Particularidades de José Martí


Criticar es amar, eso dijo José Martí el 21 de junio de 1879 en un discurso en el Liceo de Guanabacoa, y por otro lado en 1889, durante el 50 aniversario de la muerte de José María Heredia, aseguró que "Mejor sirve a la patria quien dice la verdad". Sin embargo críticas y verdades en su contra, no suelen verse publicadas por ningún lado.

Por otro lado es cierto que también se han dicho muchas mentiras sobre su persona y su obra, como eso que dicen pronunció sobre la emigración: «Cuando un pueblo emigra, sus dirigentes sobran». ¡Mentira¡, se trata de un bulo que no aparece escrito en ninguno de sus trabajos, fíjese que nadie hace referencia donde es que fue dicha.

A diferencia de la mayoría de los cubanos de su época, a José Martí nada le fue ajeno en su largo peregrinar por el mundo. Nadie como él supo describir con tanta belleza, emoción y visión analítica, los hechos y el entorno que le circundaron, incluso el deportivo, que fue recogido en algunos de sus reportajes. Sí hijo sí, porque Martí fue también un periodista deportivo.

Habló del beisbol, al que llamaba pelota a secas, y desde entonces hacía crónica a partidos de futbol Americano. Así lo demuestra un artículo que el 12 de Enero de 1885, del que hoy se cumplen 139 años, publicara en el periódico "La Nación" de Buenos Aires.

"Dicen que el juego ha sido horrible. Era una arena abierta, como en Roma. Luchaban como los afamados Oxford y Cambridge en Inglaterra, en este caso los colegios Yale y Princeton… Naranja era el color de Yale y el de Princeton azul

El cielo sombrío como no queriendo ver… Los gigantes entrando en el circo, con la muerte en los ojos, llevan el traje de juego: chaqueta de cañamazo, calzón corto, zapatilla de suela de goma: ¡Todo estaba, a los pocos momentos, tinto en la sangre propia o de la ajena!”

Y seguidamente agregó esta otra nota: 

“Los de un bando se proponen entrar a punta de pie la bola en el campo hostil: y los de este deben resistirlo, y volver la bola al campo vecino. Este pega: aquel acude a impedir que la bola entre: uno se echa sobre la bola, los diez, los veinte, todos los del juego, trenzados como los luchadores del circo, batallan a puño, a pie, a rodilla, a diente

Y cuando se apartan del montón el infeliz capitán del Yale, caída la mandíbula, apretados los dientes, lívido y horrendo, se arrastra por la arena hecha lodo… Si el día no acabase, no cesaría. Yale vence. El lucimiento mental se desdeña, y se enaltece el brío del músculo”.

Viniendo de Martí, la nota crítica no podía faltar fuera el tema que fuera, recordemos que su pensamiento se enmarcó siempre dentro de una concepción ideológica, y en el caso del deporte, también lo hizo prejuiciado de los valores morales y no profesionales en lo deportivo. Referente a esto, así describió la abrumadora asistencia del público a las instalaciones deportivas en New York...

“La gente entra en el hipódromo de Madinson a oleadas, no para ver el trance de adelanto de los hombres a un estado mental o moral sumo, sino para ver y vitorear el trance de retroceso del hombre al bruto”.

Eso sí, la manera en que nuestro guía político veía el concepto moral era como muy suyo, sobre todo relacionados con los principios básicos de nuestra sociedad. Por ejemplo el serle infiel a su esposa, gestar una hija y no reconocerla haciéndose pasar por su padrino o faltarle al respeto a otro hombre, sabiendo incluso que el adulterio era un delito punible, pues ya nos dirá usted de la moral del maestro.

Fuera del ordenamiento jurídico mambí y del campo de derecho constitucional, el Código Penal español, extensivo a Cuba el 23 de mayo de 1879, introduce en la rama del derecho penal los delitos contra el honor de las personas. De hecho la Ley también permitía el ejercicio de la acción, aun cuando se hayan cometido en una nación extranjera, en este caso en EEUU.

Y así fue un siglo después hasta que en el 1978, el artículo No 18 seguía garantizando el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen, catalogando el domicilio como "inviolable" y protegiéndolo de injerencias arbitrarias o abusivas en la vida privada o familiar, como reza en el articulo 11.

En fin, puede que al leer esto usted piense que se le está haciendo daño a Martí, nada más lejos de la verdad, y aunque no lo tomemos a guasa, que hasta 1987 la ley penal vigente en la cuba castrista sancionaba los delitos contra el honor en su artículo 38. Es más, países como la avanzadísima Corea del Sur por ejemplo, vino a despenalizar el adulterio en el 2015, el otro día como quien dice, mientras que en la India es castigado con penas de hasta 5 años de cárcel. Y ya no le cuento los que hacen algunos musulmanes que usted no sepa.

Aún así Martí escribió una obra que tituló "La Adultera", donde el amante es encima amigo del cornudo, y de la que hizo la siguiente reflexión:

“A los dieciocho años de mi vida, estuve por las vanidades de la edad, abocado a una grave culpa: –Lo rojo brilla y seduce, y vi unos labios muy rojos en la sombra, pero interiormente iluminado por el misterioso concepto del deber, llevé la luz a la tiniebla, y vi de cerca todos sus horrores”.

En su obra el maestro critica duramente todas aquellas conductas traicioneras, y calificaba ese tipo de amor que puede presentarse entre amantes como frío, brutal y carnal; por tanto lo presentó en dicho drama como algo repugnante.

¿Cómo sentiría yo los celos? me he dicho. ¡Así los sentiría!, me he contestado”.

Sin embargo en un intento por arreglar su matrimonio con doña Carmen Zayas Bazán, roto por la ausencia, la incomprensión y el adulterio precisamente, en 1882 Martí alquila una pequeña casa en Brooklyn, New York, donde volvieron a reunirse, pero ya no era lo mismo. Corría el año 1891 y habían pasado seis años sin verse y Carmen, que ya conocía la movida con la otra Carmen, le dijo:

Carmen Zayas
"Es cierto que desde que te vi te amé, pero también es cierto que desde que te conozco no he tenido un día de calma, pues los celos me matan…".

Ese año fue el último que se vieron. Encima a la muerte de José Martí en Dos Ríos en 1895, Carmen - la esposa - viaja a New York a recoger todas sus pertenencias de su marido, y allí se encuentra que Gonzalo de Quesada y Aróstegui, quien fuera después embajador cubano en esa ciudad, se las había entregado todas a la otra Carmen, a Miyares, incluso los cuadros y todos sus documentos. Bazán, que murió de neumonía el 15 de enero de 1928 en su mansión de la calle Calzada, entre 2 y 4, en el Vedado, le guardó el más estricto de los lutos.

Por cierto aquella casa fue saqueada por el régimen castrista, cuando su hijo Francisquito, y su esposa María Teresa "Teté" Betances, se marcharon de este mundo. En la casa vivían varias personas, la servidumbre e incluso vivía un esclavo negro que tenía como 100 años, al que consideraban como "parte de la familia".

Y claro, allí había de todo, desde valiosísimos documentos históricos como es lógico hasta otros que Fidel Castro no quería que el pueblo los supiera, como el relacionado con la matanzas de negros del 1912, el fusilamiento por asesino del general mambí Roberto Bermúdez, o las relaciones de armas entre el padre del general de brigada Gerardo Machado y Morales, el mayor Gerardo Machado y Castellón, asignado a la tropa de Carlos Manuel de Céspedes en 1868.  

Maldita Hemeroteca
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