martes, 5 de septiembre de 2023

El pasado comunista de las amantes de Fidel Castro I

Foto de Natalia en 2003 junto a una pintura suya cuando joven

Hoy vamos con una de las ex amantes del dictador cubano Fidel Castro, la señora Natalia Revuelta Clews, madre de una hija extramatrimonial pero reconocida, la señora Alina Fernández Revuelta. Natalia había muerto por un enfisema pulmonar en febrero del 2015, a la edad de 89 años.

Dicen que Naty, como la llamaban sus más cercanos, era una de las mujeres más enigmáticas y hermosas de la alta sociedad habanera cuando conoció a Fidel Castro en noviembre de 1952. Para entonces estaba casada con el doctor Orlando Fernández, un eminente cardiólogo con el cual tenía una hija, pero el destino le puso delante al señor de verde oliva y "se le trastocaron los cables".

Chismes de sociedad apuntaban a que Castro le envió desde la cárcel en Isla de Pinos una carta que, por algún motivo, fue a parar a manos de su esposa Mirta Díaz Balart, lo que provocó el inmediato divorcio. La amistad entre ellos se fortaleció a raíz de la salida de Fidel en 1955, gracias a una amnistía decretada por el mandatario Fulgencio Batista. 

"Me llamó al llegar a La Habana. Ese mismo día fui a verlo a casa de su hermana Lidia. Fue durante esos 53 días en que estuvo haciendo contactos - antes de salir hacia México para preparar la travesía y desembarco en el yate Granma- cuando sucedió lo inevitable. Lidia tenía dos apartamentos. Fueron muy poco, quizás dos, tres o cuatro veces. Y alguna vez en algún hotel. Nuestra relación fue breve", dijo.

Tras el triunfo de la revolución Naty se quedó en la Habana, aunque su anterior esposo se fue al exilio junto a su primogénita Natalí, pero ella, volcada de lleno a la revolución de su amante, empezó a trabajar en el Hospital Nacional de La Habana como jefa de compras.

Con su hija Alina Fernández 

Luego marchó a París en 1964 a pasar un curso de química, regresando a la Habana para incorporarse al Centro Nacional de Investigaciones Científicas donde trabajó durante ocho años más. En 1973 pasó al Ministerio de Comercio Exterior, donde se jubiló en 1980. Desde entonces trabajó como "asesora" del Ministerio de Cultura. Es que a eso de la jet set, la moda y la farándula, la doña le sabía "un mazo". 

Desde que tenía 18 años había sido una asidua al cabaret Tropicana, donde no iba todo el mundo, al igual se codeaba con lo mas rancio de la aristocracia habanera en la barra del emblemático "Vedado Tennis Club" de la Habana. Allí conoció a Errol Flynn y a Edward G. Robinson. Igual se vanagloriaba de un piropo del premio nobel Ernest Hemingway, cuando le dijo que sus ojos le recordaban a los de su gato. 

A Castro lo conoció en 1952, según ella en una manifestación estudiantil en las escalinatas de la Universidad de La Habana, y poco después él les visitó en su propia casa. Además de "vacilarle la jeva" al doctor, le tumbó dinero en efectivo para la causa, es que en eso de trincar lo ajeno siempre fue un maestro. Además de la plata del marido, ella le entregó dos brazaletes de oro y un par de aretes de zafiros y diamantes que le había regalado su señora madre. 
Durante el asalto al Moncada, su misión era repartirle a los periodistas de la radio y la TV el mamotreto fidelista, en caso de que Batista cortara las comunicaciones.
En una entrevista para Vanitatis recordaba - muy acongojada - como a Fidel le habían cortado la luz un mes debido a unas protestas que organizó en el presidio ante una visita que efectuara Fulgencio Batista. "(...) aquello significó que tuvo que sentarse en las sombras, sin poder leer, una humillación que nunca olvidaré". De lo que sí se olvidó fueron los horrores que su amante cometió después con los presos que se le opusieron, y se convirtieron en valientes plantados. ¡Que clase de cara!.

En el año 1993 su hija Alina, que le salió rebelde y supuestamente anti comunista, se fugó de Cuba con un pasaporte falso y, desde entonces, despotricó de lo lindo de su padre dictador. Hace tiempo que no se le ve en los medios. Su madre - en cambio - que siempre fue una castrista declarada, vivió en la Habana hasta su muerte, luego de haber residido "exiliada" por más de 20 años en Miami. Sus cenizas fueron lanzadas al mar por decisión propia.

Maldita Hemeroteca // Primera parte 

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