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MÁXIMO GÓMEZ. LO QUE QUEDÓ EN EL TINTERO (III)


En Laguna Salada, provincia de Valverde en su tierra, Gómez adquiere unos terrenos entre Laguna Salada y Guayacanes gracias al dinero que le prestan unos amigos, Juan Isidro Jiménez Pereyra. 

En "La Reforma" trabaja como agricultor y busca apoyo entre vegueros cubanos que le acompañaron en el exilio o que encontró en Santo Domingo. Fue allí donde recibió la visita de José Martí, el entonces delegado del recién creado Partido Revolucionario Cubano, que le ofrece la jefatura del nuevo ejército libertador en un levantamiento diseñado para 1895, acuerdo que fue firmado el veinticinco de marzo en Montecristi.

El once de abril, en la zona denominada Playitas de Cajobabo (Guantánamo) desembarca junto a Martí e inicia lo que sería la definitiva Guerra de Independencia Cubana (1895-1898), con el grado indiscutible de general en jefe del ejército libertador cubano. Lo demás es otra historia.

Estuvo escribiendo constantemente en su Diario de campaña durante treinta años, desde el dieciseis de octubre de 1868 hasta el ocho de enero de 1899, y allí anotó cosas como estas:

"Yo soñaba con la paz de España, yo esperaba despedir con respeto a los valientes soldados españoles, con los cuales nos encontramos siempre frente a frente en los campos de batalla; pero la palabra paz y libertad, no debía inspirar más que amor y fraternidad en la mañana de la concordia entre los encarnizados combatientes de la víspera".

Así dejaba constancia de "su agradecimiento" a las fuerzas de intervención Yankee de 1898, y fue por eso que los que pensaban muy distinto a él, los miembros de la Asamblea de Representantes por ejemplo, decidieron que un doce de marzo había que destituirlo y así lo hicieron. Vivió modestamente, siempre rodeado del afecto y respeto del pueblo cubano, hasta que en la tarde del diecisiete de junio de 1905 muere de una septicemia en su casa del barrio habanero del Vedado.
 
NOTA AL MARGEN

Nunca supo el día exacto en que nació, aunque la familia solía celebrar su cumpleaños el dieciocho de Noviembre. El mismo lo confesó una vez: “No puedo precisar la fecha en que nací, pues por más que busqué personalmente la partida de bautismo en los libros de mi parroquia, no pude dar con ella”.

El cuatro de junio de 1870 contrajo matrimonio, según la “ley mambí”, con la cubana Bernarda Toro Pelegrín, Manana (1852-1911), con quien llegó a tener once hijos, de los que sobrevivieron seis, pues cuatro murieron siendo niños, y Francisco —a quien todos llamaban Panchito— murió en 1896 luchando por la independencia de Cuba.

Como literato, a pesa de que dicen no contaba con una cultura universitaria, escribió obras como el viejo Eduá, o mi último asistente, El héroe de Palo Seco, El héroe del Naranjo, Odisea del general José Maceo, Mi escolta, Convenio del Zanjón, entre muchas otras, e incluso dejó algunas pequeñas obras de teatro como La fama y el olvido.

En 1904, un año antes de su muerte, en una carta dirigida al general Bernabé Boza Sánchez a pedido de este último para que escribiera el prólogo de su libro, "Mi Diario de la Guerra" carta esta que se puede leer en el libro del historiador Emilio Roig de Leuchsenring, "Maximo Gomez su ideología Político Revolucionaria", el caudillo dominicano le dice: 

Gómez
"Mis hechos en la guerra están justificados, por mi conducta después en la Paz de la República. Si en aquella, ni una vez siquiera perturbé con ambiciones bastardas a los poderes públicos de la Revolución; ni mucho menos asusté a los espíritus débiles con arrogancias militares.

En ésta, en la paz, tampoco he exigido nada; antes por el contrario: he aceptado muy poco de lo mucho que se me ha ofrecido. He tenido en fin gran cuidado en no ejecutar ningún acto indigno del noble Pueblo cubano, que me ha honrado declarándome hijo suyo". 

Maldita Hemeroteca

Fuentes:
Ramón Infiesta. Diario de Campaña.
Historia Hispánica
Citadas en el texto.