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DIA DE LA HISPANIDAD (I)


TIERRA, TIERRA! ... Pasadas dos horas de la medianoche del viernes 12 de octubre, Rodrigo de Triana, encaramado a la cofa del palo mayor de la carabela Pinta, nos sobresaltó a todos con sus gritos.

Hacía mucho tiempo que todos deseábamos escuchar esas palabras. La buena nueva de Rodrigo tornó todo el cansancio y la decepción acumulados en alegría y emoción.

Los marineros, muchos de ellos con lágrimas en los ojos, hincaron una rodilla en cubierta y con la cabeza gacha comenzaron a entonar un Te deum para agradecer a Dios que esta audaz travesía terminara felizmente.

Un tres de agosto el almirante Genovés, Cristóbal Colón había partido desde Palos de la Frontera, en Huelva, ¿hacia donde?, hacia lo desconocido. En teoría quería llegar a "Las Indias". En cambio el destino le deparó otra sorpresa que cambiaría por completo el destino de la humanidad. 

En su diario, el escribano del ilustre navegante Cristóbal Colón, descubridor del contienen Americano, escribió la siguiente nota el día jueves once de octubre de 1492:

"Puestos en tierra vieron árboles muy verdes, y aguas muchas y frutas de diversas maneras. El Almirante llamó a los dos capitanes y a los demás que saltaron en tierra, y a Rodrigo de Escobedo, escribano de toda la armada, y a Rodrigo Sánchez de Segovia, y dijo que le diesen por fe y testimonio como él por ante todos tomaba, como de hecho tomó, posesión de la dicha Isla por el Rey y por la Reina sus señores, haciendo las protestaciones que se requerían, como más largo se contiene en los testimonios que allí se hicieron por escrito.Luego se juntó allí mucha gente de la Isla.

Mientras que lo que sigue, fueron sus palabras formales plasmadas en su libro de su primera navegación y descubrimiento de las que creía ser las Indias:

"Yo (dice él), porque nos tuviesen mucha amistad, porque conocí que era gente que mejor se libraría y convertiría a Nuestra Santa Fe con Amor que no por fuerza, les di a algunos de ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio que se ponían al pescuezo, y otras cosas muchas de poco valor, con que tuvieron mucho placer y quedaron tanto nuestros que era maravilla.

Los cuales después venían a las barcas de los navíos a donde nos estábamos, nadando. Y nos traían papagayos y hilo de algodón en ovillos y azagayas y otras cosas muchas, y nos las trocaban por otras cosas que nos les dábamos, como cuenticillas de vidrio y cascabeles. En fin, todo tomaban y daban de aquello que tenían de buena voluntad. Mas me pareció que era gente muy pobre de todo.

Ellos andan todos desnudos como su madre los parió, y tanbién las mujeres, aunque no vide más de una harto moza. Y todos los que yo vi eran todos mancebos, que ninguno vide de edad de más de 30 años. Muy bien hechos, de muy hermosos cuerpos y muy buenas caras. Los cabellos gruesos casi como sedas de cola de caballos, y cortos. Los cabellos traen por encima de las cejas, salvo unos pocos detrás que traen largos, que jamás cortan.

De ellos se pintan de prieto, y ellos son de la color de los canarios, ni negros ni blancos, y de ellos se pintan de blanco, y de ellos de colorado, y de ellos de lo que fallan. Y dellos se pintan las caras, y dellos todo el cuerpo, y de ellos solos los ojos, y de ellos solo la nariz. Ellos no traen armas ni las conocen, porque les mostré espadas y las tomaban por el filo, y se cortaban con ignorancia.

No tienen algún hierro. Sus azagayas son unas varas sin hierro, y algunas de ellas tienen al cabo un diente de pece, y otras de otras cosas. Ellos todos a una mano son de buena estatura de grandeza y buenos gestos, bien hechos. Yo vi algunos que tenían señales de heridas en sus cuerpos, y les hize señas que era aquello, y ellos me mostraron como allí venían gente de otras islas que estaban cerca y los querían tomar y se defendían.

Y yo creí y creo que aquí vienen de tierra firme a tomarlos por cautivos. Ellos deben ser buenos servidores y de buen ingenio, que veo que muy presto dicen todo lo que les decía. Y creo que ligeramente se harían cristianos, que me pareció que ninguna secta tenían. Yo, placiendo a Nuestro Señor, llevaré de aquí al tiempo de mi partida seis a Vuestra Alteza para que aprendan a hablar. Ninguna bestia de ninguna manera vi, salvo papagayos en esta Isla." Todas son palabras del Almirante".

Se cree que en el mundo existan alrededor de un millón de personas que, directa o indirectamente, descienden de este ilustre navegante. Eso, sin contar que ya viudo Colón tuvo relaciones con la cordobesa Beatriz Enríquez de Arana, madre de su otro hijo Hernando, y con la "Dama Sangrienta", doña Beatriz de Bobadilla, marquesa de Moya.

Beatriz estuvo casada con el conquistador Hernán Peraza y fue gobernadora de la isla canaria de San Sebastián de la Gomera, un lugar donde Colón se abasteció y partió hacia el nuevo mundo en tres ocasiones, 1492, 1493 y 1498. Lo de Sangrienta le viene porque fue implacable con los aborígenes de esa isla, los guanches, que en 1488 intentaron asesinarla en una revuelta tras matar a su marido.

De hecho, muy cerca de la Torre del Conde donde se refugió Bobadilla, construida en torno a 1450 por el fallecido Peraza y que actualmente es la fortaleza militar más antigua y mejor conservada en las islas Canarias, hay un pozo construido en el siglo XV que tiene un cartel donde reza: “Con esta agua se bautizó América”.

FIN DE LA PRIMERA PARTE