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CANDELA A BAUTA POR LOS CUATRO COSTADOS (I)

Coronel Baldomero Acosta, primer alcalde de Marianao. // 

La canalla en Cuba solía decir que "Maceo había tocado la trompeta en occidente y no había salido nadie". Y puede que fuera una chanza, una ocurrencia más de los cubanos, pero a juzgar por los brutales destrozos ocasionados a todos aquellos pueblos habaneros, parece que algo de eso sí hubo. 

Por ejemplo el seis de Enero de 1896, el ejercito invasor mambí ataca varios pueblos de la provincia de la Habana, entre ellos el de Ceiba del Agua, Vereda Nueva, Caimito y Hoyo Colorado, que era como se llamaba Bauta en aquellos años. Como si fuera poco veinte días después la Habana se llena de mambises con la incorporación a la columna del entonces comandante Adolfo del Castillo al frente de unos 700 hombres.

Se le consideró como el primer regimiento habanero a las ordenes del generalísimo Máximo Gómez. El veintidós de mayo este regimiento Habana asaltó los poblados de Bacuranao y Guanabo durante dos días consecutivos. Sin embargo, estando al frente de este batallón, el general Castillo, ya ascendido a brigadier, cayó al siguiente año en un combate en el Calvario, en Arroyo Naranjo, la Habana.

Con Valeriano Weyler al frente del ejercito español en sustitución del derrotado Arsenio Martínez Campos, en el mes de marzo el entonces coronel Baldomero Acosta, (llegó a general de brigada al término de la guerra e incluso elegido por el clamor popular alcalde de Marianao el uno de agosto de 1908, y no solo una vez, resulto reelegido en 1912 y 1916), tuvo en su historial de combatiente un hecho traumático donde los haya.

El veinticinco de marzo el coronel Baldomero Acosta le dio candela al pueblo de Bauta por los cuatro costados. No solo eso, quemaron el caserío de Jaimanitas consistente en unas treinta casas también. Era la segunda vez que la quemaba, la primer incendio lo había provocado exactamente un mes antes. No habían pasado ni dos meses y las fuerzas comandadas por Antonio Maceo reducen a cenizas lo poco que quedaba de Bauta. 

Allí vivían entonces unas trescientas personas repartidas en noventa casas, la mayoría de tabla de palma y techo de guano. Había sido fundado en el año 1850 en los terrenos del Hato de Ariguanabo, muy cerca de la laguna la Pastora. Estamos hablando de una aldea que no debió tener ni guarnición siquiera de lo pobre que era, pero aún así su destrucción fue total. Maceo no tuvo contemplación ninguna con esta gente.

Desconocemos cual era el motivo del empecinamiento en este pueblo, aunque es fácil imaginar que debió haber sido en respuesta a la resistencia que mostraron aquellos pobladores a sumarse a la insurrección. Otro de los grandes incendiarios de aquellos días fue el coronel bejucaleño Aurelio Collazo García, caído en un combate en el pueblo de Güira de Melena Collazo fue uno de los que más devastación y desolación causó en el sur de la Habana.

Según datos de la University of Miami, la tea incendiaria destruyó la friolera de tres millones de cabezas de ganado, más de un millón de pesos en madera preciosa, dos millones y medio en embarques de mercancías, y casi millón y medio de toneladas de azúcar. 

En lo social, de 1’631,687 habitantes que habían en el censo de 1887 se pasó al millón y medio - corto - en el del 1899 realizado por el gobierno interventor. Aquí se puso de manifiesto las causas de la destrucción, sumado a las casi ciento cincuenta mil mil muertes ocasionada por la fallida concentración de pacíficos del general Valeriano Weyler, llevada a cabo durante el periodo de febrero de 1896 y octubre de 1897. 

Según dejó constancia el propio Gómez en su Diario de Campaña, fue en la región de Cienfuegos donde se inició la quema de los campos de caña, política que dejó destruida toda la provincia a su paso. Frente a la impotencia de Arsenio Martínez Campos, caen sobre Matanzas de una forma brutal, que como consecuencia trajo la eliminación de los grandes campos de caña y de los modernos y productores centrales de aquella zona. 

El resultado es conocido. La zafra en Matanzas quedó completamente destruida e imposibilitada de realizar, fue la provincia que mas sufrió la sacudida de esta política destructiva. Poco tiempo después la columna invasora entró en La Habana, coincidiendo con los primeros días del mes de enero de 1896, fecha en que la zafra estaba llegando a su fin y ya sabemos lo que arrojó su paso por Ceiba del Agua, Batabanó, Mariel, Cabañas, San Diego, Bahía Honda, La Mulata, Viñales, así como la ya citada destrucción de Hoyo Colorado. 

Según un reporte emitido por la Civil Report of Major General Leonard Wood, gobernador militar de Cuba entre 1899 y 1902, los daños causados por esta invasión fueron calculados de la siguiente manera: 

  • Pinar de Rio: De 46 ingenios fueron destruidos 39.
  • La Habana:   De 85 ingenios fueron destruidos 74
  • Matanzas:  De 271 ingenios fueron destruidos 251
  • Santa Clara: De 160 ingenios fueron destruidos 151
  • Total: De 562 ingenios fueron destruidos 479, solo quedaron 83

De regreso en Punta Brava Maceo proyectaba caer sobre Marianao, una acción que por fortuna no pudo materializar al caer en combate el siete de Diciembre en San Pedro ante las tropas del batallón de San Quintín, comandadas por el teniente coronel Aragonés, Francisco de Asís Cirujeda. 

Fin de la primera parte.