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CARLOS III, GRANDE, UNICO E IRREPETIBLE.

En primer plano la estatua del monarca español Carlos III en la Habana.  // 

Intentar escoger cual de los monarcas españoles fue el mejor, es una tarea nada fácil.

Sin embargo, la tradición en general coincide en señalar a tres de ellos, dependiendo del lado que se miren claro, pero si saltamos por encima del periodo medieval y nos centramos en la corona unificada de los Reyes Católicos, entonces podrían aparecer tres como los posibles candidatos, Carlos I, Felipe II y Carlos III, que para el caso cubano, este ultimo puede que haya sido el mejor de todos.

Carlos III, hijo del primer Borbón que reinó en España, Felipe V, y de la italiana Isabel de Farnesio, fue un monarca que su reinado se sitúa en el siglo XVIII al que llegó a los cuarenta y tres años de edad. En ocasiones se le conoce como el ilustrado porque dedicó gran parte de su reinado a las ciencias en un periodo conocido como "Despotismo Ilustrado". 

A diferencia de otros reyes, Carlos III siempre intentó legislar de cara a mejorar la vida de sus súbditos en vez de añadir sufrimiento al respetable. Por ejemplo creó el servicio de ambulancias y fundó los Colegios de Cirugía de Madrid y Barcelona. Introdujo la lotería, e incluso creó "la junta de caridad", una especie de soporte económico para las viudas y huérfanos de los soldados muertos en combate. 

En el ámbito del urbanismo, estableció la numeración de las casas y el alumbramiento de las calles. Durante su reinado se construyeron la Puerta de Alcalá, el Museo del Prado, el Jardín Botánico y las fuentes de Cibeles y Neptuno.

En lo personal fue muy austero, enemigo de las pompas del palacio y el halago de los cortesanos, más bien era fanático a la caza y por lo general pasaba bastante tiempo fuera en los bosques que por entonces circundaban la capital Española. Incluso se llegó a decir que en treinta años sus sastres le confeccionarían no más de diez trajes. 

¿QUE SIGNIFICÓ PARA CUBA?

Para Cuba su reinado supuso una serie de cambios positivos, aunque tuvo que enfrentar la ocupación Inglesa en Agosto de 1762, que tuvo una duración de once meses. Su negociación propició que los Británicos devolvieran la Habana a cambio de la Florida.

Se percató de las mejores que aquella ocupación trajo en el orden social y económico, por lo que continuó con ellas, abriendo el comercio del azúcar y el tabaco con otros países de la región. Los Habaneros le deben la construcción de la Catedral de La Habana, la Real Casa de Correos, el Palacio de los Capitanes Generales, la fortaleza de San Carlos de la Cabaña, que en 1774, formó parte de la arquitectura militar que protegió la villa. 

Su majestad Carlos III

Además inauguró la Alameda de Paula e inició el empedrado de las calles, realizó importantes avances en el alumbrado público, y algo muy importante, en 1774 dio ordenes de realizar el primer censo de población que recoge la historia en Cuba, que dio como resultado la existencia de 171, 620 almas. 

Por tantas bondades, los cubanos le dedicaron una estatua en la Plaza de Armas en 1803, y además en 1836 bautizaron una plaza y una de las principales arterias de la capital con su nombre, un tramo que va desde la calle Belascoaín hasta la Avenida de los Presidentes que tenía por nombre "Paseo de Tacón". Luego, en 1902, fue rebautizada por la reciente república como "Avenida de la Independencia", pero por suerte el historiador Emilio Roig de Leuchsenring le restituyó su anterior nombre. 

Duró relativamente poco, pues más tarde destrozador en jefe, sí Fidel Castro, decidió cambiarle nuevamente el nombre por el fallecido comunista chileno Salvador Allende, abatido durante el golpe de 1973. En cambio nunca pudo conseguir que la gente en la Habana, y probablemente en toda Cuba, le llamara de esa manera, incluso ni ellos mismos seguramente. 

Carlos Sebastián de Borbón, Carlos III, casado con María Amalia de Sajonia, padres de trece hijos, reinó desde 1759 hasta que falleció. el catorce de diciembre de 1788, y su cadáver - primero de los monarcas que se negó a ser embalsamado - se encuentra sepultado en una cripta del panteón real del palacio de San Lorenzo del Escorial, en Madrid, ultima morada de otros veintiséis monarcas. En suma, fue el último Monarca es­pañol, cronológicamente hablando, del Antiguo Ré­gimen, puesto que falleció antes de la Revolución Francesa de 1789.

Maldita Hemeroteca