domingo, 3 de septiembre de 2023

Hablando del Generalísimo

Municipio Baní, provincia de Peravia, en la Republica Dominicana del siglo XIX

¿Sabías que el apelativo "Generalísimo" que tuvo Máximo Gómez en Cuba durante la guerra en el siglo XIX, no fue dado por los independentistas cubanos?. Por el contrario, fueron los propios españoles los primeros que le llamaron así, y lo hicieron de forma despectiva o de burla por su pasado en el ejercito español. 

Esa fue la causa por la cual no poca gente en Cuba se resistió a llamarle así, e incluso varios miembros de su familia se opusieron también radicalmente. Al final se le quedó, pero con una connotación completamente diferente. Llamar generalísimo a Máximo Gómez implicó respeto por un hombre que firmó más de 230 combates en las maniguas Cubanas pero en fin, así sucedió y no como los manipuladores de la historia han querido que sea.
«De vez en cuando tenemos noticias de él. Cada quince días le damos por muerto, unas veces por los achaques de su vejez, otras a consecuencia de sus heridas en la espalda y otras por una hinchazón gravísima e inoportuna. Si creyéramos a pies juntillas lo que suele escribirse de él en el campo insurrecto y en el campo leal, el “chino viejo” resultaría con siete vidas como los gatos. Una suposición no muy descaminada, porque más de siete, de diez y de cien vidas tiene Máximo Gómez, pero sobre su conciencia». (Revista "Blanco y Negro" edición del 27 de marzo de 1897. )

Recordemos por un momento que en una etapa de su vida Gómez fue voluntario al servicio de España en su natal Dominicana, e incluso peleó a favor de la anexión de ese país al reino Español, la cual consiguieron durante el reinado de Isabel de Borbón, que se inició el
8 de noviembre de 1843 y concluyó con su partida hacia el exilio el 30 de
septiembre de 1868.

Fue en ese periodo cuando se produjo el nacimiento de un nuevo Estado-Nación en la Isla de Santo Domingo que se llamaría República Dominicana en 1844; y en la etapa final de su reinado con la Unión Liberal, se dictó en Aranjuez el Real
Decreto que proclamaba la Anexión o Reincorporación de la República
Dominicana como Provincia de Santo Domingo al Reino de España, siendo proclamada el 18 de marzo de 1861.


Tras 17 años de haber sido una república independiente y 40 separada de la madre patria Dominicana vuelve a ser Española, hasta que el 16 de agosto de 1863 comienza lo que se conoció allí como la "Guerra de Restauración". Pues en ese ejercito anexionista, el cual dirigía el general dominicano Pedro Santana, pelearon juntos Máximo Gómez y Valeriano Weyler, así como otro grupo de oficiales dominicanos que posteriormente se incorporaron al ejercito independentista en Cuba.

El 3 de marzo de 1865 la reina de España firma el fin de la anexión, y entonces se produce la salida de aquellos militares, entre ellos Máximo Gómez, mientras que el que fuera capitan español Valeriano Weyler, ya entonces con los entorchados de general, regresa a Cuba en febrero del 1896 en sustitución del capitán general Arsenio Martínez Campos, y entonces sus destinos se vuelven a encontrar, aunque esta vez desde bandos contrarios.

Es entonces que los Españoles, al enterarse que es Gómez quien dirige el ejercito en Cuba en calidad de Mayor General habiendo sido en Dominicana un simple alférez de caballería, comienzan a llamarle así, "El Generalísimo", en plan choteo. Tenga en cuenta también que para España, lo mismo el ejercito cubano como el sistema de grados militares que otorgaban, no era reconocido al estar conformado por traidores, sediciosos o infidentes.

LA MUERTE

La muerte de Máximo Gómez ocurre a la siete de la tarde del 17 de Junio de 1905 en su villa habanera de las calles 5ta y D, en el Vedado Habanero. Tenía 69 años de edad, y no sería tan descabellado pensar que aquella caprichosa herida bien pudo haber sido el resultado de un vengativo atentado, pero de quien o porque, resultarían mucho más difíciles de averiguar.

No vaya tan lejos, no eran pocos sus enemigos, incluso más Cubanos que Españoles. El dinero, siempre el dinero, fue el origen de estos males, nos referimos a la gratificación monetaria del ejercito mambí. Sensible tema para miles de hombres que perdieron su tierra e incluso hasta su familia y a la que Gómez se opuso por considerar el dinero de la lotería como indigno para el sacrificio de un ejercito como aquel.

El origen de la herida, no deja de ser parte de una hipótesis no muy clara. 

Desde que entró en la Habana desarmado y sin ejercito detrás, fue presa de las contradicciones, ingratitudes, desprecios y viejos rencores, sobre todo de diputados reformistas y autonomistas y también de no pocos ex compañeros del propio ejercito libertador, los que se ofrecieron a fusilarlo incluso, si así lo decidía la asamblea del Cerro. 

Lamentables condiciones en que se encontraba la casa de Máximo Gomez en 2020 (No sabemos ahora)

Sabemos que al final - y por fortuna para la historia cubana - la sangre no llegó al río. Sin embargo, y desde la conjetura por supuesto, en una ocasión dijo algo que quizás fue lo que selló su destino para siempre. Fue durante una entrevista que concediera al periódico "La Discusión", el dos de mayo de 1901...

"Nada consiguieron con destituirme como jefe.  Y eso me preocupa porque nunca he dejado de serlo. Si se me ocurriera llamar a mis generales, tendría a más de veinte a mi lado ahora mismo". 

Y aunque no se probó jamás que fuera un atentado, lo que no podrá negar nadie es que el mayor general fue víctima de la ingratitud, de la infidelidad y hasta el olvido de los propios cubanos. El gobierno de Tomás Estrada Palma decretó luto nacional por los tres días posteriores a su muerte, y concedió además la suma de 15 mil pesos para el gasto de  un velatorio en el cual no hubo ni palabras de despedida.

Con el tiempo su casa del Vedado se convirtió en esa vergüenza que ve usted ahí en esa foto, una prueba más de lo poco que le importa a la hipócrita dictadura Castrista la historia cubana antes del 1959. Nos viene a a la mente aquellas palabras con las que Gómez respondiera a José Martí su invitación al combate en 1895... 

“No tengo más remuneración que ofrecerle, que el placer del sacrificio y la ingratitud probable de los hombres”. Y en esto ultimo sí que estuvo bien claro "el generalísimo".

Maldita Hemeroteca

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