El historiador Alfonso Mateo Sagasta solía decir que el presente no es consecuencia del pasado, si no que el modo en que contamos el pasado es consecuencia del presente. Los historiadores son seres humanos, hijos de su tiempo, y no hay duda que su ideología influye a la hora de escribir una historia, consciente o inconsciente, incluso a veces no es por falta de objetividad, si no que se inventan un relato adaptado al presente.
Pero recuerde algo, por el motivo que sea esconder una verdad y mentir es lo mismo. Y en el caso de Cuba, varios artículos publicados en "El Diario de la Marina" de 1897 daban cuenta de campesinos que denunciaban haber sido secuestrados por los insurrectos mambises, a la vez que eran obligados a realizar trabajo de carga. ¿Diario de la Marina?.. ¿cierto o falso?
Vamos a ver, se conoce que el ejercito español llegó a tener más de cinco mil acémilas, (mulos y burros) destinadas a mover su carga, pero de alguna manera los mambises necesitaban mover la suya. A modo de ejemplo, el general Antonio Maceo llevaba en su tropa más de trescientas, solo que sus «acémilas» no eran las tozudas de cuatro patas, si no campesinos destinados a ese riguroso y extenuante trabajo.
Por otro lado el periodista norteamericano George Bronson Rea, corresponsal del Herald de New York, uno de los periódicos de mayor circulación para la época y que para nada tenía un enfoque españolista, más bien todo lo contrario, nos ofrece un poco de luz en este tema.
Rea se desempeñó como corresponsal en la manigua cubana desde el 29 de Enero de 1896, hasta mediados de Marzo de 1897. Unas veces marchó junto al generalísimo Máximo Gómez, y otras junto al lugarteniente general Antonio Maceo. Rea dejó anotado en su libro ¨Facts and Fakes about Cuba¨ (Datos y falsedades sobre Cuba) varios pormenores de esta guerra, que podrían sorprender a cualquiera de sus lectores.
Por ejemplo aquí un fragmento...
"…Se desencadenaron las venganzas personales, y los que tenían algún resentimiento, se aprovecharon para sus fines particulares, del pánico que inspiraban los procedimientos de la invasión. Pacíficos campesinos y gentes que vivían fuera de las poblaciones, fueron asesinados ó ahorcados de un árbol colgándoles en el pecho un cartel, con el nombre de alguno de los jefes insurrectos.
Era dicho corriente entre los campesinos cubanos, que su camino se hallaba fácilmente por el rastro de hombres colgados de los árboles que tras sí dejaban, llegando la barbarie a su colmo un día, en que 20 campesinos, fueron colgados de un solo árbol en Pinar del Río. Todo el mundo tuvo que refugiarse en los pueblos huyendo de la rabia de los rebeldes.
El 15 de Octubre de 1896 el New- York Herald publicó un mapa que les envié, poco antes de que Weyler promulgase su Decreto de concentración. Basta mirarlo para convencerse de que él no es solo responsable de la situación que existe, pues de 60 poblaciones o pueblos, sólo ocho escaparon a la tea insurrecta: unos veinte fueron parcialmente quemados, y cuarenta desaparecieron por completo.
No se avisaba a los vecinos, ni se les daba tiempo para salvar nada; sino que como el rayo surge de la nube, así en las sombras de la noche caían los insurrectos y quemaban, saqueaban y arrasaban los pacíficos pueblos, y sus habitantes recibían la brutal orden de buscar refugio en las ciudades guarnecidas, donde su sostenimiento originaría mayores gastos al Tesoro español.
No se avisaba a los vecinos, ni se les daba tiempo para salvar nada; sino que como el rayo surge de la nube, así en las sombras de la noche caían los insurrectos y quemaban, saqueaban y arrasaban los pacíficos pueblos, y sus habitantes recibían la brutal orden de buscar refugio en las ciudades guarnecidas, donde su sostenimiento originaría mayores gastos al Tesoro español.
Muchedumbres hambrientas deambulaban por todas partes y cubrían con harapos de luto por la muerte de deudos mas o menos próximos, cuerpos extenuados hasta lo inverosímil.
Aquellas pobres gentes, sin auxilio alguno, habían agotado sus recursos y echado mano de toda clase de alimentos. Los mas inmundos y repugnantes animales se devoraron con deleite y se buscaron con empeño frenético. Las raíces, los troncos y las hierbas se utilizaron también.
Las mujeres y los niños famélicos buscaban en los pesebres de las fuerzas de caballerías acampadas en las calles y entre la tierra polvorienta los granos desechados, para comerlos crudos, y las semillas y cortezas de las frutas se recogían también como preciosos hallazgos. Con frecuencia las llevaban a pedazos, y a pesar de los esfuerzos de la policía para impedirlo, los restos de animales muertos con enfermedades contagiosas.
Hacinadas las personas en barracas, sin alimento y sin medicinas, las sanas dormían junto a las enfermas y a las moribundas, tendidas y mezcladas en el suelo. Todas las mañanas se recogían los muertos por docenas y muchas veces, sin identificarlos, se arrojaban unos sobre otros en carretones usados para la basuras y se sepultaban en zanjas abiertas en las cementerios provisionales¨.
Aquellas pobres gentes, sin auxilio alguno, habían agotado sus recursos y echado mano de toda clase de alimentos. Los mas inmundos y repugnantes animales se devoraron con deleite y se buscaron con empeño frenético. Las raíces, los troncos y las hierbas se utilizaron también.
Las mujeres y los niños famélicos buscaban en los pesebres de las fuerzas de caballerías acampadas en las calles y entre la tierra polvorienta los granos desechados, para comerlos crudos, y las semillas y cortezas de las frutas se recogían también como preciosos hallazgos. Con frecuencia las llevaban a pedazos, y a pesar de los esfuerzos de la policía para impedirlo, los restos de animales muertos con enfermedades contagiosas.
Hacinadas las personas en barracas, sin alimento y sin medicinas, las sanas dormían junto a las enfermas y a las moribundas, tendidas y mezcladas en el suelo. Todas las mañanas se recogían los muertos por docenas y muchas veces, sin identificarlos, se arrojaban unos sobre otros en carretones usados para la basuras y se sepultaban en zanjas abiertas en las cementerios provisionales¨.
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| Cap Aníbal Escalante |
Antes de partir, dejó una carta para Máximo Gómez en la que le explicaba los motivos de su decisión, haciendo hincapié en la reunión que habían tenido ambos en el campamento de los Hoyos, donde llegó a la conclusión que su trabajo ya no valía la pena. Más que nada por las propias prohibiciones ordenadas por Gómez con la amenaza, incluso, de pena de muerte para quien "se le aflojara la lengua" más de lo que debía.
Dicho esto...
Existe una locución medieval latina que dice: "Excusatio non petita, accusatio manifesta", relacionada con todo aquel que, sin necesidad alguna, intenta disculparse, lo que puede ser considerado como un indicio de que algo quiere ocultar, y a nuestro juicio es lo que se desprende de lo escrito por un historiador local de nombre Horacio Ferrer.
En su libro "Con el rifle al hombro", intenta dejar claro que una vez tomada la ciudad, Carlos, el hijo de Calixto García, se dedicó a romper a culatazos todas las botellas de licor que encontró a su paso "para así evitar excesos". Al leer esto, enseguida nos saltaron las alarmas, sobre todo "conociendo el paño como lo conocemos".
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| Campesinos ahorcados. ¿Por quien? |
En fin que nada como las crónicas del capitán Aníbal Escalante Beatón, (Jiguaní 1880) ayudante personal de Calixto García, para contarnos los detalles de lo que allí sucedió en realidad, sobre todo teniendo en cuenta su protagonismo. Este oficial señala los incendios, saqueos y violaciones cometidos por los mambises, que han sido manipulados por una historiografía que, por otro lado, no tiene posibilidad alguna de ser leída en la isla.
Escalante describió los encarnizados combates "casa a casa,", motivados entre otras cosas por la resistencia y defensa que hicieron los propios habitantes de Guisa a las tropas rebeldes, así que saque usted sus propias conclusiones.
Por cierto el hijo de este capitán mambí, el comunista Aníbal Escalante Dellundé, hermano del no menos fidelista Cesar Escalante, fallecido en 1965, fue uno de los integrantes de la llamada "micro-fracción", un movimiento de disidencia interno, que a finales de 1967 y principios de 1968 opositó al régimen castrista dentro de sus mismas filas.
Maldita Hemeroteca

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