Muy pocas obras construidas por el Estado Cubano han sido objeto de las más duras críticas por los profanos y ha motivado mayor número de debates entre los médicos como el sanatorio "Topes de Collantes", edificado a mediado de los años treinta a una altura de ochocientos metros sobre el nivel del mar en la localidad de Trinidad.
Desde hacía mucho tiempo los tisiólogos más distinguidos de Cuba habían considerado a Topes de Collantes como un lugar de valor excepcional para la construcción de un Sanatorio de altura media. En noviembre de 1936 el Consejo Nacional de Tuberculosis acordó su edificación —siguiendo orientaciones del entonces Jefe del Ejército Coronel Fulgencio Batista—, convocando para ello a un concurso entre los Arquitectos, y seleccionándose aquel proyecto que mejores condiciones reunía para un edificio de esta naturaleza.
En enero de 1937, el Presidente Federico Laredo Brú y el Coronel Batista, con los Miembros del Consejo Nacional de Tuberculosis, se trasladaron a Topes de Collantes para inspeccionar las obras de la carretera de veintitrés kilómetros que, conduciendo de Trinidad a Topes, había de posibilitar la construcción del Sanatorio. El día catorce de noviembre de 1937, el Jefe del Ejército colocó la primera piedra de una institución de valor excepcional en la lucha contra la tuberculosis.Dotado de sistema de calefacción central en sus ocho pisos, el sanatorio constaba con capacidad para mil enfermos y constaba de un cuerpo central y cuatro ramas laterales, estas últimas destinadas a dormitorios y galerías de cura. Los dormitorios se hallaban constituidos por pequeños apartamentos con capacidad para dos enfermos comunicándose entre sí por una doble galería, una para servicio y otra de cura.
La carretera que conduce desde Trinidad a Topes de Collantes fué proyectada y ejecutada por el Cuerpo de Ingenieros del Ejército Constitucional, habiendo confiad al Consejo, el Poder Ejecutivo, los créditos aplicados a esa obra. Son los veintitrés kilómetros de carretera más accidentados de Cuba, ascendiendo en ese recorrido una altura de ochocientos metros y con un costo de poco menos de medio millón de pesos ($455,352.59).
En el momento de la publicación, en la construcción del Sanatorio se habían gastado un millón seiscientos cincuenta y dos mil quinientos diez y nueve pesos treinta y tres centavos; más un crédito de cerca de seiscientos mil que por la fecha había sido firmado por el presidente de la República. Su costo final, una vez terminado, se calculó en el boletín médico de 1944 en unos tres millones de dólares.
La instalación como tal fue medianamente concluida, pero tras comenzar a operar por el mes de agosto, comenzaron a aflorar problemas organizativos y constructivos de la complicada carretera de acceso antes señalada, lo que hizo que su inauguración se retrasara. El sanatorio abrió sus puertas por fin el nueve de mayo de 1954, siendo oficialmente inaugurado por el mandatario Fulgencio Batista y siendo designados además los doctores Juan B. Roque de Castillo y Juan R. Mencía Arrondo, como presidente y director respectivamente.