Restos del acorazado Maine en la Bahía Habanera |
En febrero de 1896 el general Valeriano Weyler inicia en Cuba la concentración de civiles como forma cortar de raíz el apoyo a los rebeldes, sin embargo lejos de haber sido una táctica en principio acertada, las miles de muertes por inanición y enfermedades que causó radicalizó mucho más el proceso independentista en la isla.
Por otra parte los cubanos venían clamando insistentemente a Washington la intervención de su ejército y estos, al ver la posibilidad de que mediante un gobierno cubano se pudiera controlar la isla, deciden intervenir en un conflicto que curiosamente no habían apoyado nunca en el pasado.
Sagasta |
Y aunque el asesino italiano fue ejecutado en el garrote vil el 19 de agosto de 1897, en Cuba la sentencia iba ser otra mucho más grande dolorosa todavía.
El gobierno español envía a Cuba al general vasco Ramón Blanco Erenas como gobernador y sustituto del estratega Mallorquín. Con la promesa de un gobierno cubano autonomista, venía con la misión de pacificar al más fiel estilo de Arsenio Martínez Campos. Sin embargo, la situación en Cuba ya no era la misma que en 1878.
Entonces en la península se empiezan a escuchar voces como estas:
España, tocada en su orgullo, rechaza cualquier vinculación con el hundimiento y se niega a acatar ninguna proposición de abandono de la isla rechazando el ultimátum, por tanto el 24 de abril de 1898, del cual se cumplen hoy 125 años, le declara la guerra a los Estados Unidos.
"¿Qué hacéis que os dejáis insultar de esa manera? ¿No veis lo que nos han hecho retirando a nuestro valiente y querido Weyler, que a estas horas ya hubiéramos acabado con esa indigna canalla insurrecta que pisotea nuestra bandera y nuestro honor?
El 15 de abril vuela en pedazos el Maine en medio de la bahía, y el congreso estadounidense acusa a España de ser el responsable. Washington se declara en pie de guerra, a la vez que emite el siguiente ultimátum al gobierno español:
«Considerando que las horribles condiciones que han existido en la isla de Cuba, tan próxima a nuestras costas, por más de tres años, condiciones que han ofendido el sentido moral del pueblo de los EE UU (…), y que han culminado en la destrucción de un acorazado de los EE UU durante una visita amistosa al puerto de la Habana (…), no pueden soportarse por más tiempo como lo afirma el presidente de los Estados Unidos en su mensaje de 11 de Abril de 1898, sobre el cual el Congreso ha sido invitado a pronunciarse. En consecuencia, el Senado y la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, reunidos en Congreso han resuelto:
Primero: que el pueblo de la isla de Cuba es, y tiene derecho a ser, libre e independiente.
Segundo: que los Estados Unidos tienen el deber de pedir, y por tanto el Gobierno de los Estados Unidos pide, que el Gobierno español renuncie inmediatamente a su autoridad y gobierno sobre la isla de Cuba y retire de Cuba y de las aguas cubanas sus fuerzas terrestres y navales […].
Si a la hora del mediodía del sábado próximo, 23 de abril, no ha sido comunicada a este Gobierno por el de España una completa y satisfactoria respuesta a la Resolución, en tales términos que la paz de Cuba quede asegurada, el presidente procederá sin ulterior aviso a usar poder y autorización ordenados y conferidos a él, tan extensamente como sea necesario.»
¡Quieren imponer la autonomía para echarnos a un lado y dar los puestos de honor y mando a aquellos que iniciaron esta rebelión, estos mal nacidos autonomistas, hijos ingratos de nuestra patria!
¡Y por último, estos cochinos yankees que se mezclan en nuestros asuntos, humillándonos hasta el último grado, y para más vejamen nos mandan uno de los barcos de guerra de su podrida escuadra, después de insultarnos en sus diarios y desde nuestra casa!
¡Españoles! ...
Llegó el momento de acción, ¡no dormitéis! Enseñemos a esos viles traidores que todavía no hemos perdido la vergüenza y que sabemos protestar con la energía que corresponde a una nación digna y fuerte como es y siempre será nuestra España! ¡Mueran los americanos! ¡Muera la autonomía! ¡Viva España! ¡Viva Weyler!."
El 15 de abril vuela en pedazos el Maine en medio de la bahía, y el congreso estadounidense acusa a España de ser el responsable. Washington se declara en pie de guerra, a la vez que emite el siguiente ultimátum al gobierno español:
Primero: que el pueblo de la isla de Cuba es, y tiene derecho a ser, libre e independiente.
Segundo: que los Estados Unidos tienen el deber de pedir, y por tanto el Gobierno de los Estados Unidos pide, que el Gobierno español renuncie inmediatamente a su autoridad y gobierno sobre la isla de Cuba y retire de Cuba y de las aguas cubanas sus fuerzas terrestres y navales […].
Si a la hora del mediodía del sábado próximo, 23 de abril, no ha sido comunicada a este Gobierno por el de España una completa y satisfactoria respuesta a la Resolución, en tales términos que la paz de Cuba quede asegurada, el presidente procederá sin ulterior aviso a usar poder y autorización ordenados y conferidos a él, tan extensamente como sea necesario.»
Al día siguiente se produce el primer enfrentamiento militar entre las dos naciones, por cierto bien lejos de Santiago de Cuba, el futuro el escenario del conflicto. En la bahía de cárdenas en Matanzas, provincia vecina de la Habana, una torpedera estadounidense y una cañonera española intercambian disparos como preámbulo de un conflicto donde España llevaba todas las de perder.
Maldita Hemeroteca.