldría destrozado y entonces no habría remedio. Lo mismo le pasa en este caso a la Cecilia”.

Este pasaje, que en Cuba apenas se ha dado a conocer, por no decir jamás, se corroboró después por una serie de cartas que Maceo escribió a este doctor en las que, además de contarle el proceso de cicatrización de sus heridas y de sus planes futuros, le agradece sus consejos profesionales para tratar de calmar "el dolor de aquella otra herida" le estaba ocasionando. Sobre el supuesto rechazo de "Flor Silvestre", así lo describió el general catalán Miró Argenter en su obra "Crónicas de la Guerra": 

“Pero allí se desvanecieron sus ilusiones . Halló la esquivez y el reproche. El hombre grande se sintió vencido, completamente vencido. Corazón ardiente y dominado por las pasiones, le producía hondo malestar la claridad del desengaño. Incapaz de maquinaciones para llegar a la conquista de la Flor Silvestre, porque en su corazón no tenían cabida los designios tenebrosos, se sintió infeliz en medio de su gran poder, tan desencantado como un doncel… que hasta le produjo fiebres".

Según publico la recientemente fallecida periodista Tania Díaz Castro en el sitio CUBANET, la carta, que Manuel Sanguily mantuvo en secreto por problemas de raza, (Cecilia era blanca), fue dada a conocer en Estados Unidos en 1997 por el escritor Carlos Ripoll. 

En fin que esta anécdota demuestra que más allá de la infidelidad manifiesta (Estaba casado con la señora María Cabrales) aquel carácter osco y osado anidaba un sentimiento de ternura y una gran pasión amorosa que, haciendo gala de un gran sentido del deber y de la disciplina, supo controlar y aparcar a su debido tiempo. Otro quizás no hubiera podido resistirse.

Maceo se había casado con la parda libre María Magdalena Cabrales Fernández, cuando apenas contaba los 21 años de edad. Aquella nupcias tuvieron lugar apenas dos días de iniciada la primera de las guerras en 1868. Del fruto de este matrimonio nacieron sus dos primeros hijos, Caridad, la primogénita, y el varón Jose Antonio, pero ninguno de los dos pudieron resistir los rigores de la manigua.

Luego, en 1881 estando en Kingston, Jamaica, donde llegó a bordo del buque de guerra español “Fernando El Católico”, tuvo otra relación extramatrimonial con una residente de nombre Amelia Marryat, de la cual nació su único hijo que le ha sido reconocido, Antonio, alias Antoñico. (1881-1955) Este chico murió de cáncer de próstata en la Habana, mientras que su abuela paterna, Doña Mariana Grajales, falleció en 1893 estando viviendo igualmente en Kingston.

María Cabrales, que pese a todo se mantuvo a su lado desde "Mangos de Baraguá" hasta su partida de Cuba hacia Jamaica en 1895, no pudo estar a su lado cuando el Titán cae en la Habana, pero al menos vio a una Cuba libre aunque fuera por poco tiempo. 

La doña murió en 1905 en su finca de Jutinicú, en San Agustín, Santiago de Cuba. Añadir que cuando el general Calixto García lo aparta del levantamiento, desde Jamaica Maceo escribió varias cartas a su amigo y general de brigada, el doctor matancero Eusebio Hernández Pérez, que dan cuenta de las varias relaciones amorosas que tuvo en aquel país como luego en Costa Rica.

En cuanto al doctor Hugo Roberts Fernández, quien se destacó además como bravo combatiente en Mal Tiempo, Coliseo, Calimete, El Estante, Güira de Melena, Cabañas, Las Taironas, Santa Lucía, Paso Real de San Diego, Candelaria, Jaruco, La Perla, La Diana, Río Auras, Batabanó, La Palma, San Claudio, Lomas de Tapia y Cacarajícara, entre otros, dejó de ser médico personal de Maceo el quince de junio de 1896, heredando el cargo el polémico doctor habanero Máximo Zertucha Ojeda, quien le asistió a su caída y luego se entregó despavorido a los españoles.

Luego, con la república, el doctor Hugo Roberts llegó a ser representante por Las Villas a la Asamblea Constituyente de 1901. El catorce de agosto de 1902 lo nombraron médico del puerto de La Habana y, en 1903, fue designado miembro de la Junta Superior de Sanidad y Jefe de Sanidad Militar de la Guardia Rural y de la Policía Nacional.

También lo fue de la Cruz Roja de la cual fue su presidente y como médico jefe del puerto de La Habana se mantuvo durante más de cuatro décadas, demostrando ser de los más sabios funcionarios del sistema de salud estatal en la isla. Murió el cinco de junio del 1948, a los 79 años de edad.

El "Titán de Bronce" entró en Pinar del Río el 9 de enero de 1896, y para el día 15 ya estaba en el pueblo de los Pilotos, muy cerca de la capital, cuando ya se anunciaba la llegada a Cuba del nuevo capitán general Valeriano Weyler y Nicolau con varios de sus más destacados generales y al mando de 20 000 hombres más.

Una vez muerto, el presidente de la republica en armas, Don Tomás Estrada Palma, se encargó de apadrinar al niño Antoñico, desde pequeño, como luego en su etapa de universitario en Cornell, New York, donde antes ya se había graduado de ingeniero y mayor general Mario García Menocal y Deop. Palma corrió incluso con los gastos del matrimonio del chico con la norteamericana Alice Ysabal Mackle, así como el posterior regreso a la isla. ¡Todo de su bolsillo!. 

De hecho el notable historiador y periodista Manuel Márquez Sterling escribió en las paginas de "El Fígaro":

“Estrada Palma ha sido el educador del hijo de Antonio Maceo, un gallardo joven que parece llamado a perpetuar la fortaleza de la familia heroica”.

En 1948, el presidente Carlos Prío Socarras lo nombró subsecretario de salubridad. Ahora bien, de la jamaiquina Amelia nunca mas se supo, y el motivo de esa desaparición no pudo ser aclarado ni por el mismísimo José Luciano Franco, el biógrafo por excelencia de la familia Maceo.

A su regreso a la capital, y luego de la intervención del ejercito de los Estados Unidos, Antoñico intentó abrir una clínica propia, y fue la riquísima doña Rosalía Abreu, la benefactora de los gorilas en la Quinta de los Molinos, quien le regaló los instrumentos y el mobiliario necesario para abrir un entro de partos gratuito. Luego el Ayuntamiento de La Habana acordó una subvención de mil pesos mensuales para su sostenimiento.

Nos gustaría finalizar con un hecho que permanecido oculto a la mayoría de la población Cubana, el hijo de Antoñico y nieto del Titán, Antonio Maceo Mackle, nacido en 1920, integró el consejo civil de la brigada 2506 que luchó en las arenas de Playa Girón contra del castro comunismo al igual que su hijo Antonio Maceo Masqué, bisnieto del general, en su caso como médico de la compañía 3931 de la brigada. 

Jorge García.
Maldita Hemeroteca

Fuentes: "Disciplina y Dignidad". Colección Latinoamericana  / "Historia de la medicina en Cuba. CUBANET. Miró Argenter "Crónicas de Guerra". Revista Bohemia.