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HISTORIA DE UNA CENA (FINAL)

Autopsia de Evaristo Estenoz Corominas. // 

Las fuentes de este el libro procedieron de los mismos prisioneros, bien por sus confesiones o por los documentos que les fueron ocupados en el momento de la detención, no todos los rebelados murieron evidentemente.

Fueron cientos, quizás miles los que tuvieron la suerte de ser encarcelados. Se efectuaron batidas en lugares tan distantes del escenario como Mariano y en varios puntos de la Habana. De hecho, muchos de los alzados habían partido en tren del paradero de la Víbora hacia Santiago de Cuba. Por ejemplo, una de esas fuentes fue el mismo Gregorio Surín, quien salvó la vida de milagro en el combate de Kentucky donde fue hecho prisionero.

Al verse rodeado se arrodilló literalmente ante el teniente Arsenio Ortíz, su antiguo compañero de luchas, que todo magnánimo y sintiéndose quizás Napoleón en ese momento, le perdonó la vida. En cambio sus ayudantes Despaigne y Heredia no corrieron la misma suerte. "Allí mismo fueron sentenciados a muerte y ejecutados. Y no mataron más porque el resto de sus doscientos seguidores aprovecharon la niebla que es típica en ese lugar para salir huyendo.

Otro que consiguió salvar su cuello fue el Tullido LaCoste. Este mulato, hijo de franceses, de cuarenta y cinco años de edad y paralítico desde los dieciocho, gozaba de una buena posición económica como dueño del inmenso cafetal “Dios y Ayuda”, además que políticamente era uno de los principales líderes del Partido Liberal en Guantánamo, el mismo en el gobierno de la república.

Sin embargo, en cuanto vio que apenas comenzada la revuelta aquello era un desmadre, el diecisiete de julio se presentó ante el comandante Castillo en el Guayabal de Yateras. Los detenidos fueron conducidos a la Habana en el buque cañonero "Baire", anclado en la ensenada de "La Sigua". Se dio el caso de un alzado blanco y encima Español de nombre Enrique Marín Guerrero que dijo ser capitán ayudante de Ivonet. Fue expulsado del país.

INCOGNITAS SOBRE LA MUERTE DEL CORONEL PEDRO IVONET MORÍN

Al parecer Ivonet fue hecho prisionero al caer herido de un balazo en el muslo, e incluso se asegura que llegó a ser trasladado en tren hacia la Habana. Hubo una versión donde se aseguraba que se quiso dar a la fuga y le aplicaron la ley. 

En otra, que nunca montó ese tren porque fue ejecutado sumariamente, ya que su cadáver presentaba graves lesiones con pérdida de hasta medio cráneo como consecuencia de un disparo en la frente propinado por el teniente Ortíz, pero nada de eso puso contarse, ni hubo muchas ganas tampoco de hacerlo.

Agregar que uno de los más despiadados de aquel ejercito fue el general Pablo, el hermano del que fuera con los años presidente de la república, el coronel Carlos Mendieta, que en su caso sorprendió a todo un campamento de alzados y fueron muy pocos los que allí pudieron hacer el cuento. Ya le digo, no habían garantías constitucionales que detuviera a esta gente.

Que posibilidades de éxito tendrían aquellos alzados en un enclave como Guantánamo, donde el alcalde de esa ciudad era el mayor general Agustín “Periquito Pérez”, el guía más efectivo que tuvo el army norteamericano al mando de Calixto García, un tipo super popular de los Pérez de esa zona, y que combatió a los alzados también.

Muy triste fue también ver como coroneles mambises como Manuel Piedra Martell, jefe de los voluntarios habaneros e Ivonet Morín, segundo jefe de los alzados, se vieran las caras como enemigos habiendo servido ambos al mando del lugarteniente general Antonio Maceo. Incluso quien lo sorprende dormitando fue el capitán Aranda, su antiguo compañero de luchas. El mismo Estenoz, líder de la revuelta y que finalizó la guerra con los grados de teniente, había servido también en la tropa de Maceo.

Y apropósito de Estenoz. No queremos terminar sin antes señalar que estando ilegalizado el movimiento independiente de color por la ley Morúa, y el malo, malísimo y recontra malo de Gerardo Machado al frente del ministerio de Gobernación, sus integrantes no pararon de manifestarse convocando mítines, y en cambio nadie les puso un dedo encima.

Incluso Machado se reunió con ellos a pesar de que Estenoz ya tenía antecedentes penales. Había estado preso reiteradamente por alentar peligrosas diatribas contra los blancos desde su periódico. Sin embargo, por mucho menos que eso mire usted la salvajada cometida por la dictadura castrista en el 2021. 

Agregar que a partir de este hecho, el gobierno creó una especie de policía secreta que se movería libremente por toda la isla e intentaría detectar cualquier movimiento racial o de cualquier tipo.

ESTENOZ UN INEPTO

Algunos historiadores plantean que Estenoz no era un hombre de muchas luces políticas. Y puede que sea cierto, porque a pesar de que muchas de las demandas del PIC eran justas, incluso la integración racial, no supo manejarlas políticamente como debía. Debido a esa posible incompetencia fue que no supo aprovechar el porciento de votantes de su raza en ese momento era casi de un 40%.

Ni militar tampoco, porque el hecho de haber abandonado el movimiento en occidente así lo demuestra. De haberse levantado en armas esta parte del país el ejercito, que en ese tiempo no era muy numeroso, se hubiera tenido que fragmentar y la operación de Oriente hubiera sido muy distinta. Al menos no hubieran caído sobre ellos con esa fuerza brutal que dio como resultado semejante escarmiento.

Encima por medio del cónsul americano en Santiago de Cuba, el gobierno le envió una supuesta carta a Philander Knox, entonces secretario de Estados de EEUU, que debió haberle decretado como el enemigo No 1 de la república. 

Otros, los más radicales, no perdieron tiempo para afirmar que el principal error del movimiento fue dejarse dirigir por un negro, "cuando la historia había demostrado que esa raza había sido capaz de acometer las empresas más riesgosas e increíbles, siempre y cuando fuera un blanco el que les dirigiera". 

En fin, que Evaristo Estenoz Corominas cayó en los montes holguineros de Pinar de Mícara, el veintisiete de junio de 1912, cuando apenas contaba con treinta y nueve años de edad. En sus soflamas solía afirmar que quería la elevación del negro y no la depresión del blanco, que Cuba era para todos los cubanos, no para los cubanos negros ni para unos cuantos cubanos blancos.

En un final las luchas entre el blanco y el negro no eran ni mucho menos un patrimonio cubano. En este caso fue tan brutal la lección, que aunque por ambas partes continuaban los recelos no se produjo en Cuba otro conato de raza en veinte años por lo menos. En 1933 un mestizo "indiao" llamado Fulgencio Batista y Zaldívar, le dejó claro a todos los blancos allí presentes: "Aquí estoy yo y vengo y para quedarme". 
 

Maldita Hemeroteca

Fuentes:
--Citas del libro “Los Independientes de Color”, de Serafín Portuondo Linares 1950.
--Hugh Thomas : Cuba, The Pursuit of Freedom.
--Guerra de Razas: Anónimo.