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LA SAGA DE LOS PEREZ DE GUANTANAMO (II)


El uno de marzo de 1860 se crea su Ayuntamiento, de segunda clase, con veintiún concejales y a petición del propio Consistorio, mientras que su Alteza el Regente del Reino de España, General Francisco Serrano, le otorga el título de Villa con el dictado donde aparecía su escudo de Ilustre y Leal Ayuntamiento de Guantánamo.

Fue el 20 de agosto de 1870, según el historiador Ricardo V. Rousset Rodríguez, aunque el notable poeta e historiador guantanamero Regino E. Boti Barreiro asegura que fue el seis de octubre de ese propio año. Se hace imposible escribir sobre la historia de El Caney, de Limonar de Tiguabos o de Guantánamo, sin citar muchas veces el apellido Pérez, clave en aquella zona no solo por la cantidad que habían, si no por el papel que jugaron. 

El Teniente Coronel del Ejército Libertador e historiador santiaguero, Lino D'ou Ayllón, los hace descender de los Pérez de Corcho y les señala dos lugares de procedencia: El Caney y Trinidad. En cambio Regino E. Boti afirma que los Pérez llegan a la región de Guantánamo desde El Caney, en la persona de un descendiente de Diego Pérez. Casado con Beatriz Almenares, Diego Pérez va a ser el tronco originario conocido de este apellido en la región más oriental de Cuba.

Hombre muy longevo, documentalmente se sabe que en 1700 bautizó a su hijo Pedro en la iglesia de El Caney, y en 1785 apadrinaba con su esposa a Manuel José, hijo de Pedro de Rojas y de Petronila Montoya. Uno de sus hijos, Pedro Pérez Almenares, casó con Josefina Ianuaria Montoya y tuvieron nueve hijos. 

De uno de ellos, Pedro Manuel Pérez Montoya, Teniente de Urbanos, conocido como Teniente Rey de los Indios, deriva toda la descendencia Pérez que vino a determinar una gran parte del destino de Guantánamo. El tal Pérez Montoya se casó en primeras nupcias con María Caridad Pérez y Heredia, su prima, y tuvieron siete hijos, entre ellos Fernando Pérez Pérez de gran influencia posterior en el desarrollo económico de la región guantanamera.

En segunda nupcias se casó con Juana Acosta, y con ella tuvo siete hijos más. Nativo de El Caney se radica después con su numerosa familia en Limonar de Tiguabos, verdadero feudo de los Pérez y termina por ser un explorador de esa, entonces casi desconocida comarca. Allí enriqueció, empobreció y más tarde y falleció.

Eliceo Reclus, en su justamente célebre Geografía Universal, afirma que "todavía, en 1847, no lejos de Tiguabos, en alguno de los valles de la Sierra Maestra que se inclinan hacia la bahía de Guantánamo, existía una familia de indios puros que constaba de más de cien individuos, con hijos, nietos y biznietos".

Regino E. Boti, por su parte, no alberga la menor duda de que por esa época la familia a que se refiere el famoso geógrafo francés no puede ser otra que aquellos Pérez, y que no vivía en valle alguno sino en el propio Tiguabos.

Limones o Limonar de Tiguabos o San Anselmo de Tiguabos eran ya un caserío cuando no existía el poblado de Guantánamo, y las fiestas de su patrono San Anselmo eran famosas cuando el de Guantánamo era un caserío sin patrona y sin iglesia. Incluso se puede afirmar que la hacienda Santa Catalina fue un desprendimiento de Limones o Tiguabos.

Entre las familias que emigraron de El Caney con los Pérez, se encontraban los Almenares, los Rojas, los Montoya y los Olivares. Estos nuevos vecinos dieron incremento a las rancherías y fueron los verdaderos fomentadores de Tiguabos. Sus tiradores contuvieron a los ingleses en 1741. Levantaron iglesia, mandada a construir por los esposos Bartolomé Rojas e Isabel Pérez, que fue erigida Parroquia. 

Tuvo el poblado categoría de Tenencia de Partido en 1812 y de él nació toda la población de la comarca de Guantánamo. Fue desde un principio muy numerosa la familia Pérez, las ramas directas y colaterales de este apellido son tantas y se entrecruzan de tal manera, que es casi imposible no hallarlo en la genealogía de todas las familias guantanameras. 

Primeramente se cruzó con Almenares, Montoya, Rojas, Rodríguez, Heredia, Andújar, Soto, Correa, Collantes, González y Castellanos; se extingue una de sus ramas en Rufo y pasa a segundo apellido con Domínguez y Sánchez.

Fin de la segunda parte